Capítulo 430
A las siete en punto, Anaís llegó a la entrada de la gala benéfica, invitación en mano.
Al bajar del coche, se topó con Sofía, ataviada con un vestido espectacular.
Sofía la miró sorprendida; no contaba con verla allí, pues dudaba que hubiera conseguido una invitación.
Ignorándola por completo, Anaís entregó su invitación al personal y entró con aire distinguido.
Esa noche, optó por una elegancia sobria: una falda larga de lentejuelas negras que dibujaba su silueta, combinada con una blusa de seda que ceñía su cintura. El conjunto le daba un aire sofisticado y enigmático.
Sofía se quedó inmóvil un instante. Contuvo el impulso de confrontarla allí mismo y prefirió
llamar a Roberto.
-Hermano, ¿de verdad no vienes? Acabo de ver a Anaís aquí en la gala.
Un brillo fugaz cruzó la mirada de Roberto antes de sonreír.
-Voy para allá. Y Sofía, por favor, no le busques pleito.
“Como si todos los hombres tuvieran que rendirse a sus pies“, pensó Sofía con amargura. No lo soportaba.
-Claro -respondió, forzando una sonrisa.
Tras colgar, lanzó una mirada cargada de animadversión hacia el interior y llamó a su guardaespaldas.
Estaba decidida a arruinar la reputación de Anaís esa noche.
El salón de la gala deslumbraba con su decoración. Se oía el tintineo de las copas y el murmullo animado de las conversaciones, todo envuelto en un aire de sofisticación.
Anaís tuvo la extraña sensación de que era la primera vez que asistía a un evento de esa magnitud, como si sus recuerdos anteriores se hubieran desvanecido.
Algunos rostros conocidos del círculo la observaron al pasar, intercambiando miradas y
susurros.
El chisme del momento era que Anaís, tras años de suspirar por Roberto, lo había dejado por un don nadie justo cuando él empezaba a corresponderle.
Anaís buscaba con la mirada a su contacto. Justo cuando creyó localizarlo, una joven
desconocida se le plantó enfrente, sosteniendo unas bebidas y mirándola con abierto desdén antes de soltar una risita burlona.
-¿Anaís?
Anaís frunció el ceño; no conocía a esa persona.
La joven pareció sentirse desafiada por la mirada de Anaís y respiró hondo.
-¿Qué? ¿Muy subidita ahora que dejaste a Roberto? ¿Ya te sientes la gran cosa?
Anaís recordó vagamente algo sobre la familia Córdoba; quizás esta chica pertenecía a ella.
Los Córdoba la culpaban por la desgracia de una de las jóvenes de la familia, de ahí la hostilidad.
Adrián Vallejo, copa en mano, le arrojó la bebida a la cara.
Pero Anaís, alerta, se movió con rapidez, y la bebida fue a dar de lleno sobre Sofía, que justo llegaba en ese momento.
El incidente atrajo de inmediato la atención de todos los presentes hacia el trío de mujeres.
Adrián se quedó pasmada.
-Sofía, ¿estás bien?
Anaís comprendió al instante: eran amigas. El ataque había sido instigado por Sofía.
Sofía negó con la cabeza, mirando a Anaís con desprecio.
A Anaís le pareció irónico. Se disponía a seguir su camino cuando Sofía habló:
-Oye, sobre lo de tu hermano… hay algo importante que no sabes. Una persona clave.
Anaís se detuvo y miró a Sofía.
y
Sofía enarcó una ceja, sonriendo con suficiencia.
-Ni te imaginas quién es. Si quieres saber, ven conmigo arriba.
Anaís soltó una risa breve.
-¿De verdad cree que soy tan tonta, señorita Lobos?
17.06