Capítulo 489
Andrés pensaba que el día terminaría sin más complicaciones, pero Efraín sacó su celular y llamó al viejo.
-Padre.
Anselmo, que últimamente había empezado a recibir visitas, estaba jugando al ajedrez con el anciano de la familia Córdoba.
-¿Qué sucede?
-Vi a Andrés en la calle. Sufrió una pequeña lesión, así que lo llevé al hospital.
El viejo Anselmo, con una pieza de ajedrez en la mano, se detuvo y su tono fue calmado.
-¿Es grave?
-No es grave, pero no podrá asistir a la cena de mañana.
Andrés estaba sentado a un lado, viendo cómo Efraín mentía descaradamente.
En la familia Lobos, Anselmo era la máxima autoridad, y nadie se atrevía a mentir bajo su presión. Pero Efraín, al decir esto, ni siquiera parpadeó.
-Mientras no sea grave, está bien. La salud es lo primero.
Después de colgar, Efraín miró a Andrés.
-Descansa un par de meses más, no te aparezcas por el Grupo Lobos.
Andrés, con el rostro enrojecido, intentó levantarse.
-¿Por qué?
La reunión de fin de año de la familia Lobos no era solo una simple cena. Era la ocasión para reportar los logros del año. Si uno lograba impresionar al viejo, podría recibir inversión para emprender. Y si el emprendimiento tenía éxito, recibiría más acciones de la familia Lobos.
Andrés había regresado al país recientemente, y su filial en el extranjero había logrado un gran avance. El viejo le había asegurado que escucharía atentamente su informe anual. Ahora que no podía asistir, ¿cómo iba a impresionar a su abuelo?
Efraín soltó una ligera risa mientras acomodaba sus mangas.
-Porque no sabes medir tus fuerzas.
El rostro de Andrés se volvió pálido, y su mano temblaba de rabia al cerrarse en un puño.
Cuando Efraín fue empujado fuera de la habitación, Lucas le hizo una pregunta en voz baja.
-¿Y si lo empujas demasiado?
Efraín miró hacia afuera, donde el viento soplaba con fuerza.
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-Entonces que no pueda abrir la boca nunca más.
Lucas no dijo nada más.
Al subirse al carro, Efraín tosió un par de veces y tomó las medicinas que estaban allí.
Lucas le pasó una botella de agua.
-El doctor mencionó que estas medicinas deben tomarse con moderación. Solo aumenta la
dosis si es absolutamente necesario.
Efraín, con un suspiro, se frotó las sienes. Sabía que el medicamento a veces tenía efectos secundarios físicos, pero no tenía opción. Si no las tomaba, no podría dormir.
Mientras conducía, Lucas lo miró por el retrovisor y trató de consolarlo.
-El presidente ayudó a la señorita Villagra esta vez. Al menos ella es alguien que sabe agradecer. Podría invitarla a Bahía de las Palmeras mañana.
Efraín miró el paisaje pasar rápidamente, apretando el frasco de las medicinas con una mano.
-¿Con qué pretexto?
A veces, incluso para tener una simple interacción, uno debe esforzarse al máximo. Y más aún cuando la familia Lobos dependía tanto de él.
Bajo la mirada hacia su celular.
En otra parte, Anselmo colocó la última pieza en el tablero de ajedrez, sonriendo.
-Esta partida es mía, Manolo Córdoba, siempre te falta un paso.
Manolo Córdoba, con un semblante apacible, contrastaba con la autoridad de Anselmo. Suspiró y bebió de su taza.
-Los años te han dado sabiduría. He jugado contigo durante años y aún no puedo superarte. Ni siquiera los jóvenes de mi familia son tan hábiles como los tuyos. Efraín ha manejado la familia Lobos con gran destreza. Creo que pronto estarás celebrando la llegada de un nieto.
Anselmo, recogiendo las piezas, respondió.
-Efraín no tiene interés en eso, y no puedo forzarlo.
-Anselmo, siempre pensé que no podía olvidar a Carmen, pero Efraín está muy cerca de esa tal Anaís…
Carmen Córdoba, la quien fue secuestrada y asesinada hace siete años, era conocida por todos. Se sabía que Anaís, de manera involuntaria, había sido responsable de su trágico fin.
En aquel entonces, Carmen y Anaís eran cercanas, pero una simple mensaje de Anaís llevó a Carmen a los secuestradores. La familia Córdoba, sin pruebas contundentes, no podía culpar directamente a Anaís, ya que eso significaría usar su poder para presionar a otros.
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Capítulo 489
Y una familia de prestigio no podía permitirse perder
SU
dignidad de esa manera.