Capítulo 477
Decían que Rodrigo era una persona fría y desapegada, pero con Adriana era diferente. Estaba dispuesto a sacrificar su vida por salvarla, ¿cómo podría estar tranquilo?
“Adriana, ¿aún tienes sentimientos por Rodrigo?” Preguntó sin poder contenerse.
Ella bajó la cabeza y respondió: “Por favor, no me preguntes eso.”
Realmente no quería responder a esa pregunta.
Sin embargo, al decir esas palabras, Iván ya conocía su respuesta. Solo quien aún siente algo evitaría la pregunta; si no le importara en absoluto, ¿qué razón habría para no responder?
Se sintió un poco triste, suspiró y no dijo nada más.
Mientras Iván hablaba con Adriana, mantenía su mano sobre su hombro, y desde lejos, parecía que la estaba abrazando.
Ese día, Fabiana y Celeste estaban viendo casas. Justo en ese momento, Fabiana presenció la escena, esbozó una ligera sonrisa y sacó su teléfono para tomar una foto que luego envió a Rodrigo.
“Rodrigo, ¿adivina a quién vi hoy?”
Rodrigo recibió la foto mientras estaba en su oficina revisando documentos. Al ver que Fabiana le había enviado una foto, pensó que sería un selfie de ella o algo que había comprado, ya que a veces le enviaba ese tipo de fotos, aunque no tenía interés, hizo clic para abrirla. No esperaba ver una foto de Adriana, para ser más exactos, una foto de Adriana e Iván caminando juntos, con la mano de éste último sobre su hombro.
[Rodrigo, salí a dar un paseo hoy y para mi sorpresa, me encontré a Adriana con Iván. ¡Parecen llevarse muy bien!)
Rodrigo no respondió al mensaje, pero estuvo mirando la foto durante mucho tiempo, mientras sus nudillos se ponían blancos de tanto apretar el celular. Sentía su corazón sumergido en un mar de celos amargos. Aunque el hijo de Adriana no era de Iván, él seguía siendo alguien importante para ella.
Había escuchado que cuando Adriana era molestada, él siempre la defendía, así que debían tener un lazo muy fuerte. Pensando en eso, los ojos de Rodrigo se humedecieron ligeramente, y una ola de celos recorrió su pecho.
Esa noche, después de cenar, Adriana se sentó en su habitación a leer. En realidad, prefería leer en la sala. El sofá era especialmente cómodo, y acurrucarse en él con un libro mientras comía fruta era un verdadero placer, pero unos días atrás, mientras leía en la sala, Rodrigo llegó inesperadamente a casa, lo que fue un poco incómodo. Para evitar situaciones similares, Adriana optó por leer en su habitación.
Alrededor de las ocho de la noche, dejó el libro para pensar si debía modificar el guion. Fue entonces cuando oyó un golpe en la puerta, un sonido que le pareció pesado.
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“Adelante.” Dijo ella.
La puerta se abrió y Rodrigo entró. Llevaba un traje gris oscuro con una camisa negra sin corbata, su presencia era fría e imponente.
Adriana levantó la cabeza, se enderezó y preguntó: “¿Qué sucede?”
Hace unos días, habian pasado una noche juntos en su antigua casa, y aunque sintió que algo había pasado, parecia que no había ocurrido nada.
Desde esa noche, no habían vuelto a contactar. Esa era la primera vez que lo veía desde entonces, pero había algo en su actitud que no parecía bien.
Rodrigo la miró, no se sentó en el sofá ni habló, solo metió las manos en los bolsillos y dio un par de vueltas por la habitación. Parecía estar pensando en algo, y aunque no se veía contento, siendo un hombre tan reservado, no dejaba que sus emociones se notaran demasiado.
Adriana lo pensó un momento, luego preguntó: “¿Acabas de salir del trabajo? ¿Has visitado al abuelo?”
Rodrigo se detuvo en seco: “Sí, ya lo hice.”
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