Capítulo 352
Anaís sintió alivio momentáneo ante esa pregunta, pero su tranquilidad se esfumó cuando él
insistió con voz grave:
-¿Es verdad lo que hay entre tú y tu jefe Efraín?
-Falso. Entre él y yo no es posible; no somos del mismo mundo. No me gusta, pero admiro su talento en los negocios.
Especialmente después del incidente del látigo, pudo ver con brutal claridad su posición real. Antes mantenía una esperanza ilusoria, creyendo ser diferente a otras mujeres en la vida de Efraín, pero aquel cheque de cinco millones de pesos había sido como una bofetada que la despertó de golpe a su realidad.
-Z, la relación entre él y yo es puramente de conveniencia mutua. Si escuchaste algún rumor, es completamente falso. Solo busco fortalecer al Grupo Villagra, de otra manera jamás me presentaría ante el señor Lobos.
El abrazo alrededor de su cintura se tensó lentamente hasta casi sofocarla. Anaís suspiró, reconociendo nuevamente la inseguridad de él manifestándose, esa certeza de no poder compararse con Efraín. Le dio suaves palmaditas en el dorso de la mano como silencioso
consuelo.
Esa noche no hicieron nada más que abrazarse hasta quedarse dormidos. Cuando Anaís despertó, encontró varios pequeños platos preparados en la mesita de noche junto a una nota que él había dejado.
-Nos vemos la próxima vez.
Sonrió al notar que también habían encontrado su celular. Con un suspiro, le envió un mensaje. [Te veré pronto. Gracias por el desayuno.]
Su capacidad de recuperación resultaba verdaderamente sorprendente. A pesar de la gravedad de sus heridas, en apenas unos días estaba casi recuperada, quedando solo algunas cicatrices que el tiempo borraría por completo. Pensó en las acciones de Valerio Madariaga que ya se habían transferido a Raúl Villagra; últimamente su hermano debía estar sumergido en asuntos empresariales.
Intentó comunicarse con Raúl, pero no obtuvo respuesta. Anteriormente, había conseguido que varios ejecutivos despedidos regresaran a la compañía. Estos, que nunca creyeron que realmente pudiera vencer a Valerio, ahora la seguían sin cuestionamientos. Decidió llamar a estas personas.
-¿Raúl no está en la empresa?
Todos se apresuraron a expresar su preocupación:
-No ha venido en dos días. Raúl no parece estar bien, no sabemos si es porque pasó noches
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Capitulo 352
en vela o anda en otros asuntos. Señorita Villagra, ¿por qué no viene a darse una vuelta por la empresa?
El ceño de Anaís se frunció mientras una sensación de inquietud crecía en su interior. Volvió a marcar el número de Raúl insistentemente, pero después de diez intentos fallidos, decidió ir directamente a su casa. Conocía la contraseña de la puerta; la introdujo, entró al apartamento y se acomodó en el sofá a esperar.
Raúl regresó a las dos de la madrugada y, al verla, retrocedió varios pasos visiblemente sorprendido.
-Anaís.
La mirada escrutadora de Anaís recorrió su cuerpo sin detectar nada fuera de lo común.
-Los ejecutivos me dijeron que llevas dos días sin aparecer por la empresa. ¿En qué andas tan ocupado? Te dejé claro que necesitamos conseguir nuevos proyectos urgentemente.
-Fui a la universidad, por el asunto del proyecto que te comenté antes. No podía faltar, así que me dediqué a adelantar eso estos días.
Anaís exhaló aliviada antes de preguntar:
-¿Valerio no te ha llamado, verdad?
El día que había entregado todas las acciones, la reacción de Valerio resultó inquietantemente extraña. Anaís temía que guardara algún as bajo la manga, pero hasta ahora había permanecido demasiado tranquilo.
-No me ha contactado.
Anaís bajó la mirada mientras intentaba descifrar en qué parte del plan podría haber fallado. Valerio no era hombre de rendirse tan fácilmente. Mientras reflexionaba, escuchó a Raúl toser repetidamente.
-¿Pescaste un resfriado?
-No, solo tengo la garganta algo irritada.
Anaís se acercó a él, pero Raúl retrocedió bruscamente varios pasos, casi asustado. Entonces ella percibió el intenso olor a tabaco que desprendía su ropa.
Su expresión se ensombreció instantáneamente.
-¿Has estado fumando?
Anteriormente, Raúl había fumado un par de veces intentando proyectar madurez, pero lo abandonó rápidamente después de que Anaís le propinara varias bofetadas. Él sabía cuánto detestaba ella el olor a tabaco, razón por la que desde su llegada se había mantenido estratégicamente distante.
-De regreso me topé con unos tipos, me rodearon y se pusieron pesados. Todos estaban fumando, seguro se me impregnó el olor sin darme cuenta.
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