Despertar del Olvido 413

Despertar del Olvido 413

Capítulo 413 

Raúl no se atrevía a mirar a los ojos de Lucía ni a enfrentar la mirada penetrante de Anaís. Mantenía la cabeza gacha, con los hombros encogidos y las manos temblorosas, exhibiendo aquella cobardía que Anais conocía tan bien y que solo conseguía incrementar la llama de su 

furia

-¡Raul! -exclamó Anaís, agarrándolo por el cuello de su camisa y obligándolo a levantar la cabeza-. Dime qué piensas. Si eliges a Lucía, les deseo felicidad

Raúl negó con la cabeza mientras lágrimas silenciosas descendían por sus mejillas. Sus dientes apretaban con tanta fuerza su labio inferior que parecía a punto de hacerlo sangrar

-Raúl, ¿me vas a dejar? -sollozó Lucía a su lado, con la voz quebrada por la emoción-. Si es así, prefiero morir

En un arrebato desesperado, Lucía se levantó y, sin la menor vacilación, se lanzó contra la pared cercana. El impacto resonó con un golpe seco que dejó una inquietante mancha de sangre en la superficie blanca. Su cuerpo se tambaleó, a punto de desplomarse inconsciente

-¡Lucía! -gritó Raúl, levantándose de un salto del suelo

La frente de Lucía estaba cubierta de sangre que comenzaba a mezclarse con sus lágrimas mientras elevaba su mirada hacia él

-Raúl, no quiero ser una carga para ti -murmuró con voz débil-. Solo quiero tener a este bebé. Si no puedo, prefiero morir junto con élserían dos vidas perdidas

Raúl la envolvió en sus brazos temblorosos y miró suplicante hacia Anaís

-Anaís… 

Su voz apenas era audible, impregnada de una desesperación que hacía temblar sus manos mientras sostenía el cuerpo de Lucía

Anaís se sumergió en una súbita introspección, cuestionándose en qué preciso momento había cometido el error que había conducido a Raúl a esta situación tan lamentable. Cuando papá vivía, todo parecía transcurrir por un cauce natural y tranquilo

Se dirigió con pasos vacilantes hacia la puerta y, al alcanzarla, el guardia comentó

-Señorita Villagra, perdone que me meta, pero el señor Villagra intentó llamarla varias veces antes y usted nunca contestó. Fue después de eso que apareció esta mujer. Usted le dio la oportunidad, por eso las cosas están así. Siempre pensamos que fue demasiado dura con él

Las palabras del guardia se clavaron en su consciencia: no había sido capaz de cuidar adecuadamente de Raúl, y su frialdad había abierto una brecha que Lucía no dudó en aprovechar. Todo este desastre era, en última instancia, responsabilidad suya

Se frotó las sienes con gesto agotado y el guardia, al observarla, no pudo evitar que la compasión asomara a sus ojos

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Capitulo 413 

-Señorita Villagra, al final ustedes son familia. Tenga paciencia. Con el carácter del señor Villagra, él confía ciegamente en usted. Incluso en sus peores momentos, acudiría primero a usted. Como hermana mayor, debe protegerlo. Todavía no ha madurado, y si lo trata con indiferencia, se sentirá perdido. No tengo más que decir

Anaís esbozó una sonrisa forzada, subió al auto y respondió con voz queda

-Lo , gracias por recordármelo

Siempre creyó que dejando a Raúl enfrentarse al mundo por su cuenta, desarrollaría fortaleza y carácter. Pero había olvidado que su hermano había crecido en un ambiente protegido, sin desarrollar defensas contra la manipulación, y con la educación permisiva de Héctor, era terriblemente vulnerable a personas como Lucía

Con las manos apoyadas en el volante, una fatiga abrumadora se apoderó de ella, un cansancio que nacía desde lo más profundo de su ser. La culpa hacia Héctor y el desprecio hacia misma por su falta de previsión se entrelazaban formando un nudo de emociones contradictorias

No fue a ver a Z. Condujo directamente a casa y se sumergió en la bañera, buscando en el agua tibia algún tipo de consuelo o claridad mental

Quince minutos después, se levantó, se duchó y, al regresar a la sala, notó que su celular vibraba insistentemente. Era Z. 

-Z, hoy no irécontestó con voz exhausta

-¿Qué pasa

-Tengo problemas aquí y me duele la cabeza. Esta noche duerme solo y no pienses tonterías, ¿ok

Un silencio pesado se instaló al otro lado de la línea hasta que, finalmente, un débil llegó a sus oídos

Anaís estaba a punto de colgar cuando la voz de Z volvió a surgir

-Te extraño, te pienso todo el tiempo

Anaís abrió la boca, pero las palabras se evaporaron antes de ser pronunciadas. Las recomendaciones del doctor regresaron a su mente y de improviso preguntó

-¿Por qué no te mudas a mi edificio? Si no quieres que te vea, puedo comprarte un departamento arriba. No me siento tranquila sabiendo que vives solo en ese lugar tan oscuro

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