Capítulo 482
Los labios de Adrián temblaban y sus ojos enrojecidos dejaban escapar palabras entrecortadas.
-¡Tú… tú dejaste que Fausto exiliara a mi novio, destruiste su vida! Nunca imaginé que el dueño de este número eras tú. Anaís, ¡te odio con toda mi alma!
El odio en sus ojos era evidente, pero al ver el cuchillo en manos de Anaís, retrocedió con
temor.
Anaís, agachada en el suelo, la miró fijamente.
-¿De verdad no has tenido contacto con Sofía?
El rostro de Adrián cambió. Era imposible que no hubiera hablado con Sofía.
Anaís estaba a punto de seguir preguntando cuando notó a alguien de pie frente a la pequeña casa. Era Z.
Se levantó rápidamente y lanzó el cuchillo de vuelta al carro, advirtiendo a Sergio.
-Cuídala bien. Voy a hablar con Z.
Sergio también había notado al hombre a unos metros de distancia, y un escalofrío recorrió su espalda, apretando los puños con nerviosismo.
Anaís caminó hacia Z, pero él ya había entrado a la casa.
Lo siguió adentro y preguntó:
-¿Te asusté?
¿Acaso había visto la escena en la que amenazaba a Adrián con el cuchillo?
La voz de Z era tranquila, aunque con un ligero matiz de preocupación.
-Anaís, no vi lo que estabas haciendo. Solo tengo un poco de miedo.
-¿Miedo de qué?
-Últimamente parece que alguien ha estado en mi casa.
Anaís frunció el ceño. ¿Alguien en su casa? En medio de la nada, no parecía la obra de un ladrón, y con una casa en tal estado, hasta el ladrón más desesperado dudaría en entrar. ¿Sería posible que alguien quisiera hacerle daño a Z?
Z, de repente, la abrazó, su voz sonaba cansada.
-Siempre siento que hay alguien aquí, pero cuando estás conmigo, todo está bien.
Anaís no se movió, una inquietud comenzó a crecer en su interior. ¿Sería que su enfermedad estaba empeorando?
1/3
13:5
Capítulo 482
-Z, ¿has ido a un hospital para un chequeo adecuado?
Tan pronto como las palabras salieron de su boca, el ambiente se tornó silencioso, como si el aire mismo se hubiera detenido.
-Mi enfermedad no es grave, estoy casi bien, pero él siempre intenta deshacerse de mí….
Se detuvo de repente, y luego cayó, quedando quieto sobre su regazo.
-No te preocupes, Anaís, realmente estoy bien.
Anais sostuvo su mano, sintiendo el anillo en sus dedos y el brazalete rojo en su muñeca, su
corazón se conmovió.
-Z, ¿por qué no vienes a vivir conmigo?
No respondió, solo rozó sus dedos con los de ella. Tras unos minutos de silencio, habló con voz
ronca.
-Si realmente te importo, mantente alejada de otros tipos, incluido el que estaba en tu carro
esta noche.
Sergio nunca había salido del carro, y aun así, él lo sabía. Anaís, ya con dudas en su mente, preguntó:
-¿Me estás vigilando?
Su encuentro con Sergio esta noche fue pura casualidad, ¿cómo podía saberlo Z?
-Cuando te llamé, escuché la respiración de otra persona.
Eso lo explicaba. Probablemente, al estar solo, Z se había vuelto especialmente sensible a esos
sonidos.
Justo cuando Anaís iba a responder y tranquilizarlo, escuchó la voz de Sergio desde afuera.
-¡Anaís! ¡Anaís, sal rápido!
Anaís se levantó rápidamente, pero Z la sujetó de la muñeca.
Ella soltó su mano de inmediato y se apresuró a salir.
Al abrir la puerta, miró hacia donde estaba Sergio.
En ese momento, Adrián yacía a sus pies, sin moverse.
El corazón de Anaís dio un vuelco mientras se acercaba rápidamente.
-¿Qué pasó?
Sergio, con un cuchillo en la mano, frunció el ceño.
-No lo sé, de repente se cayó.
Anaís comprobó la respiración de Adrián. Era un problema serio.
#
2/3
13:50
Capítulo 482
Adrián había muerto.
La herida en el cuello de Adrián era solo para intimidar, no para matar. Entonces, ¿por qué
había muerto?
Miró el cuchillo en las manos de Sergio.
El rostro de Sergio palideció.
-¿No pensarás que fui yo quien la mató?
3/3