Capítulo 56
La foto mostraba un pasillo, apenas iluminado. En él, aparecía una pareja con mascarillas que llevaba bolsas de compras y caminaba hacia la puerta, uno al lado del otro.
La mujer con mascarilla no era otra que Adriana. Ella hablaba con el hombre a su lado, con una pizca de alegría en sus ojos.
El hombre, alto y robusto, llevaba una gorra negra y una mascarilla. Rodrigo no podía ver su rostro con claridad, solo notaba lo cerca que estaba de Adriana.
Además de las bolsas de compras, el hombre tenía una mochila colgada del hombro.
Los dedos largos de Rodrigo se alzaron ligeramente mientras agrandaba la foto.
Pudo ver claramente que la mochila que llevaba el hombre era la misma que César le había dado a Adriana esa mañana.
En ese instante, una sensación indescriptible inundó su corazón.
¿Acaso esa mochila no era para él?
Se levantó lentamente, con una tensión marcada en el entrecejo.
Miró fijamente el perfil del hombre en la foto y dejó el teléfono sobre la mesa, tratando de apartar los pensamientos desordenados que rondaban su mente.
Eran las cuatro y media de la tarde, aún no era hora de cenar, así que Rodrigo decidió continuar trabajando.
Su matrimonio con Adriana no era más que un negocio. Tal como él podía tener a Fabiana, Adriana podía estar con quien quisiera. Sin embargo, ¿por qué al pensar en esa foto sentía cierta incomodidad?
¿Era su orgullo masculino el que le estaba jugando una mala pasada?
Rodrigo se frotó el entrecejo, incapaz de concentrarse en los documentos.
Apagó la computadora, se levantó, cogió las llaves del coche y el móvil, y salió de la oficina.
Esa tarde, justo al salir del set, Iván insistió en ir a cenar juntos.
Adriana no pudo resistirse ante su expresión de hambre, así que fueron al mercado a comprar ingredientes y regresaron a casa,
Alrededor de las cinco, después de poner la mesa, Iván llevó las verduras recién lavadas.
El agua en la olla ya hervía burbujeando, y Adriana invitó a Iván a sentarse para empezar a
comer.
“Por cierto, ¿dentro de poco será el cumpleaños de Vicente Noriega, cierto?“, preguntó Iván de
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repente mientras masticaba un trozo de cordero.
“¿Vas a regresar este año?”
Al escuchar ese nombre, la expresión de Adriana se volvió fría: “Depende, ya veré.”
Iván le revolvió el cabello: “Si quieres ir, ve. Si no quieres, no lo hagas.”
“Si Vicente te molesta, llámame. Iré a defenderte.”
Adriana soltó una risa: “Con tu apoyo, me siento segura.”
Iván se quedó mirando embobado la sonrisa radiante de Adriana
Unos segundos después, comenzó a toser violentamente, y Adriana rápidamente le sirvió un vaso de agua “¿Qué te pasa? ¿A tu edad todavía te atragantas mientras comes?”
Iván, con la cara enrojecida, bebió agua hasta que se recuperó,
Al mirar el hermoso rostro de Adriana, comentó: “Tienes un rostro muy bonito, ¿no has pensado en entrar al mundo del espectáculo?”
“No, no, no, eso no es para mí“,
Estos años, Adriana había trabajado en varios sets y sabía lo difícil que era ser actriz, no solo por el trabajo visible, sino por las reglas no escritas. No quería esa vida.
Iván, pensando en lo complicado del mundo del espectáculo, también consideró que no debería exponerla a eso: “Entonces sigue escribiendo quiones, Aún te pareces mucho a cuando eras niña, solo que ahora eres una versión más madura..”
Cuando Adriana tenia diez años, sufrió una lesión en el rostro. Antes de eso, siempre había sido una pequeña princesa hermosa, Iván solla pelear con chicos mayores que él para protegerla de los “pequeños matones“,