Capítulo 443
El anciano suspiró aliviado y le pasó el celular al mayordomo.
Sofía, arrodillada frente al escritorio, vio que él había colgado rápidamente y habló con urgencia.
-Abuelito, ¿qué dijo Efraín?
-No le gusta Anaís.
Sofía apretó los puños, las lágrimas comenzaron a caer. Cuanto más te gusta alguien, más te niegas a admitirlo.
El anciano tomó un pincel para continuar practicando su caligrafía, pero al ver lo triste que estaba Sofía, frunció el ceño un instante.
-Sofía, ¿por qué estás tan preocupada por la vida amorosa de Efraín? Mejor intenta convencer a tu mamá de no airear los problemas familiares.
Sofía se levantó lentamente, sintiendo las piernas entumecidas, y se secó las mejillas apresuradamente.
-Abuelito, ¿no te parece raro? Efraín, siendo tan exitoso, perdió el uso de sus piernas y aun así no culpó a Anaís. ¿No es posible que desde entonces ya le gustara?
El anciano sonrió, divertido por la idea.
-¿Quieres decir que mientras Anaís perseguía a tu hermano por todos lados, Efraín estaba enamorado de ella?
Con esa cara y esa posición, ¿enamorado en secreto?
Las lágrimas de Sofía se intensificaron. Era obvio que nadie creía que Efraín pudiera estar enamorado de Anaís. Solo ella lo veía.
Sus uñas se clavaron profundamente en la palma de su mano.
Respiró hondo.
-Abuelito, te lo voy a demostrar.
Dicho esto, se dio la vuelta y se fue.
El anciano miró las palabras que había escrito, firmes y poderosas.
Dejó el pincel y le dijo al mayordomo.
-Informa a todos que deben volver a casa para las fiestas.
El mayordomo asintió con respeto.
Después de salir de la mansión, Sofía miró al cielo, como si hubiera tomado una decisión firme.
Inmediatamente llamó a Fabiana, con una actitud desafiante.
-Necesito que me ayudes con lo que viene. No haré que Anaís sospeche de ti, pero tendrás que sacrificar a Lucía.
Fabiana mordió sus labios. Conoció a la señorita Lobos por casualidad. Sofía no era tan tonta como Lucía, y una dama de la alta sociedad no era alguien a quien pudiera manipular fácilmente sin enfrentar consecuencias.
-¿Cómo desea la señorita Lobos que coopere?
-Haz que Lucía le cause problemas a Anaís, pará que no pueda estar cerca de Efraín.
Así no podrá acercarse a Efraín, y con las fiestas a la vuelta de la esquina, él también estará ocupado.
Fabiana sonrió. Siempre había querido deshacerse de Lucía. Con su bajo estatus, atreverse a desear a Efraín era imperdonable.
-De acuerdo.
El fin de semana, Anaís llegó a la mansión de Raúl. Había algunos empleados, pero con Raúl ausente, el lugar se sentía un poco vacío.
Con las fiestas acercándose, y el cumpleaños de Raúl coincidiendo con Navidad, planeaba sacarlo para que pudieran cenar juntos como hermanos.
Raúl le enviaba mensajes todos los días, mostrando los progresos en sus estudios. Aprendía rápido, lo cual la alegraba.
Anaís compró algunos artículos festivos en el mercado y pidió a los empleados de la mansión que ayudaran a decorar, colocando guirnaldas y farolillos rojos, creando un ambiente festivo.
Mientras tanto, Lucía, tras recibir la llamada de Fabiana, fue a esperar a Anaís en la entrada de su edificio.
Cuando Anaís regresó, frunció el ceño al verla.
Lucía adoptó una postura arrogante y extendió las manos.
-Necesito dinero para cuidar del bebé. No me atrevo a pedírselo a Raúl, así que te lo pido a ti. Además, necesito comer bien, con platillos como abulón y sopa de nido de pájaro; no puedo descuidar al niño.
Anaís intentó pasar de largo, pero Lucía la siguió.
-Anaís, tu hermano valora mucho al bebé que llevo. Si algo me pasa aquí, ¿crees que te guardará rencor?
Anaís se detuvo, frotándose el entrecejo.
-Te transferiré tres millones a tu cuenta original. No vuelvas a buscarme hasta después de las
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Capitulo 443
fiestas.
Los ojos de Lucía brillaron. Era más dinero del que podría ganar en toda su vida. Todo gracias a
Fabiana.
-No es suficiente, quiero una casa, o que me dejes vivir en la mansión de Raúl.