Efraín guardó el acta de matrimonio en su escritorio. Sostenía una pluma en la mano, y al escuchar las palabras de Roberto, no levantó la vista.
Roberto ya estaba harto de su actitud, como si nada le importara, como si nadie fuera digno de su atención. Esa noche en la mansión del Grupo Lobos, con unas cuantas palabras había resuelto una gran crisis, haciendo que los demás parecieran payasos. Pero el abuelo había dejado claro que quería que Efraín se casara en dos semanas, evidentemente no quería que tuviera nada que ver con Anais.
Pensando en esto, una sonrisa apareció en el rostro de Roberto.
-Efrain, no olvides que el abuelo quiere que te cases en dos semanas. Escuché que está muy ocupado seleccionando a tu futura esposa. Me imagino que no tendrás tiempo de buscar a Anaís, ¿verdad?
Él sabía que Efraín y Anais no tenían futuro juntos.
De repente, Efraín detuvo la pluma y tomó su teléfono para hacer una llamada. Poco tiempo después, un guardia de seguridad del Grupo Lobos entró a la oficina y, con respeto, se dirigió a Roberto.
-Señor Lobos, por favor, salga.
La mano de Roberto se cerró lentamente en un puño. Sabía que Efraín lo despreciaba, siempre lo había hecho. Pero él también era un Lobos, y estaba en el territorio de su familia, ¿por qué tenía que salir?
Antes de que pudiera reaccionar, los guardias ya se habían movido para sacarlo. Roberto había estado practicando boxeo recientemente, y al menos tenía algo de habilidad para defenderse. Peleó con los guardias, pero eran profesionales del Grupo Lobos.
Cuando finalmente lo inmovilizaron, miró a Efraín.
-Efraín, Sofía dice que cuanto más te importa algo, más tratas de fingir que no te importa. Así que ahora debes estar volviéndote loco, ¿no? Has deseado a Anaís por tanto tiempo, y al final, te vas a casar con otra. Al menos ahora me toca ver cómo te va mal.
Roberto estaba lleno de resentimiento.
Mientras lo sacaban, todavía quería lanzar algunas burlas más, pero al ver que el piso superior estaba lleno de alegría, como si hubieran recibido grandes noticias, frunció el ceño mientras lo metían en el elevador.
Cuando el ascensor llegó al primer piso, escuchó a algunas personas hablando mientras pasaban.
-¿Oyeron? ¡El presidente se casó! Supuestamente, alguien de la alta gerencia lo vio firmar el acta de matrimonio. Y en un rato, el Grupo Lobos va a repartir dulces a todos los empleados.
-¿Estás seguro de que no es un rumor? ¿Quién podría gustarle al presidente? Probablemente sea un matrimonio arreglado por la família. Hace poco, el chisme de una estrella extranjera casándose con alguien de una familia rica fue tendencia, y eso causó bastantes problemas. Y más aún en una familia tan competitiva como esta; seguro el Grupo Lobos no va a tener
paz.
-Tienes razón, si el presidente es muy distante, la esposa seguro va a causar problemas en el Grupo Lobos, y ahí es cuando nosotros sufrimos.
Los rostros de las personas se ensombrecieron por un momento, pero alguien añadió:
-Alguien en la alta gerencia dijo que el presidente parece realmente encariñado con su esposa. Tendremos que ver si fue o no un matrimonio arreglado.
Roberto se detuvo al escuchar esto y se volvió hacia ellos.
-¿Quién les dijo eso?
Eran empleados normales que no reconocían a Roberto.
-Lo está diciendo todo el mundo. Acaba de salir en el grupo grande, y ya están trayendo los dulces, que al parecer son muy caros. Seguro que el presidente está muy contento.
Roberto frunció el ceño. Esto debía ser un rumor. Las cosas en la familia Lobos apenas se habían calmado, y el abuelo todavía estaba buscando a alguien para que Efraín se casara. ¿Con quién podría haberse casado Efraín? Seguramente alguien de la alta gerencia se había casado, y la gente había malinterpretado la situación.
21:13
Capítulo 537
Sin más interés en el asunto, fue escoltado fuera del Grupo Lobos. Miró hacia el imponente edificio y soltó un bufido antes de subir a su carro. No pudo evitar llamar a Anais otra vez.
Anais había desaparecido casi por una semana, ¿dónde podría estar?
Al mismo tiempo, Raúl también estaba buscando a Anaís. Aunque sabía que ella ya no lo soportaba, al escuchar de Roberto que había desaparecido, no pudo evitar preocuparse.
Miró la pila de documentos frente a él. Debido a la desaparición de Anaís, Miguel Cabrera lo había puesto a trabajar arduamente, haciéndolo trabajar hasta altas horas de la noche sin poder dormir bin A veces pensaba en Lucía Santana, otras veces en Anaís.
Miguel, que estaba detrás de él, al ver que estaba distraído, carraspeó antes de preguntar:
-Señor, ¿en qué está pensando?
