Capítulo 491
Durante cinco años, lo había seguido fielmente. Y ahora, al enterarse de que todo había sido una farsa, él no podía encontrar paz en su corazón.
Roberto odiaba a Anaís, pero en lo más profundo de su ser, no podía engañarse: también la amaba. La amaba más que a nadie.
Sofía seguía parloteando a su lado, pero Roberto, mientras se frotaba la muñeca, no prestaba atención. Solo pensaba en cómo, si el futuro de Anaís se desmoronaba, si perdía su carrera, sus amigos, a su hermano, y ese supuesto novio misterioso resultaba ser una decepción, tal vez entonces ella se apoyaría en él. Estaba convencido de que solo destruyendo todo lo que ella tenía, ella se quedaría a su lado.
Cuando Sofía llegó a la mansión de los Lobos, ya estaba completamente preparada. Anselmo se encontraba sentado en el sofá del salón, con el mayordomo a su lado, creando una
atmósfera tensa.
-Sofía, ¿sabes por qué te llamé hoy?
Los ojos de Sofía brillaron y, de repente, se arrodilló a su lado.
-Abuelo, todo es culpa de Anaís. Ella seduce a Efraín a propósito. La he visto muchas veces en la Bahía de las Palmeras llevándole flores y regalos, y luego actúa como si fuera superior. Y, ¿has escuchado? Adrián murió, y parece que fue Anaís quien lo secuestró. Efraín fue quien resolvió todo este asunto. A Efraín le gusta Anaís, pero no lo suficiente como para casarse con
ella.
Anselmo permaneció en silencio. No había estado al tanto de las noticias recientes y no sabía que Efraín había intervenido en el asunto de Adrián. Respiró hondo y le dio instrucciones al mayordomo.
-Investiga con quién el Grupo Villagra planea asociarse próximamente.
Esto parecía ser el inicio de un plan para asegurarse de que Anaís no pudiera recuperarse
nunca.
Los ojos de Sofía brillaron maliciosamente mientras una sonrisa torcida se formaba en sus labios.
-Abuelo, he advertido a Anaís muchas veces que se mantenga alejada de Efraín, pero siempre ignora mis advertencias. Si voy contra ella, ¿me apoyarías?
De esta manera, incluso si Efraín intentara tomar represalias, sería más indulgente por respeto a su abuelo. Además, Efraín todavía la necesitaba.
Anselmo se levantó apoyándose en su bastón, su rostro aparentemente sereno, pero con una mirada sombría.
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-Haz lo que creas conveniente.
La mirada de Sofía se iluminó aún más, y una expresión venenosa cruzó su rostro.
-Gracias, abuelo.
En la mañana de Año Nuevo, Anaís recibió un mensaje de Raúl.
[Anaís, sobre el tema de tu origen, ¿podrías venir al hospital a platicar conmigo?]
Anaís leyó el mensaje varias veces para asegurarse de que realmente era de él. Llamó por teléfono, queriendo saber qué estaba tramando con respecto a su origen, pero Raúl no contestó. Él ya había regresado a casa, y aunque había ordenado al cocinero preparar una comida deliciosa, no mencionó a Anaís, ni sabía si ella vendría a compartir la cena con él.
El mensaje había sido enviado desde el celular de Raúl por Lucía. Mientras Lucía se movía por la casa con una sonrisa radiante, dijo:
-Raúl, olvidé recoger los resultados de mis análisis en el hospital esta mañana. Iré a buscarlos enseguida. Esta vez podremos saber si es niño o niña.
Raúl miraba la tormenta de nieve por la ventana, sin decir palabra.
Una hora después, Lucía llegó al hospital. Quería llamar a Fabiana para verificar el plan del día, asegurándose de presenciar la caída de Anaís. Pero fue Fabiana quien llamó primero.
-Lucía, tengo malas noticias. Raúl fue llevado por Anaís y nadie sabe adónde fueron. Anaís nunca deja testigos. Recuerda que la muerte de Héctor fue por un incendio, y sospecho que fue Anaís quien lo provocó. Siempre ha querido la fortuna de la familia Villagra. Deberías preguntarle qué planea hacer con Raúl. Tal vez, por el bien del bebé que llevas, muestre algo de compasión.
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