Despertar del Olvido 425

Despertar del Olvido 425

Capítulo 425 

A través de la mirada febril de Efraín, una figura esbelta se acercaba a lo lejos. En aquel mundo blanco, lo único que resaltaba era el toque rojo que ella llevaba en las manos

Cuando Anaís subió al coche, primero se sacudió los copos de nieve del cabello

Luego cerró la puerta y, con aparente despreocupación, le tendió la rama de flores de ciruelo que había cortado

Efraín no la tomó de inmediato; se quedó mirando los pequeños cristales de nieve sobre los pétalos

Anaís pensó que quizá le molestaba la nieve e intentó sacudirla, pero entonces él preguntó

-¿Y si estas flores tenían dueño

Ella respondió casi por instinto

-Si las corté para ti, entonces el dueño eres

Efraín estaba a punto de extender la mano, pero al oír eso, la cerró de golpe; las venas del dorso 

se marcaron

Anaís, al ver su gesto, se apresuró a preguntar

-¿Qué pasa

Él bajó la cabeza y murmuró un graciasmientras tomaba la rama

60 

Anaís notó que su humor mejoró visiblemente

Se pasó deprisa al asiento del conductor y arrancó el motor, temiendo que en cualquier momento se le ocurriera pedir otra cosa, como un muñeco de nieve

Con el coche ya en movimiento, todavía le llegaba el delicado aroma de las flores desde el asiento trasero

-¿Así que le gustan las flores de ciruelo? Qué curiosoLa mayoría solo ve lo blanco del invierno, pero quién diría que en medio de todo eso hay un rojo tan vivo, como… 

Se interrumpió, dándose cuenta de que su comentario quizá no era apropiado

Efraín era complejo: aparentemente distante, pero capaz de desear una flor al sentirse mal. Un contraste marcado

-Me gustan. Nunca nadie me había regalado unas

Su tono era tranquilo; parecía haberse recuperado un poco

Anaís se alegró de haberle hecho caso; al menos ahora parecía estar mejor

Sonrió mientras aceleraba

17:06 

Capitulo 425 

-Sigo sin saber dónde está Martínez. En cuanto tengamos señal, avise a la gente de San Fernando del Sol para que manden un helicóptero. Si no, con las carreteras así, no vamos a poder salir, y me preocupa que siga con fiebre

-¿Te preocupas por

La sonrisa de Anaís se borró; sentía que Efraín estaba actuando de forma extraña

¿Pues no es normal preocuparse? Al fin y al cabo, vinimos juntos, no puedo dejar que algo.” 

-Sí. Usted fue amable al traerme hasta acá, no puedo dejar que le pase algo

De pronto recordó que el viaje había sido en balde

Apretó el volante

le 

pase 

-Ese lugar son puras ruinas. Si usted nos hubiera dicho antes, no habríamos venido hasta acá con usted enfermo

Efraín acercó la rama a su nariz, sonriendo apenas

-No lo sabía

Anaís se quedó sin palabras. Bueno, si no sabía, no es su culpa. Quizá Efraín solo había pasado por ahí una vez y nunca más volvió

Miró por el retrovisor y se encontró con la mirada de él

Él bajó la vista hacia las flores, visiblemente de buen humor

-¿Querías decirme algo

Anaís sonrió con un dejo de ironía

-Cerca de las ruinas encontré un hoyoMe hizo recordar algo de cuando era niña, con Zmi novio. Quedamos atrapados ahí. Y justo me acordé de que le había prometido unas flores de ciruelo

Pero el recuerdo era tan repentino que no estaba segura de si era real. Tendría que preguntarle a Z al volver

Efraín cerró los ojos; su nuez de Adán se movió levemente

-A no mucha gente le gustan estas flores. Tu novio tiene buen gusto

Anaís lo miró de reojo, divertida

-¿Se está elogiando usted mismo indirectamente

La presión de los dedos de Efraín aumentó, casi quebrando la rama, pero enseguida aflojó el 

agarre

Anaís se dio cuenta de que sus palabras podían malinterpretarse y se apresuró a corregir

17.06 

Capitulo 425 

-Lo digo porque a usted también le gustan. Usted y mi novio tienen buen gusto

Efraín bajó la cabeza y rozó suavemente los pétalos con la yema de los dedos

-Entonces quédate con él

Anaís guardó silencio, concentrándose en conducir

Después de unos diez kilómetros, su teléfono por fin tuvo señal. Le pidió a Efraín que contactara a la gente de San Fernando del Sol y luego se relajó a esperar en el coche

La temperatura dentro del vehículo era agradable; afuera seguía nevando. Si no estuvieran varados, el paisaje sería hermoso

La gente de San Fernando del Sol llegó rápido; en dos horas ya estaba allí el helicóptero

Anaís y Efraín subieron al helicóptero, sin entender muy bien el propósito de aquel viaje en 

balde

Al bajar la vista, Anaís vio que la rama de flores casi se le resbalaba de las manos a Efraín. Justo cuando el helicóptero empezaba a elevarse, él la atrapó de nuevo, apresuradamente

Con la prisa, se rasguñó el dorso de la mano, dejando una línea roja

-¡Cuidado! -exclamó Anaís, sujetándole la mano-. Sigue con fiebre. Si se cae la rama, no importa. No haga tonterías

Antes de que terminara de hablar, vio cómo la rama caía desde el aire, un trazo rojo contra el 

fondo blanco

Efraín la miró en silencio, sin expresión alguna. Anaís se sintió inexplicablemente culpable, como si algo dentro de ella hubiera caído junto con la rama

Anaís deseó volver a ver al Efraín contento de hacía un rato en el coche

Respiró hondo y le pidió al piloto

-Disculpe, se me olvidó algo importante abajo. ¿Podríamos bajar un momento

El piloto descendió lentamente

Anaís saltó del helicóptero y recogió la rama florida. La nieve recién caída era blanda, así que las flores estaban intactas a pesar de la caída

Anaís regresó al helicóptero y le puso la rama delante, sonriendo

-Señor Lobos, no se enoje. que le gustó, por eso la recuperé

Efraín apretó los labios. Su mirada pasó por el rostro sonriente de Anaís antes de desviarse hacia la ventanilla. Tomó la rama sin decir palabra

Anaís no entendió qué había dicho para que él reaccionara así y prefirió quedarse callada

Despertar del Olvido

Despertar del Olvido

Score 9.9
Status: Ongoing Type:
Despertar del Olvido

Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset