Capítulo 429
El encuentro con Sofía le quitó el apetito a Anaís. Optó por darse una ducha y acostarse
temprano.
Al día siguiente, en la empresa, después de una junta con los directivos, su atención recayó en un nuevo proyecto gubernamental.
El proyecto prometía una ganancia de solo mil millones de pesos, modesta para las grandes corporaciones, pero significativa para la situación actual de Villagra.
Tamborileó con los dedos sobre el documento del proyecto, pensativa, y luego miró a Marcos.
-¿Quién lleva la licitación de este proyecto en el gobierno?
-Alguien que acaban de ascender. Va a estar esta noche en una gala de beneficencia que organiza la familia Moratalla.
La familia Moratalla tenía fama de rectitud, con muchos de sus miembros involucrados en la política.
Diego Moratalla, el antiguo patriarca, junto con Anselmo Lobos, habían estado cerca de la cúpula del poder, pero tras su retiro, una nueva generación había tomado el relevo.
Fausto Moratalla, el actual líder de la familia, dirigía empresas con lazos gubernamentales, adhiriéndose estrictamente a las reglas. En contraste, Efraín Lobos parecía distante de las conexiones políticas de su abuelo.
Años atrás, los Lobos expandieron su imperio mediante adquisiciones agresivas, pero se mantuvieron al margen de la esfera política, a diferencia de los Moratalla.
Aunque el funcionario a cargo de la licitación tenía vínculos con los Moratalla, su puesto no era de alto nivel; probablemente solo una conexión tangencial.
Anaís bajó la mirada, reclinándose en su asiento. Asegurar ese proyecto facilitaría considerablemente la recuperación de Villagra.
Desde su regreso, no había asistido a eventos sociales. La gala de esa noche sería una oportunidad para tantear el terreno.
Miró a Marcos.
-¿Conseguimos invitación para la gala?
Marcos pareció incómodo.
-Presidenta, desde los problemas de la empresa, muchos socios nos dieron la espalda. Ahorita solo tenemos proyectos chicos y, con lo de las redes sociales, nadie nos quiere invitar
a nada.
Entendido.
17:06
Anaís sacó su celular y llamó a Irene para ver si podía ayudar.
La voz de Irene sono resignada al otro lado de la línea.
-Mira, desde que me salí de lo de Moreno, ando en cosas chicas, nada que ver con la gente de esas galas. Si quieres ir, tendrías que buscar a los Moratalla, a Efraín… o chance con Samuel.
No podía recurrir a Iván; su relación estaba demasiado tensa últimamente. El silencio de Iván era inquietante; solía ser la calma antes de la tormenta, una señal de que tramaba algo. Anaís debía mantenerse alerta.
No tenía una relación cercana con Fausto ni con Efraín, pero con Samuel…
Pensó en Laura y la llamó. Sorprendentemente, Laura sí tenía una invitación.
Laura no tenía interés en asistir, así que le cedió la invitación a Anaís.
La gala era a las siete de la noche, por lo que Anaís tuvo que empezar a arreglarse con tiempo.
Mientras se sentaba en el salón de belleza, Z le envió un mensaje.
[Está nevando mucho afuera.]
Anaís, con un momento libre mientras la arreglaban, sonrió levemente al leer el mensaje.
[Sí, ya casi me ocupo. Justo me están arreglando.]
Con el cabello recogido y el maquillista trabajando en su cara, se tomó una foto rápida frente al espejo y se la mandó.
[¿Qué te parece?]
Era raro que se maquillara o arreglara tanto, por eso quiso compartirlo.
[Te ves increíble. Me encantaría verte así en persona.]
[Pero la gala acaba como a las once. Voy a llegar a desmaquillarme y a dormir.]
[Te veré.]
Respondió con una seguridad absoluta.
Su paradero siempre era incierto; Anaís sentía que él podía aparecer en cualquier momento y lugar, sin previo aviso.
La idea le provocó otra sonrisa.
[Ok, pero fíjate bien, ¿eh? Que hoy sí me siento guapa.]
Z miró la pantalla, guardó la foto en su álbum personal y la puso como fondo de pantalla.
“No quería que nadie más la viera así.”
17:06