Capítulo 514
-Anaís, te juro que no tengo nada que ver con lo que pasó -dijo Sofía, con la voz temblorosa y la mirada fija en la mujer frente a ella.
Anaís, sin mostrar emociones en su rostro, se bajó del carro y se acercó lentamente a Sofía, analizándola con una mirada penetrante. El sonido de sus tacones resonaba en el pavimento como un metrónomo que marcaba el ritmo de un encuentro inevitable.
-Sergio me contó que Yeray mencionó tu nombre -dijo Anaís, deteniéndose justo frente a Sofía-. Así que, ¿quieres contarme qué está pasando aquí?
Sofía tragó saliva, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta. Sabía que Anaís no era alguien con quien se pudiera jugar. La reputación de Anaís la precedía; era conocida por su frialdad y determinación cuando se trataba de proteger lo suyo.
—Anaís, te lo prometo, Yeray está mintiendo. No tuve nada que ver con eso. -Sofía intentó sonar convincente, pero su voz traicionaba su nerviosismo.
Anaís ladeó la cabeza, como si estuviera evaluando la verdad en las palabras de Sofía. Tras un momento de silencio, sonrió ligeramente, pero no era una sonrisa que ofreciera consuelo.
-Veremos qué tan ciertos son tus juramentos, Sofía. Por ahora, asegúrate de que no haya más
sorpresas. No me gustan.
Sofía asintió rápidamente, aliviada de que Anaís no hubiera tomado medidas más drásticas en ese momento. Anaís se dio la vuelta y volvió a su carro, dejando a Sofía con una advertencia silenciosa y una lección clara sobre no subestimar a la persona equivocada.
Mientras Anaís se alejaba, Sofía se quedó mirando el carro desaparecer en la distancia, todavía temblando por el encuentro. Sabía que tenía que ser más cuidadosa en el futuro; estar en el radar de Anaís no era algo que cualquier persona deseara.
De regreso en el carro, Sergio observaba a Anaís desde el asiento del copiloto. El silencio entre ellos perduró un rato, roto solo por el suave murmullo del motor.
-¿Y ahora qué? -preguntó Sergio, curioso por saber cuál sería el siguiente paso de Anaís.
-Ahora… -Anaís hizo una pausa, sus pensamientos claramente en alguna estrategia que sólo ella conocía-. Ahora nos aseguramos de que Sofía diga la verdad, de una manera u otra.
Sergio asintió, sabiendo que, aunque Anaís no revelara todos sus planes, siempre tenía un par de ases bajo la manga. Así, el carro se fundió con el tráfico de la ciudad, llevándose consigo las promesas de secretos por descubrir y el eco de una noche llena de tensiones no resueltas.
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