Capítulo 48 El exprometido se casa
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-¿Me crecrías si te dijera que soy autodidacta? -preguntó Isabel a Javier, con una sonrisa pícara en los labios.
Estaba siendo sincera; no sólo había aprendido a tocar el piano por su cuenta, sino que muchos de sus otros talentos también eran fruto de su determinación. Con un coeficiente intelectual superior a 300, no era de extrañar que pudiera dominar nuevas habilidades con facilidad.
-Olvidalo si no quieres decírmelo -replicó Javier, que ya sospechaba que Isabel distaba mucho de ser la inepta persona que Leo había descrito.
Antes de su asombrosa interpretación al piano, había sido testigo de sus excepcionales habilidades médicas en múltiples ocasiones. Incluso pensó que podría estar relacionada con la famosa Sanadora Milagrosa. Al mismo tiempo, reconoció que si Isabel prefería mantener oculto su pasado, presionarla sería
inútil.
-Bueno, estoy diciendo la verdad; lo creas o no —dijo Isabel haciendo un leve mohín.
Diez minutos más tarde, estacionaron en el camino de entrada.
-¿No vas a salir? —preguntó Isabel al notar que Javier seguía sentado dentro cuando ella abrió la puerta.
-Tengo que ocuparme de algo; ve tú delante.
-Ah, ok.
Una vez fuera, Javier se volvió hacia Leo:
-Ve a informar a Francisco de que la empresa tiene previsto ampliar sus operaciones a Asturia. Él es el responsable de todo allí. Si algo sale mal, tendrá que responder por ello.
-Entendido, jefe.
Leo chasqueó la lengua, molesto, pensando que Francisco por fin estaba recibiendo lo que se merecía. Después de la forma en que Francisco había hablado de Isabel en el banquete, era sólo cuestión de tiempo que tuviera repercusiones.
Mientras tanto, Samuel estaba sentado en el coche, escuchando la conversación de Javier y Leo y recordando los comentarios cortantes de Francisco. Había estado lo bastante cerca como para oírlo todo con claridad. No había previsto que Javier se preocupara tanto por Isabel, apoyándola discretamente entre bastidores.
«Para ser sincero, me costó mucho encariñarme con Isabel en el pasado», pensó Samuel. «Aunque no albergo sentimientos románticos hacia ella, tengo que admitir que la pieza de piano que tocó en el banquete fue extraordinaria. Sus habilidades médicas también son impresionantes y es una excelente cocinera. Alguien tan hábil como ella puede considerarse un buen partido para Javier».
Pero eso no era lo que más le preocupaba; siempre tuvo la sensación de que las razones de Isabel para estar cerca de su familia eran más complicadas de lo que parecían. Se miró las piernas, ensimismado. Tanto él como su hermano sospechaban que alguien de los Benegas estaba detrás de los problemas a los que se enfrentaban.
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Capítulo 48 El exprometido se casal
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Se había preguntado si algunos de sus tíos, que antes habían rivalizado con Javier por su puesto, estarían implicados. Después de todo, habían sido derrotados uno a uno por Javier. Probablemente, estos individuos aún les guardaban rencor y estaban esperando una oportunidad para vengarse, con la esperanza de reclamarle a Javier el puesto de cabeza de familia.
Él había sido el primer objetivo en su plan de venganza. Si no hubiera sido por un amable desconocido que lo llevó al hospital a tiempo, quizá no habría sobrevivido. Sus piernas ya estaban en pésimas condiciones; ahora le preocupaba si Isabel era uno de los individuos que sus tíos habían colocado deliberadamente dentro de su familia.
«Aunque Javier investigue, las posibilidades de descubrir la verdad parecen escasas», pensó Samuel mirando cómo Isabel entraba en la villa, «pero para mí no hay lugar para el error. ¡Espera, descubriré la
verdad!>>
En los días siguientes, Raquel no había aparecido por la villa, e Isabel sospechaba que se debía a su frustración. Justo entonces, su teléfono zumbó con una llamada de su mejor amiga, Leticia.
-ilsabel, por favor, no llores!
-¿Eh? ¿Por qué iba a llorar? —preguntó Isabel, confusa.
Se sentía realmente feliz; no había motivo para derramar lágrimas.
