Capítulo 480
Sergio abrió la puerta del carro y se sentó adentro. El frío era tan intenso que su aliento se convertía en una nube blanca mientras se perdía en sus pensamientos, con las pestañas bajas.
Anaís estaba en el asiento del conductor, pero no encendió el carro de inmediato. Últimamente había sentido que alguien la seguía, aunque no sabía si era solo su imaginación. Se recostó en el asiento y subió la temperatura del aire acondicionado.
-¿Y tu hermano Ismael? ¿Por qué andas solo?
Era de noche y Sergio la había estado siguiendo, lo cual le resultaba un tanto inquietante.
Sergio miraba por la ventana, recordando el día en que los habían secuestrado. Aunque ese tipo no los mataría realmente, Ismael había sido retenido. Siempre había sido el más calmado, mientras que Sergio era más impulsivo y directo. Aunque no eran hermanos de sangre, su vínculo era más fuerte que eso. Ismael había sido retenido para asegurarse de que Sergio no
hablara.
Anaís le pasó una botella de agua.
-Sergio, aunque eres mi artista firmado, eso de seguirme es un poco perturbador, ¿lo sabías?
Sergio tomó la botella, bebió un par de tragos largos y no supo qué responder. Si hablaba de más, Ismael podría estar en verdadero peligro.
Anaís respiró profundamente, notando que la arrogancia habitual de Sergio había disminuido. ¿Qué le habría pasado?
-Te llevaré de regreso.
El carro arrancó y Sergio cerró los ojos, suspirando profundamente.
Pocos minutos después, Anaís rompió el silencio.
-No son simples artistas, ¿verdad?
Sergio abrió los ojos de golpe, su mirada se iluminó, llena de expectativa.
Anaís no lo miró, sino que se concentró en el camino.
-Laura Monzón me dijo que ustedes estaban en la montaña, ¿cómo es que terminaron en mi camino? Si realmente quisieran fama, habrían firmado con una compañía más grande. Desde que los vi, tuve la sensación de que tal vez los conocía de antes. Quizás tienen razones para no contarme todo, pero sé que no tienes malas intenciones conmigo.
Sergio apretó la botella de agua con tanta fuerza que casi la rompe. Se inclinó hacia Anaís, pero recordó la mirada de aquel hombre y se echó atrás.
El carro se detuvo frente al lugar donde vivía Sergio. Anaís salió primero y le abrió la puerta.
13:50
Capitulo 480
Sergio tragó saliva, avanzó unos pasos, pero volteó varias veces antes de seguir.
Anaís se quedó de pie en la oscuridad. De repente, sonrió.
-Sergio, tus ojos no mienten. Cuando estés listo, ven a verme. Tal vez me sigues para protegerme, pero esos círculos oscuros bajo tus ojos dicen que cuides tu salud. No sé por qué, pero siento que podría enfrentarme a tres personas a la vez.
Los pasos de Sergio se detuvieron, su rostro se sonrojó y soltó:
-Anaís, siempre has sido increíble. Recuerda quién eres, porque me estoy volviendo loco.
Anaís arqueó una ceja, pensando que ese parloteo constante era su verdadera naturaleza. Asintió con firmeza.
Sergio se acercó rápidamente.
-Además, esos tontos los puedes manejar tú sola, por eso no intervine. Si alguna vez vas a un lugar peligroso, llámame.
Ella volvió a asentir, pero luego recorrió con la mirada todo su cuerpo.
-¿Eres tan fuerte?
Sergio soltó un resoplido, rebosante de confianza.
-Por supuesto.
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