Capítulo 506
Miguel había estado al lado de Héctor durante tantos años que seguramente tenía un fuerte vínculo con la empresa. Tal vez él podría ser alguien con quien Raúl pudiera desahogarse.
Miguel sonrió de repente mientras observaba la oscuridad de la noche a través de la ventana.
-Mi señor, las relaciones de sangre a veces no significan mucho. ¿Acaso no hay pocas rivalidades dentro de una gran familia? En mi opinión, la presidenta Villagra es una persona excepcionalmente tranquila y discreta. Al menos, abiertamente y en secreto, nunca ha sido mala contigo. Tal vez te haya ocultado algo, pero ¿cómo sabes que no lo ha hecho con una buena razón? Además, nunca ha querido la empresa.
Incluso un extraño podía ver las cosas tan claramente, y él seguía dudando. No era de extrañar que Anaís estuviera decepcionada.
El rostro de Raúl cambió de color, pasando de pálido a enrojecido, mientras se frotaba la frente
con la mano.
-Quiero ir a ver al viejo doctor otra vez. Tal vez él sepa algo. Miguel, mi mente está hecha un lío. De diecinueve a veinte años, en solo un año, mi vida se ha puesto patas arriba.
Miguel suspiró y decidió preguntar directamente.
-Entonces, ¿la desaparición de la presidenta Villagra tiene algo que ver contigo?
Raúl guardó silencio, dejó caer la mano y su postura se desplomó por completo.
-Solo quiero que recupere la memoria.
Nunca había pensado en hacerle daño a Anaís, ni en competir con ella por la empresa. Solo quería saber si su bondad hacia él era sincera. Tenía miedo, así que quería asegurarse.
Miguel ya estaba en la puerta cuando dejó una última frase.
-Ve y disculpate sinceramente, tal vez la presidenta Villagra te perdone. Si no haces nada, cuando ella regrese, tendrás que desaparecer de su mundo.
Raúl intuía que en el mundo de Anaís, si ella decidía proteger a alguien, lo haría. Pero si no le apetecía, no importaría cuántas riquezas le ofrecieran, no les prestaría atención.
Raúl se sintió repentinamente inquieto, incapaz de calmarse.
Diez minutos después de que Miguel se fuera, llamó a Fabiana.
-Anaís, ¿dónde está ahora Anaís? Tengo algunas palabras que quiero decirle personalmente.
Fabiana frunció el ceño, sorprendida por el cambio repentino de Raúl.
Con un destello de frialdad en sus ojos, comenzó a calmarlo.
-Es muy tarde ahora, Raúl. ¿Por qué no esperamos hasta mañana por la tarde?
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Capitulo 506
De todos modos, planeaba actuar a primera hora de la mañana.
Raúl miró el reloj; ya eran casi las cuatro de la madrugada. Agarró su chaqueta y se dispuso a salir de inmediato.
-Ahora, solo son unas palabras, no te retrasaré mucho. Voy a manejar hasta donde te encuentres.
-Pero me han llamado para trabajar horas extra. Fue una llamada de un colega de último momento, y no terminaré antes de las once de la mañana.
-Te cubriré el salario que te descuenten.
Hablar con él era como hablar con una pared.
Fabiana quería colgar el teléfono; no esperaba que Raúl fuera tan impredecible.
Intentó cambiar de tema.
-¿Ya preparaste el funeral de Lucía?
Raúl entrecerró los ojos, dándose cuenta de la situación. No era tonto.
Bajó sus pestañas, sin dejarse llevar por la conversación.
-Ahora mismo, quiero ver a Anaís. Si no me das la dirección, llamaré a la policía y les diré que la secuestraste.
-¡Tú!
Era la primera vez que Fabiana se encontraba con alguien así, y por un momento no supo qué decir.
Respiró hondo.
-Está bien, al menos dame una hora para terminar con mis asuntos de trabajo.
Dicho esto, colgó el teléfono y llamó a Roberto para ver si había ideado algún plan.
Roberto no tenía idea de dónde vivía el novio de Anaís, y mucho menos de cómo sacarlo de la casa. Su tono era indiferente.
-Sigue con tu plan original, solo asegúrate de que sobreviva. Cuando termines, llámame. Iré a buscarla.
Quería ser su salvador, asegurándose de que ella no tuviera más opción que depender de él.
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