-¡Ese imbécil, Conrado, es lo peor! -exclamó Leticia, furiosa—. ¡Te dejó plantada en la boda y luego anunció que se casaba con Eva!
-¿Qué? ¿Que se van a casar?
-¿No estabas al tanto?
Isabel dejó escapar una ligera carcajada.
-¿Por qué debería importarme eso? Tengo cosas mucho más importantes en la cabeza.
A Leticia, este comentario le sonó como un velo para las emociones más profundas de Isabel tras un importante revés emocional. «Mi pobre Isabel», pensó.
-¿Conrado y Eva se van a casar de verdad? —preguntó Isabel antes de que Leticia pudiera consolarla.
-El 18 de este mes, en… el mismo lugar donde celebraron su boda la última vez aclaró Leticia, apretando los dientes al pronunciar esas palabras―. ¡Eva debe de haberlo hecho a propósito!
Isabel asintió, reconociendo que las intenciones de Eva iban claramente encaminadas a avergonzarla.
-Isabel, vamos a ignorarla. El 18 te llevaré al bar a divertirte -propuso Leticia, preocupada de que Isabel pudiera hacer algo extremo ese día.
Isabel echó un vistazo al calendario. Si sus cálculos eran correctos, Conrado y Eva se casarían dentro de nueve días. De pie frente al espejo, se acomodó unos mechones sueltos de cabello detrás de la oreja, y una media sonrisa asomó en su fría conducta.
-¿De qué estás hablando? Conrado es mi exprometido. Si se va a casar con alguien, debería desearle lo
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Capítulo 48 El exprometido se casa
Los ojos de Leticia se abrieron alarmados.
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-iIsabel, por favor, no cometas ninguna imprudencia! Conrado puede ser un imbécil, ipero está ligado al Grupo Jara! Rogelio aún se está recuperando; si te cuelas en la boda, ipodría acabar mal para ti!
-¿Quién dijo que iba a arruinar la boda? Sólo dije que iría a ofrecerles mis bendiciones. Puede que el Grupo Jara no sea razonable, pero seguro que no expulsarían a un invitado que viniera a desear sinceramente lo mejor a la pareja.
Isabel se mantuvo firme en su decisión. En los próximos días, planeó que Lobezno organizara una sorpresa espectacular para la pareja.
-Isabel, tú…
-No te preocupes; no haré nada imprudente -le aseguró Isabel, mirando el reloj-. Es tarde. Anoche no dormí bien. Hablemos la próxima vez.
Ya eran las diez y media de la noche. Javier había salido para asistir a una cena importante y no regresaría hasta tarde. Antes, había añadido un somnífero a la medicación de Samuel, asegurándose de que estaría profundamente dormido, ila oportunidad perfecta para que ella actuara!
Isabel se dirigió primero al estudio de Javier. Antes de tocar nada, observó cuidadosamente cómo estaba organizado todo. Después de inspeccionar cada objeto, lo devolvió a su posición original para no levantar sospechas.
Después de buscar un rato, seguía sin encontrar lo que necesitaba. «¿No está en el estudio?», pensó. «Miraré en el dormitorio de Javier».
Isabel ya había estado antes en la habitación de Javier y la había observado en silencio, pero no había tenido ocasión de registrarla. Una vez dentro, comenzó a buscar meticulosamente la ubicación de la caja fuerte.
Al cabo de diez minutos, sus ojos se posaron en el armario. Lo abrió y descubrió una colección casi idéntica de trajes negros y camisas blancas. «¿Cómo puede un hombre llevar casi la misma ropa todos los días sin cansarse de ella?», se preguntó.
Mientras reflexionaba, una camisa se le escapó de las manos y cayó al suelo con un ruido sordo.
«¡Ay, no! ¡Está arrugada!», pensó alarmada. Javier tenía una seria obsesión por la limpieza, así que toda su ropa estaba perfectamente planchada, sin una sola arruga visible. Si encontraba alguna arruga en sus camisas, seguramente levantaría sus sospechas.
Pensando con rapidez, Isabel cogió la camisa y empezó a plancharla a mano, tirando de la tela para
alisarla.
Crac… La puerta se abrió y una voz grave rompió el silencio:
-¿Qué haces?
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