El primero en reaccionar fue Samuel. No pudo evitar levantarse de un salto, soltando un sonoro “¡Carajo!” mientras su voz se elevaba de la sorpresa.
-¿Qué demonios es esto? ¿Estoy ciego? ¡Fausto, pellizcame un poco para ver si estoy soñando!
Sin embargo, a diferencia de la sorpresa de Samuel, Fausto adoptó un semblante serio. Tenía el presentimiento de que algo importante estaba a punto de suceder.
Samuel recogió una carpeta del suelo y, al abrirla y ver el nombre en el documento, soltó otro “¡Carajo!” más fuerte aún.
-¿Anaís? ¿¡Anaís!? ¿Te casaste con Anaís? ¿Cuándo pasó esto? ¡Carajo, carajo, carajo! ¡No puede ser! Seguro que estoy viendo mal. No, espera, siempre te gustó Anaís. Si de verdad te casaste, seguro elegiste a alguien que te gusta, así que… ¿te casaste con Anaís a escondidas de toda la familia Lobos?
Apenas Samuel terminó de hablar, Iván, que estaba tomando un trago, lo escupió de repente.
-¿Qué dijiste?
Sus ojos estaban llenos de asombro, como si no pudiera entender lo que acababa de escuchar.
-¿Qué estás diciendo? ¿Efraín está enamorado de Anaís?
Iván se preguntaba si había escuchado mal. ¿Cómo podía haber oído algo tan absurdo? Tomó una servilleta y se limpió la boca.
-Samu, ¿qué dijiste?
Samuel, todavía atónito, miró el nombre en el documento durante un minuto completo, asegurándose de que realmente era Anaís. Lentamente dejó la carpeta y, aunque quiso prenderse un cigarrillo, se contuvo.
-Efraín, si Anselmo se entera de esto, no te va a ir bien.
No solo no le iría bien, sino que toda la familia Lobos se pondría patas arriba.
La carpeta apenas había tocado la mesa cuando Iván la agarró. Estudió el nombre en el documento como si quisiera que sus ojos salieran de las órbitas. No era un error de audición.
Le dio vueltas a la carpeta varias veces, sin poder convencerse a sí mismo, y finalmente preguntó:
-¿Esto es falso? ¿Nos estás haciendo una broma, verdad?
Pero conociendo a Efraín, él no era del tipo que haría ese tipo de bromas.
Iván dejó caer el acta de matrimonio sobre la mesa, aliviado al decir:
-Ya entiendo, quieres atar a Anaís a través del matrimonio y hacerla miserable para siempre como venganza. Efraín, eres muy astuto.
Samuel, al escuchar esto, no pudo evitar que se le contrajera el rostro, luego se frotó la frente, pensando cómo rayos alguien había descubierto que le gustaba Irene.
La carpeta reposaba tranquilamente sobre la mesa, su color rojo era casi insultante.
Fausto fue el primero en sacar una tarjeta, sin saber cuánto tenía, ya que nunca había contado el saldo. La puso sobre la carpeta y dijo:
-Felicidades.
La implicación era clara: era un regalo de bodas.
Samuel lo miró incrédulo, sorprendido.
-¿De verdad lo aceptas tan tranquilamente? ¿Fausto, no estás preocupado?
Actualmente, Anselmo estaba ocupado eligiendo una nuera, y Efraín se había casado en secreto. ¿Había pensado en las consecuencias?
Los ojos de Samuel se entrecerraron, y de repente hizo una pregunta.
-Ahora que lo pienso, ¿Anaís está de acuerdo?
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Capitulo 540
Hace unos días, había rumores de que Anais estaba involucrada con un modelo y que estaba bastante interesada en él. Ahora, casarse con Efrain, ¿ella lo aceptaría?
No es que Samuel dudara del atractivo de Efrain, sino que Anais era diferente a otras mujeres. Aunque no podía decir exactamente en qué, si las demás no podían resistirse a Efrain, Anais pisiblemente seria la única que podria rechazario con firmeza.
Al menos, las veces que se habían encontrado, sus ojos no mostraban fascinación hacia Efrain.