Capítulo 303
Emilio sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal mientras permanecía de rodillas sobre el suelo, inmóvil. Sus labios temblaron repetidamente, incapaz de articular palabra alguna ante el hombre que tenía enfrente. Aquel sujeto se acomodó con parsimonia en una silla negra cercana, apoyando su mano en la mejilla con un gesto calculado que acentuaba la amenaza silenciosa. La máscara plateada que cubría su rostro lo convertía en un enigma indescifrable, imposible de leer.
-Ella terminó conmigo -murmuró el hombre con voz queda.
Emilio se tensó por completo mientras el pánico escalaba desde su nuca. No sabía si ese “ella” se refería a Anaís, pero tampoco había escuchado que tuviera novio; ¿no era antes una fanática obsesionada con Roberto? Y más importante aún, ¿quién demonios era este demente que lo tenía a su merced? Si quería salir con vida, necesitaba decir exactamente lo que este sujeto deseaba escuchar.
-Seguramente no quería terminar contigo de verdad, tal vez solo está esperando que vayas por ella. No puede dejarte ir así como así.
El hombre ladeó ligeramente la cabeza. Aunque Emilio no distinguía su expresión bajo la máscara, percibió que estaba meditando sus palabras.
-Te lo aseguro, Anaís debe adorarte. Las mujeres a veces se ponen difíciles, y romper es solo una estrategia para probar qué tan profundos son tus sentimientos.
Emilio exprimía su ingenio para soltar halagos convincentes. Ahora estaba seguro: este lunático vivía en un mundo de fantasía con Anaís.
-¿Está probando mis sentimientos? -cuestionó el hombre.
Emilio soltó un suspiro disimulado de alivio al notar que había mordido el anzuelo y asintió frenéticamente.
-Claro que sí. Tiene miedo de que no la ames realmente, de que tus promesas sean puras palabras al aire. Deberías buscarla para aclarar cualquier malentendido entre ustedes.
El hombre bajó la mirada, aparentemente considerando la sugerencia. Una chispa de malicia brilló en los ojos de Emilio. Si este desquiciado realmente buscaba a Anaís, ¿cómo diablos sobreviviría ella? ¡Se lo tenía bien merecido! Todo este infierno era culpa de esa maldita mujer que lo había metido en semejante situación humillante.
-Ella no me quiere -afirmó el hombre, provocando que Emilio reuniera sus últimas fuerzas para contradecirlo.
-No, no, no, te equivocas. Ella te quiere, te quiere más que a nadie en este mundo. Lo que pasa es que Anaís no es del tipo que muestra sus sentimientos abiertamente.
-¿De verdad?
-Te lo juro. Si no me crees, mándale un mensaje ahora mismo y pídele verse. Seguro acepta, o
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Capítulo 303
mejor aún, finge que estás herido y verás cómo se preocupa por ti.
Emilio suplicaba desesperado, deseando con todas sus fuerzas que este hombre fuera a buscar a Anaís de inmediato y lo dejara en paz de una vez por todas. El enmascarado bajó la cabeza y sacó su celular, aparentemente tecleando un mensaje para alguien. ¿Sería posible que realmente estuviera escribiéndole a Anaís? Emilio tragaba saliva sin cesar, consciente de que su vida pendía de un hilo atado al nombre de Anaís. Si lograba salir vivo de esta pesadilla, la evitaría a toda costa en el futuro.
Anaís ignoraba las insistentes atenciones de Roberto mientras se dirigía al encuentro con Fabiana Illanes. Le envió un mensaje a Raúl, pidiéndole que no tomara ninguna acción por el
momento.
[No hagas nada por ahora. Te explicaré todo después.]
Raúl confiaba plenamente en ella, pero no pudo contener su curiosidad:
[¿No me digas que te gusta Emilio? Por favor, dime que no es eso.]
[No.]
Raúl la llamó inmediatamente.
-¿Dónde anda tu novio? Nunca me lo presentas. ¿Esa herida en tus labios te la hizo él? ¿Tuvieron alguna bronca?
Anaís rozó suavemente sus labios lastimados. No quería hablar sobre Z en este momento.
-Ya terminamos, mejor ni hablemos de eso. Concéntrate en estabilizar la compañía.
Raúl guardó silencio, percibiendo que su ánimo no era el mejor para insistir en el tema.
Al llegar a casa de Fabiana, Anaís se desplomó en el sofá junto a ella, clavando su mirada ausente en el vaso de gaseosa sobre la mesa. La herida en el hombro de Fabiana había cicatrizado bastante, aunque todavía no podía cargar objetos pesados. Al notar los labios lastimados de Anaís, preguntó:
-¿Fue tu novio quien te hizo eso?
Anaís se reclinó en el sofá, fijando la vista en el techo.
-Sí, ya terminamos.
Fabiana quedó inmóvil por un instante mientras servía gaseosa en ambos vasos.
-¿Por qué cortaron así de repente? Me enteré que estabas de viaje con el señor Lobos. ¿Pasó algo durante ese viaje?
Anaís presionó sus labios y dio un pequeño sorbo a su bebida.
-Terminamos porque simplemente no somos compatibles.
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Fabiana apretó la botella con fuerza, pero cuando Anaís volteó a mirarla, mantenía su expresión habitual.
-¿No son compatibles? Pero, ¿no estabas loca por él antes?
Anaís se hundió más en el sofá.
-A veces me llegan recuerdos del pasado, pero son tan confusos que no me dicen nada concreto. Me pongo muy ansiosa. Y hoy me topé con alguien idéntico a Roberto. Eso me dejó más inquieta, como si no pudiera resistirme a ese rostro.
Fabiana visiblemente exhaló con alivio y esbozó una leve sonrisa.
-Quizás sigues enganchada con el señor Lobos. Es normal, después de perseguirlo tantos años… aunque hayas perdido la memoria, no puedes evitar sentirte atraída por él.
Anaís permaneció en silencio. En ese preciso momento, su celular vibró con un mensaje de Z.
[Me lastimé.]
El texto venía acompañado de una imagen que mostraba una herida profunda en la palma de su mano. El corte era tan severo que dejaba ver el hueso, con sangre escurriendo abundantemente.
Anaís se incorporó de golpe y marcó un número con dedos temblorosos. No contestaron. Volvió a intentarlo tres veces más, sin obtener respuesta.
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