Despertar del Olvido 468

Despertar del Olvido 468

Capítulo 468 

El carro se alejaba lentamente mientras el hombre vestido como un médico sonreía con un gesto enigmático, observando por el retrovisor y soltando una risa baja

-Ese chico sigue siendo muy ingenuo, ¿lo viste

El hombre en el asiento trasero bajó la mirada, sin decir una palabra, envuelto en las sombras. Su mano se movía con suavidad, limpiando el sudor del rostro de Anaís, sus ojos reflejando un profundo dolor

-Z, ella está bien, no te preocupes

Z apretó con fuerza la mano de Anaís, acercándola a su pecho, su voz se quebraba por la emoción

-Estoy arrepentido. Dime, ¿qué hago ahora? Cada día vivo con miedo

El hombre en el asiento delantero dejó que su sonrisa se desvaneciera un poco, inhalando profundamente

-Te estás dejando llevar por tus emociones. Necesitas controlarte y tomar tus medicamentos. Te dije que ella no está tan mal. El que realmente está en peligro eres ; tu inestabilidad te va a causar problemas tarde o temprano, y lo que pasó en el pasado no fue tu culpa

Anaís, incluso en sueños, sentía como si estuviera atrapada, como si unas enredaderas la estrangularan. Al abrir los ojos, se encontró rodeada de oscuridad y eso la tranquilizó; debía 

estar en el territorio de Z. 

Antes no le agradaba tanto la oscuridad, pero desde que lo conoció, había aprendido a tolerarla

Tocó su estómago; ya no le dolía, y su cuerpo se sentía limpio, como si alguien la hubiera aseado

-¿Z

Llamó, pero no obtuvo respuesta. Se levantó rápidamente

Un pequeño foco se encendió en el pasillo, y un hombre con bata blanca apareció en la puerta, frotándose las sienes

-Tuvo una crisis. Lo hice descansar. ¿Cómo se siente, señorita Villagra

Anaís sintió un nudo en el estómago. Sabía que él tenía problemas mentales, pero nunca había entendido qué tan graves eran

-Voy a verlo

El hombre la detuvo con firmeza

-No servirá de nada que vayas. Solo empeorarás las cosas. Señorita Villagra, si realmente te 

Capitulo 468 

importa, prométeme que no importa lo que suceda, nunca llegarás a hacerle daño de verdad

Mientras haya un aliento de vida en él, puedo salvarlo

Anaís se sorprendió, luego comprendió. El hombre le pedía que no lastimara a Z. 

Siempre había tomado ciertas palabras de Z como bromas. ¿Realmente había querido lastimarlo antes? ¿Qué había sucedido

Respiró profundamente

-¿No confían en

El hombre sonrió, quitándose los lentes y limpiándolos con cuidado

-¿Tú misma te crees cuando dices eso

Anaís guardó silencio. Sabía que la había descubierto

El gesto del hombre al limpiar los lentes era lento pero emanaba una presión intensa. ¿Cómo alguien así podía ser amigo de Z

El hombre se puso los lentes de nuevo, sonriendo levemente

-Señorita Villagra, ¿nunca se ha preguntado cómo es que Z y yo nos hicimos amigos

-Quiero respetarlo

-¿Respetarlo o tienes miedo de descubrir la verdad

Otra vez la descubrieron

Sin embargo, no se molestó, sino que se calmó

El hombre bajó la mirada, a punto de encender un cigarrillo, pero se detuvo y apagó el encendedor

-Te lo repito, si en algún momento recuerdas lo preocupada que estás ahora por él, no le hagas daño. Con mis habilidades médicas, mientras tenga un aliento, puedo salvarlo

Anaís abrió la boca, sin saber qué responder

Sin pasado alguno, sus palabras carecían de peso incluso para ella misma

Se sintió impotente, y se dirigió hacia las escaleras

El hombre levantó una ceja

-¿A dónde vas

-A buscar la verdad. Si no, siempre estaré a la defensiva

-Señorita Villagra, en realidad, durante el tiempo que has estado sin memoria, has sido más auténtica. La carga que llevas es tan pesada que no consideras tus propios sentimientos, ni mucho menos los de quienes te quieren

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Capítulo 468 

Anaís se enfadó un poco, respiró hondo, manteniendo la calma mientras su enojo burbujeaba bajo la superficie

-Entonces, dime, ¿qué debo hacer

El hombre sonrió, acercándose lentamente

-Aprovecha mientras no recuerdas, pasa tiempo con él, dale más recuerdos felices. Eso le alegrará más que nada. No subestimes la situación; lo que hay entre ustedes no es una simple pelea

Claramente, este hombre sabía mucho, pero no estaba dispuesto a revelar nada

Anaís se dio la vuelta, dejando una última frase

-Mañana volveré a verlo

El hombre se quedó en la escalera, observando cómo su silueta se desvanecía en la oscuridad, suspirando suavemente

-¿Qué clase de lío es este

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