Capítulo 421
Mientras procesaba el registro, la recepcionista añadió:
-Hoy hubo un choque múltiple más adelante, como diez coches… dudo que abran la carretera pronto.
Anaís miró alrededor del vestíbulo. Se veía cálido.
“Quizá podría pasar la noche aquí“, pensó.
Pero la recepcionista pareció adivinar sus intenciones y suspiró:
-Señorita, es probable que se vaya la luz en la noche. Si pasa, aquí en el lobby va a hacer un frío terrible, como a menos diez. Las habitaciones tienen chimenea de leña, son mucho más
cálidas.
Llegados a ese punto, seguir negándose sería un claro desaire hacia Efraín.
Miró a Efraín de reojo.
Él seguía en su silla de ruedas, con la cabeza apenas inclinada, ajeno aparentemente a la conversación.
Rápidamente, se acercó a empujar la silla.
-Gracias. Vamos a la habitación, entonces.
Al llegar a la habitación, vio que era un espacio de no más de sesenta metros cuadrados. Aparte de la chimenea, una silla, la cama y el baño, no había prácticamente nada más.
El baño era minúsculo, apenas dos metros cuadrados.
De pronto recordó su estancia con Efraín en la isla; el baño allí también había sido diminuto, tanto que sus hombros se rozaban si coincidían frente al lavabo.
En la isla, Efraín…
Inevitablemente, recordó la intensidad que hubo entre ellos y desechó el pensamiento de inmediato.
-Señor Lobos, ¿quiere pasar usted primero al baño? Mientras, le aviso a mi novio que llegamos bien.
Fue hacia la única silla y se sentó.
La silla era incómoda y pequeña.
“Imposible pasar la noche aquí“, concluyó.
Efraín se levantó despacio, apoyándose en la pared, como si intentara llegar al baño por sí
mismo.
Pero se tambaleaba visiblemente. Dio un paso y se detuvo, frunciendo el ceño.
17:05
Cap
Anaís estaba enviando un mensaje a Z cuando vio la dificultad de Efraín. Dejó el celular a un
lado de inmediato.
-¿Todavía no está bien de la pierna?
“¿No se suponía que ya estaba mejor? ¿Por qué seguía viéndose tan mal?“, pensó.
Él desvió la vista, apoyando una mano en la pared.
-No he dormido bien últimamente. No he tenido tiempo para la rehabilitación.
Anaís recordó su promesa de ir a Bahía de las Palmeras para ayudarlo con el insomnio, como agradecimiento. Pero con todo el asunto de Sofía, se le había olvidado por completo.
“Pensé que ya habría encontrado otra solución“, se dijo.
Lo tomó del brazo, justo cuando iba a decirle que fuera despacio, pero en ese instante él perdió el equilibrio y se desplomó sobre ella.
Anaís retrocedió por el impacto hasta chocar con la pared; sus cuerpos quedaron pegados por
un momento.
Frunció el ceño al notar el malestar en el rostro de él.
-¿Estás bien?
Él susurró:
-Lo siento.
Eso la descolocó. Alguien tan orgulloso como Efraín seguramente odiaba mostrarse vulnerable. -No te preocupes. Te ayudo a entrar.
El diminuto baño pareció encogerse aún más con los dos dentro.
Le abrió el grifo del lavabo.
Efraín se inclinó, dejando que el agua corriera por su rostro y mojara su cabello.
Anaís, de pie junto a él, no sabía dónde poner los ojos y terminó fijando la vista en el espejo.
De pronto, él alzó la cabeza. Sus miradas se cruzaron en el espejo. Anaís apartó la vista rápidamente, rascándose la mejilla con nerviosismo.
Efraín terminó de lavarse sin prisa y, con la ayuda de Anaís, regresó hacia la cama.
Anaís fue también al baño y se aseó deprisa.
“Definitivamente, hoy no habría ducha“, pensó resignada.
La cama era estrecha. Al acostarse, apenas quedaba espacio entre ambos.
Anaís cerró los ojos, tratando de obligarse a dormir, pero entonces lo escuchó preguntar:
17:05
Capitulo 421
-¿Ya le avisaste a tu novio?
-Si.
En realidad, no lo había hecho.
“Conociendo a Z, seguro se pondría celoso, sobre todo porque ya le preocupaba Efraín. Mejor le contaba todo al regresar“, decidió.
Efraín se movió ligeramente, quedando más cerca. Anaís se tensó al instante. Estaban demasiado juntos.
Se le había ido el sueño por completo. Intentó romper el silencio.
-Señor Lobos, ¿falta mucho para llegar a la hacienda?
-Como tres horas. Está en plena sierra.
“¿Una hacienda en la sierra?”
“¿Habré estado allí antes?”
Se giró un poco hacia él.
-Señor Lobos, ¿cómo es que usted conoce ese lugar?
-Me enteré por casualidad.
Anaís no insistió y cambió de pregunta.
-¿Y sabe para qué se usa?
-No lo sé.
Decididamente, Efraín era muy reservado.
Se sintió algo decepcionada y volvió a acomodarse. Estaba a punto de quedarse dormida cuando lo oyó preguntar de nuevo.
-Anaís, ¿quieres a tu novio?
Anaís se despabiló al instante.
“¿Desde cuándo Efraín se interesaba por su vida personal?“, se preguntó.
-Claro que lo quiero.
-¿Has pensado en casarte con él?
-Pues… la verdad no sé. Últimamente he tenido sueños muy raros… Por eso quiero ir a la hacienda. Recibí un correo viejo, automático, que yo misma me mandé hace años. Preguntaba si estaba bien con mi ‘maestro‘… Ni siquiera sé quién es.
Estaba tan confundida que, sin darse cuenta, había revelado más de la cuenta.
Efraín mantenía los ojos cerrados, el rostro sereno.
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Capitulo 421
-Quizá fue alguien que te importó mucho antes. Si ese ‘maestro‘ regresara, ¿seguirías con tu novio de ahora?
Anaís sintió que era la oportunidad perfecta para indagar. Efraín era el único que conocía ese lugar; era una coincidencia demasiado increíble.
Por un instante, olvidó su resentimiento.
-Señor Lobos, usted que lleva tantos años en San Fernando del Sol… ¿nunca oyó hablar de ese ‘maestro‘? He intentado preguntar, a Roberto, a otros… pero nadie sabe nada.
Sus pestañas apenas temblaron. Abrió los ojos lentamente, la mirada perdida en el techo.
-No lo sé.
Su voz sonó áspera. Se giró, dándole la espalda.
-Y no me interesa saberlo.
Eso terminaba la conversación.
Anaís captó el mensaje y no insistió.