Capítulo 336
Valerio inhaló profundamente, sus ojos destellando con avaricia apenas contenida mientras analizaba la propuesta. Anaís realmente no entendía nada de negocios, o al menos eso creía él.
-¿Y cuánto piensas pedir por ese terreno? -preguntó, intentando disimular su creciente entusiasmo.
-No mucho, con veinte mil millones me conformo -respondió Anaís mientras esbozaba una sonrisa discreta.
Considerando la tasación de las propiedades circundantes, ese valor de mercado ciertamente era alcanzable. Valerio no pudo contener una risa sarcástica que brotó desde su garganta.
-Así que quieres apostar conmigo… ¿y cuáles son los términos? ¿Qué pasa si logro vender ese terreno?
-Entonces haré que Raúl te ceda el siete por ciento de las acciones, y tú tomarás el control absoluto de la empresa.
Valerio frunció el ceño, procesando la información. “¿Siete por ciento? ¿Acaso Renato ya le vendió sus acciones a Raúl?“. Las transacciones de ese calibre debían registrarse en una plataforma pública, y hasta el momento no había encontrado ningún registro de semejante operación.
Anaís pareció leer sus pensamientos como si fueran transparentes ante ella.
-Por ahora, simplemente tenemos las acciones bajo custodia en una institución autorizada. Renato y yo acordamos que quien logre vender el terreno firmará el acuerdo definitivo.
“Estos hermanos siguen siendo tan ingenuos“, pensó Valerio, regocijándose internamente. Ese terreno había estado retenido durante años y su valor se había multiplicado
considerablemente. Con el respaldo de la familia Córdoba, su precio se dispararía aún más. Y ella solo pedía veinte mil millones, una ganga.
Sin perder tiempo, Valerio se marchó directamente para contactar al Fondo Luminoso. Gabriel había permanecido recluido en su casa durante estos años; aunque ocasionalmente asistía a fiestas, siempre buscaba rincones apartados donde no hubiera gente. Su problema ocular lo había vuelto extremadamente paranoico e inseguro.
Al escuchar la propuesta de Valerio, su único ojo se movió con un interés casi depredador.
-Señor Ramos, créame, jese terreno generará ganancias extraordinarias! Si no resulta como le prometo, venderé todas mis acciones para compensarlo personalmente.
Gabriel odiaba a Anaís con cada fibra de su ser, un odio tan intenso que su pecho comenzaba a agitarse con solo pensar en ella. Si alguien hubiera estado a su lado en ese momento, se habría horrorizado al ver que todas las paredes de su dormitorio estaban tapizadas con fotografías de Anaís, todas tomadas clandestinamente, como un acosador obsesionado.
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Capitulo 336
Con movimientos calculados, extendió una mano y clavó un cuchillo en el rostro de Anaís en una de las fotos. Había esperado este momento durante tanto tiempo.
-Además, ¿qué mejor garantía podríamos tener? Esta vez Anaís caerá sin remedio -insistió
Valerio.
Gabriel soltó una risa gélida mientras arrancaba el cuchillo junto con la fotografía perforada.
-Compra.
Una chispa de triunfo iluminó los ojos de Valerio. Había anhelado dirigir la compañía durante casi una década, y tras la muerte de Héctor, este sueño se materializaba más rápido de lo que jamás hubiera imaginado.
En menos de tres días, Anaís había vendido el terreno por exactamente veinte mil millones, sin
aceptar un centavo menos.
Durante todo el proceso, Raúl no cuestionó ninguna de sus decisiones, aunque al ver la expresión triunfal de Valerio, no pudo evitar preguntar con cierta resignación:
-Anaís, ¿tengo que desocupar la oficina hoy mismo?
Valerio, parado junto a ellos, exhibía una sonrisa victoriosa que no intentaba disimular.
-Por supuesto que tienes que irte ya. ¡Este es mi territorio ahora! Entre más lejos estén ustedes dos, mejor para todos. Raúl, tú deberías quedarte en casa viviendo de lo que te queda. Los negocios definitivamente no son lo tuyo.
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