Capítulo 461
La luz del sol iluminó la habitación cuando Anaís se levantó de la cama, todavía sintiéndose ansiosa y con el estómago revuelto.
Cuando Miguel entró en el dormitorio, la encontró con el rostro pálido, sentada al borde de la cama, con la frente cubierta de sudor frío.
-Presidenta Villagra, ¿tuvo una pesadilla?
Anais le había dado el código de la casa hace tiempo, pero no había esperado que él viniera hoy.
Ella se frotó las sienes, inhalando profundamente, tratando de calmar la emoción que el sueño le había dejado.
Miguel abrió las cortinas de la habitación.
-Anoche se acostó muy tarde. Me tomé la libertad de venir, pero quiero recordarle que cuide su salud. Si su padre estuviera aquí, no querría verla tan agotada. Además, Fausto ha comenzado a moverse. Simón Barrera ha sido destituido y aún no se sabe quién ocupará su lugar. Simón es alguien con malas intenciones y temo que pueda sospechar que esto tiene algo que ver con
usted.
Anaís bajó la mirada, sintiendo el calor recorrer su cuerpo, mientras la confusión del sueño aún la envolvía.
-Miguel, subestimé a Fausto. Estoy segura de que ya sabía de la existencia de Simón, pero eligió ignorarlo. Para Fausto, Simón es solo un bufón, así que, aunque su padre le dio ese puesto al hijo ilegítimo, no le importó actuar. La familia Moratalla es un absoluto dominio de Fausto, y aunque su padre haga cosas a sus espaldas, estoy segura de que él lo sabe todo. Solo que no le interesa desenmascararlo. Sin embargo, si el asunto del hijo ilegítimo saliera a la luz, no podría ignorarlo. Así que Simón no puede ser visto.
Por suerte, alguien tan despiadado como Fausto no ha venido a buscarme para ajustar cuentas. La próxima vez que haga algo así, no dejaré ningún rastro.
-Presidenta Villagra, debería levantarse y comer algo. He pedido comida a domicilio.
Anaís asintió rápidamente y fue al baño para asearse antes de sentarse a la mesa.
Miguel había trabajado horas extra para dejar casi toda la documentación de la empresa al día. Mientras Anaís tomaba la sopa lentamente, de repente preguntó:
-¿De verdad solía detestar a Efraín?
Miguel hizo una pausa antes de seguir retirando el plástico de los pequeños platos.
-Sí, así parece.
-Qué extraño. Lo detestaba al punto de que todos a mi alrededor lo sabían. ¿Y Efraín, que es tan intocable, no se molestó? Incluso lo hice tener un accidente en las piernas, y cuando se enfrenta a sus enemigos en los negocios, no muestra ninguna piedad.
Usa la ley al máximo para arruinar a sus oponentes, eso es lo que la gente piensa de Efraín.
Miguel se sentó y se sirvió un poco de sopa.
-¿Cuál cree que es la verdad, presidenta Villagra?
Anaís aún se sentía agotada. Los fragmentos del sueño eran demasiado confusos, pero debido a la presencia de Z, no se atrevía a buscar abiertamente sus recuerdos pasados, lo que podría alarmarlo.
La persona que más temía que ella recuperara sus recuerdos era Z, quien es alguien muy importante para ella en este momento. No puede ignorar sus sentimientos.
-No lo sé, no puedo adivinarlo.
Después de beber la mitad de la sopa, ya no tenía más apetito.
Con Simón destituido, el proyecto se había puesto en pausa. Tendría que ver quién tomaría el mando; si era alguien del lado de Fausto, entonces sería muy difícil cooperar.
Mientras se preparaba para ir a la oficina, recordó la promesa que le había hecho a Z la noche anterior: llevarle algo delicioso hoy.
Se frotó las sienes y reservó un platillo para llevar en un restaurante antes de salir.
Cuando estaba por salir, Miguel la seguía con una caja de documentos en la mano.
Anaís entró en el ascensor, mirando su rostro cansado en el espejo. Había dormido solo un par de horas y el sueño aún la afectaba.
Bostezó y escuchó la sugerencia sincera de Miguel:
-La inversión de la presidenta Villagra en el entretenimiento está dando buenos resultados. En realidad, el Grupo Villagra no tendrá problemas en los próximos dos años. Si logramos desarrollar bien a Rodrigo Tovar, podría tomar las riendas en una década. Podría dedicarse a otras cosas, como visitar lugares que solía frecuentar o ver a Raúl.
Anaís sonrió levemente y suspiró.
-Siempre temo que la familia Villagra se desmorone de la noche a la mañana, así que no puedo detenerme. Pero tienes razón, se acerca el Año Nuevo, así que dejemos el proyecto en pausa y permitamos que todos disfruten las fiestas.
Después, se dirigió a ver a Raúl.
Desde la distancia, a través de la ventana, lo vio sentado leyendo, lo que le trajo algo de paz.
Raúl pareció percibir su mirada y se levantó rápidamente, golpeando la ventana.
-¡Anaís!
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Capítulo 461
Su expresión era como la de un lobo lleno de vida, finalmente se había librado de la desesperación que lo había consumido al principio.
Anaís suspiró aliviada y se acercó rápidamente a su habitación.
El cuarto estaba impecable. La persona encargada de cuidarlo le había mencionado que Raúl había estado limpiando por su propia cuenta.
Raúl había pasado por mucho dolor, sufriendo cada día, pero después de superarlo, mientras no volviera a caer, no tendría deseos de tocar eso de nuevo. Había aprendido su lección.
El mayor miedo de Raúl era ser abandonado por Anaís.
Anaís se detuvo frente a la mesa, tomando los apuntes en el libro de finanzas que él había
dejado.
Los apuntes estaban bien hechos, y sintió una energía vital en ellos.
Su hermano finalmente había renacido.
Raúl, sonriendo, le mostró sus colmillos ocultos.
—Hermana, en realidad ya podría salir. ¿Podríamos ir juntos a comprar cosas para el Año
Nuevo?
Agarra la manga de su hermana y la sacude con insistencia.
-He leído todos los libros, también necesito practicar.
Anaís le acarició la cabeza.
-Está bien, esta mañana iremos juntos a comprar.
Los ojos de Raúl se iluminaron, y rápidamente comenzó a empacar todos sus libros.
Mientras lo hacía, lágrimas grandes comenzaron a caer por su rostro.
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