Capítulo 16 Los intensos celos de Javier
+5 Perlas
Los ojos de Isabel se abrieron de par en par mientras miraba al apuesto hombre que tenía delante, sintiéndose a la vez sorprendida e insegura de cómo responder. Javier, que siempre había mantenido las distancias con las mujeres, iahora la estaba abrazando! El repentino cambio la hizo recordar que antes había descubierto que Javier solía evitar a las mujeres. Antes de eso, él no se había enfrentado a ella por su habilidad para curar las piernas de Samuel. Ella sabía que tenía que tener cuidado de no presionarlo demasiado, o podría terminar siendo expulsada. Sin embargo, ahora, él la estaba llevando arriba, lo cual era inesperado.
Mientras Isabel se perdía en sus pensamientos, Javier se dirigió a su ayudante:
-Leo, trae al doctor Génez.
-No hace falta. Yo misma soy médica. No hace falta que vaya Leo. Deja que me lleve arriba -se apresuró a decir Isabel.
Los pasos de Javier se detuvieron bruscamente y su rostro se ensombreció al volverse hacia Leo López con una mirada amenazadora.
–
—Sí, señor respondió Leo y se apresuró a alejarse asustado.
Javier subió las escaleras con Isabel en brazos, con expresión severa. Raquel, incapaz de contenerse, corrió tras ellos presa del pánico.
-¡Javier, tienes que creerme! ¡Yo no le he hecho nada! Fue ella la que se enfadó y me abofeteó después de que le revelara sus motivos.
Isabel, luchando contra el dolor de estómago, se defendió:
–
-Mi dolor no tiene nada que ver contigo. Tu cara es obra tuya, no mía.
Raquel se quedó momentáneamente sin palabras.
-iJavier, no escuches sus mentiras! Yo…
-Lárgate -dijo Javier con frialdad.
Raquel se quedó desconcertada. Hoy tenía que dejar las cosas claras.
-Javier, tú…
-He dicho que te largues. ¿Entendido? ¿O hago que alguien te eche? -El tono de Javier era tranquilo, pero tenía un matiz peligroso.
Raquel se quedó callada, sin atreverse a decir nada más mientras veía a Javier llevarse a Isabel a la habitación. «¡Qué perra!», maldijo para sus adentros. Se había quedado asombrada por la belleza de Isabel cuando la vio por primera vez y sintió una fuerte crisis. Reflexionando sobre su reacción inicial, se sintió aún más convencida. Debía deshacerse de Įsabel cuanto antes, o ésta se convertiría en una gran rival en sus afanes románticos. «Espera y verás. ¡Haré que te arrepientas de haber intentado robarme a mi hombre!», Raquel se mofó y salió de la villa.
4:37 pm FFF.
Capítulo 16 Los intensos celos de Javier
Dentro de la habitación, Javier colocó con cuidado a Isabel en la cama.
-No te preocupes. El Dr. Génez llegará pronto.
+5 Perla:
Con tanto dolor que apenas podía hablar, Isabel miró la cara de preocupación de Javier. «Debe estar preocupado por su hermano pequeño», pensó, «temiendo que si me pasa algo, no habrá nadie que cuide de las piernas de su hermano».
Cinco minutos más tarde, la frustración de Javier aumentó.
-¿Por qué no ha llegado aún el doctor Génez? -llamó a Leo.
-Ya casi hemos llegado -contestó Leo, secándose el sudor e instando al Dr. Génez-: ¡Date prisa! El jefe está esperando.
Roberto entró corriendo con una caja de medicinas, sudando copiosamente. Cuando entraron en la habitación de Isabel, el ambiente tenso parecía casi sofocante. Leo observó la intensa concentración de Javier en Isabel y percibió algo inusual. Después de haber trabajado para Javier durante años, nunca lo había visto mostrar tanta preocupación por una mujer. Parecía que sus suposiciones eran correctas.
Después de que Roberto diagnosticara a Isabel un problema estomacal, Javier se relajó visiblemente. Como el estado de Isabel era grave, necesitaba suero. Después de un tiempo, su estado empezó a mejorar.
-¿Cómo te sientes? -preguntó Javier en voz baja.
Leo creyó aún más en su suposición al oír el tono inusualmente suave de Javier.
-Me siento mejor -dijo Isabel débilmente-. Sólo un poco sedienta.
Entonces se volvió hacia Leo y le preguntó:
-¿Podrías traerme un vaso de agua?
—¿Para qué pedírselo? Puedo hacerlo yo —dijo Javier, mirando a Leo.
Leo, sudando nerviosamente, se quedó quieto.
Isabel se quedó sorprendida por el comentario de Javier. «Si no dejo que Leo me ayude, ¿a quién más se lo pido? No quisiera molestar al jefe», pensó.
-¿Por qué estás callada? ¿Estás interesada en él? —La mirada de Javier se entrecerró en Isabel.
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