Capítulo 478
Cuando Anaís se despertó en medio de la noche, sintió como si un fuego ardiera a su lado. Al incorporarse rápidamente, tocó la frente de Raúl y se dio cuenta de que tenía fiebre.
-¡Raúl! -gritó, pero él no respondió, perdido en la fiebre.
Sin perder tiempo, Anaís llamó a los servicios de emergencia locales. Sin embargo, le informaron que la ayuda no llegaría hasta el amanecer. Mientras tanto, se dedicó a mantener el fuego encendido y acercó a Raúl para darle calor. A pesar de su estado, él se resistía, retorciéndose en una nube de confusión. En un momento de lucidez, Raúl abrió los ojos y, al notar el toque de Anaís en su frente, preguntó:
-¿Quién eres tú realmente?
Si no hubiese estado enfermo, Anaís le habría dado un buen bofetón. Se obligó a mantener la calma y, arrancando un pedazo de tela, salió a recoger un poco de nieve para enfriar su frente.
El rostro de Raúl estaba completamente rojo, y en medio de su delirio, extendió su mano como buscando algo, casi metiéndola en el fuego. Anaís, veloz, le ató las manos con suavidad.
-No voy a discutir contigo ahora -dijo con frialdad-. Lo resolveremos cuando regresemos a San Fernando del Sol.
Raúl, sumido en su confusión, volvió a abrir los ojos.
-¿De verdad te importa o solo estás actuando? ¿Acaso lo que buscas es la fortuna de la familia Villagra? Anaís, o como sea que te llames, ¿cuál es tu verdadero objetivo…?
Había un dolor profundo en sus palabras, más agudo que cuando su padre, Héctor, había fallecido. Anaís respiró hondo y continuo cuidándolo.
La ayuda llegó a las seis de la mañana. Durante ese tiempo, Raúl no dejó de cuestionar si ella realmente lo quería. Anaís, cansada, lo ignoraba, pensando que deliraba.
Al subir al helicóptero hacia San Fernando del Sol, la fiebre de Raúl no cedía. Tan pronto como aterrizaron, Anaís lo llevó directo al hospital. Los médicos, apresurados, comentaron que su estado psicológico no era bueno y que la fiebre podría persistir por días.
Anaís pasó la tarde en el pasillo, esperando con el corazón en vilo.
-Doctor, ¿no quedará con secuelas, verdad? -preguntó preocupada.
El doctor la miró con seriedad.
-No lo sabemos, pero su estado es grave. Sería mejor que lo cuidara su familia.
-Yo soy su familia -respondió Anaís-. Me encargaré de cuidarlo.
Justo entonces, Lucía entró. Nadie sabía cómo se había enterado. Al ver a Anaís, su rostro mostró sorpresa antes de sentarse junto a Raúl y comenzar a llorar desconsoladamente.
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13:50 D
Capítulo 478
-¿Podrías dejar de llorar? -dijo Anaís, irritada-. Necesita descansar.
Lucía, con lágrimas en los ojos, la miró con odio.
-Anaís, ¿lo hiciste a propósito? ¿Quieres que Raúl muera para quedarte con la fortuna de la familia Villagra? Siempre supe que no eras de fiar, ¡maldita!
Mientras Lucía despotricaba sin freno, Anais mantuvo la compostura. Presionó el botón de llamada para que la seguridad del hospital sacara a Lucía.
Lucía, con los ojos llenos de rabia, gritó mientras la sacaban.
-¡No te saldrás con la tuya, Anaís! ¡Deberías haber muerto en ese viaje! ¡Todo esto es parte de tu plan para quedarte con la fortuna!
Anaís, harta de escuchar, se limitó a sentarse en silencio junto a la cama de Raúl.
Lucía, una vez fuera, llamó a Fabiana, furiosa.
-¡Fabiana! Dijiste que esos hombres harían que Anaís desapareciera. ¿Por qué sigue viva? Y ahora es Raúl quien está herido. Si algo le pasa a Raúl, te delataré y mostraré tu verdadera
cara.
Desde el otro lado de la línea, Fabiana frunció el ceño, irritada.
-No sé por qué Anaís sobrevivió. La persona que contraté no ha dado señales, tal vez ya esté muerto. ¿Acaso Efraín intervino?
Mientras cavilaba, Lucía continuaba amenazándola.
-Fabiana, tienes que encontrar una forma segura de acabar con Anaís en una semana o te delataré.
Fabiana sonrió fríamente. Lucía era fácilmente manipulable.
-Lucía, cálmate. Tendré un plan. Tienes razón, Anaís solo quiere la fortuna de la familia Villagra. No le importa Raúl, solo quiere que él muera “accidentalmente“. Pero, ahora que estás tú, puedes salvarlo.
Lucía sintió una chispa de esperanza. Sí, ella podía salvar a Raúl. No permitiría que Anaís lo destruyera.
-Bien, esperaré tus instrucciones.
Tras colgar, Lucía acarició su vientre. Estaba realmente embarazada de Raúl. Aunque al principio solo buscaba vengarse de Anaís, con el tiempo y las hormonas del embarazo, comenzó a sentir algo por Raúl. Quería una vida tranquila con él. Además, considerando su familia de origen, casarse con Raúl era lo mejor que podía aspirar.
No permitiría que nada le pasara a Raúl.
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