Capítulo 784
La familia Lobos permanecía en silencio mientras se desarrollaba la conversación entre el quinto anciano y Anselmo. El anciano, desconocedor de las circunstancias exactas de la muerte de la abuela, trataba de consolar a Anselmo, intercambiando algunas palabras de
apoyo.
Efraín no intervenía, giraba inconscientemente el anillo en su dedo mientras sus pensamientos vagaban por su mente. Después de la comida en la villa, subió a descansar. Tras una ducha, al salir del baño, se encontró con una mujer sentada en su cama.
La mujer tenía un parecido asombroso con Anaís, tal vez a propósito, aunque era evidente que no alcanzaba la belleza de Anaís. Efraín se detuvo en seco, su ceño se frunció levemente y, aunque sus ojos permanecían impasibles, dijo con firmeza:
-Fuera.
La mujer se levantó lentamente, quitándose la ropa.
-El señor me envió.
-Fuera.
Efraín repitió con el mismo tono de voz. La mujer, sin decir más, hizo una reverencia y salió
obedientemente.
Efraín escuchó el sonido de la puerta al cerrarse y vio a su padre entrar.
-¿Qué pretendes con esto, padre?
Anselmo tenía una expresión indescifrable en el rostro.
-¿Me enteré de que Anaís te ha estado llevando comida últimamente?
-Sí.
No había razón para ocultarlo. Sabía que su padre podía investigar fácilmente cualquier cosa.
-¿Y qué piensas sobre eso?
¿Acaso sentía algo por Anaís? En la familia Lobos, no se conocía la devoción por una sola mujer.
-No pienso nada. No puedo saborear la comida.
La satisfacción se dibujó en el rostro de su padre mientras echaba un vistazo alrededor de la habitación.
-Ya no eres un joven. Nunca te atarás a una sola mujer. Cuando vayas al extranjero, no podrás buscar a otra. La familia Marín tiene un fuerte sentido de pertenencia, así que si quieres algo con otra persona, hazlo en este mes. Dentro de un mes, te irás.
Efraín, mientras secaba su cabello, parecía una figura imponente. Su padre lo observaba con
1/2
16:47
Capitulo 784
orgullo, como si fuera su obra maestra. Sabía que, incluso en el extranjero, Efraín destacaría.
-Debes ser fiel a tu pareja.
Dijo esto mientras se dirigía al balcón.
-Que alguien venga a cambiar mis sábanas.
No soportaba la idea de que el aroma de otra mujer impregnara su espacio. Le resultaba incómodo.
No había regresado a Bahía de las Palmeras recientemente. Había oído que una mujer estaba allí, y en cuanto despertó, ordenó que la echaran. Probablemente su padre la había enviado, pero Efraín no tenía interés en esos juegos.
Prefería concentrarse en el mercado de valores.
Su padre estaba aún más complacido.
-Efraín, siempre debiste ser así. Antes de irte, solo te pido una cosa: no dejes que Anaís vuelva al Grupo Lobos, de lo contrario…
Efraín se detuvo por un momento, pero no vaciló.
-Lo sé.
Al ver su reacción imperturbable, su padre se sintió más satisfecho y se marchó.
Efraín dejó caer la toalla y tomó el secador para su cabello, pero sus pensamientos lo interrumpieron. Anhelaba que alguien más lo hiciera, su cuerpo recordaba esa sensación, aunque no podía precisar por qué.
Después de secarse el cabello a la ligera, tomó su celular y se dio cuenta de que su Instagram estaba completamente vacío. Tal vez nunca había publicado nada. Si lo recordara, sabría que su WhatsApp había sido filtrado, eliminando cualquier rastro de Anaís de su vida.
Si Anaís no hubiera reaparecido, sus caminos no se habrían vuelto a cruzar.
Efraín miraba su celular, incapaz de dormir. Justo cuando iba a dejarlo, un mensaje de un número desconocido llegó.
[¿Ya te has ido a dormir bien?]
No había un nombre guardado, pero en el fondo, sabía quién era.
2/2