Capítulo 543
Anais pensaba que no podría dormir, pero pronto cayó en un profundo sueño en el que sofió con Z.
Nunca habia visto el rostro de Z, asi que su sueño estaba cubierto de una penumbra opaca.
A través de la negrura, él la cuestionaba.
-¿Por qué me abandonaste?
La furia inicial en su voz se transformó en un susurro cuidadoso.
-Por favor, no me dejes…
Anais sintió un dolor punzante en el pecho, deseaba decir algo para consolarlo, pero recordó que se había casado precipitadamente. Aunque no fue su decisión, el hecho es que ahora estaba casada.
El escenario del sueño cambió, llevándola a aquella pequeña casa donde solían preparar bebidas.
La tenue luz junto a la mesa seguía encendida, iluminando dos actas de matrimonio sobre la superficie.
El corazón de Anaís se encogió al verlas, casi dejándola sin aliento.
Quiso ver su reacción, pero solo escuchó:
-¿No vas a explicarlo?
Aunque sabía que estaba en un sueño, la ansiedad la envolvía, dejándola sin palabras.
-Anaís, dijiste que mientras la pulsera de cuentas rojas permaneciera en tu muñeca, estaríamos juntos.
-Dijiste que me amabas, que no jugabas conmigo.
-Dijiste tantas cosas, cada palabra la recuerdo. Pero parece que todo fue una mentira.
-¿Cómo pudiste casarte con alguien más, haciéndome ver como un tonto?
Anaís sintió cómo el sudor perlaba su frente, queriendo explicar, pero era como si su boca estuviera cosida, incapaz de articular palabra alguna.
Desesperada, intentó alcanzar aquellos pequeños libros rojos, con la esperanza de destruirlos, como si eso pudiera calmarlo.
Sin embargo, él se levantó lentamente, alejándose de ella.
-Z, ¿qué piensas hacer? -gritó Anaís, intentando alcanzarlo.
Cuanto más corría, más se distanciaban.
-No te importo, quiero desaparecer, borrarme de este mundo.
-Anaís, quiero que me recuerdes por siempre.
Despertó de golpe, respirando agitadamente.
Eso era típico de Z, siempre tan obsesivo, frágil y obstinado, especialmente cuando se trataba de cuestiones del corazón.
Completamente empapada en sudor, miró hacia afuera. Todavía era de noche, pero ya no podía dormir.
Se levantó y caminó hacia el balcón.
Fuera del patio, solo algunas luces amarillas iluminaban tenuemente. De repente, se le ocurrió la idea de escapar bajo el manto de la noche.
Se vistió rápidamente y, al bajar las escaleras, se encontró con Lucas.
-¿Lucas tampoco ha dormido? -pensó.
Lucas tenía unas ojeras pronunciadas, y al verla, la saludó con respeto:
-Señora.
Anaís se detuvo, sin decir palabra, pretendiendo que solo iba a tomar agua.
Permaneció alerta, escuchando los movimientos de Lucas, y solo cuando estuvo segura de que no estaba en la sala, se
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Capitulo 543
dirigió hacia la puerta principal.
La puerta estaba abierta, y una chispa de alegría brilló en sus ojos mientras comenzaba a correr.
No se dirigió hacia la entrada principal, pues sabía que los guardias no la dejarían salir. En cambio, buscó por las esquinas, esperando encontrar alguna ruta de escape.
Al pasar por una casa apartada, escuchó a una mujer cantando.
Ese canto le resultaba familiar, recordaba haber oído esa voz durante una visita anterior a Bahía de las Palmeras, cuando una mujer desaliñada la detuvo, llamándola por su nombre.
Anais se detuvo, indecisa, pero no se atrevió a acercarse a la casa, optando por correr más rápido hacia el borde de Bahía de las Palmeras,
Bahía de las Palmeras era el dominio de Efrain, un lugar exclusivo y tranquilo, rodeado por muros de tres metros de altura.
Aunque el muro era estéticamente bello, Anais se sentía diminuta frente a él.
Sin una escalera, era imposible escalarlo,
Empezó a buscar alrededor del muro, esperando encontrar algún árbol cercano que pudiera usar para trepar.
Después de correr exhausta, encontró algunos, pero todos habían sido cortados recientemente.
Sospechaba que los habían talado en los últimos días.
Tras mucho esfuerzo, no encontró ninguna salida.
Decidió regresar al lugar donde había escuchado la canción, dirigiéndose hacia la casa.
Ya que no podía salir, al menos descubriría quién era esa mujer que cantaba.