Capítulo 773
Anaís miró por la ventana mientras el paisaje se deslizaba rápidamente, su mente aún atrapada en el caos que acababa de dejar atrás. El dolor y la impotencia se mezclaban en su pecho, pero tenía que mantenerse firme. No podía permitir que sus emociones la derrotaran.
-Efraín está en problemas, Santiago. El viejo lobo no va a soltarlo tan fácilmente. -Su voz era un susurro, pero la determinación en sus palabras era clara.
Santiago asintió, manteniendo una mano firme en el volante mientras el carro serpenteaba por el camino. No te preocupes, hermana. Vamos a encontrar una manera de sacarlo de ahí. No dejaré que ese viejo se salga con la suya.
Anaís cerró los ojos por un momento, tratando de pensar en un plan. Sabía que enfrentarse directamente al abuelo de Efraín sería un suicidio. Necesitaba una estrategia, una manera de liberar a Efraín sin poner en peligro a más personas.
-Necesitamos aliados, Santiago. Gente que pueda ayudarnos a desenmascarar las verdaderas intenciones del viejo. -Abrió los ojos y lo miró con determinación-. Y también necesitamos asegurarnos de que Efraín consiga el antídoto antes de que sea demasiado tarde.
Santiago suspiró, consciente de la gravedad de la situación. El abuelo no es un enemigo fácil, pero tienes razón. Hablemos con quienes todavía tienen lealtad a Efraín. Podrían ayudarnos a movernos sin ser detectados.
Anaís asintió, sintiendo que una chispa de esperanza se encendía dentro de ella. Sabía que no iba a ser fácil, pero no pensaba rendirse. Efraín había sido su apoyo en los momentos más oscuros de su vida, y ahora era su turno de devolverle el favor.
-Primero, vamos a un lugar seguro. Necesitamos tiempo para planear esto bien. -Anaís apretó los labios, su mente ya trabajando a toda velocidad.
Santiago aumentó la velocidad, decidido a sacar a su hermana del peligro inmediato. Mientras el carro se alejaba, Anaís miró por la ventana, prometiéndose a sí misma que no se detendría hasta que Efraín estuviera a salvo y la amenaza de la familia Lobos fuera neutralizada. Sabía que necesitaría toda su fuerza, inteligencia y la ayuda de aquellos que aún creían en ellos.
Y así, con el motor del carro rugiendo en el camino, Anaís se preparó para la batalla más grande de su vida. Sabía que la verdadera prueba apenas comenzaba, pero con Santiago a su lado y su resolución inquebrantable, estaba lista para enfrentarse a cualquier cosa que el destino le arrojara.
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