Capítulo 787
Lucas observó al hombre a su lado, quien seguía trabajando sin haber desayunado. De vez en cuando, levantaba la vista para mirar hacia la puerta, como si esperara algo o a alguien.
-Presidente, su esposa quiere ir a Bahía de las Palmeras, ¿qué opina…? -preguntó Lucas con cierta cautela.
Efraín detuvo sus dedos sobre el documento que tenía en la mano. Tanto en el Grupo Lobos como Lucas, solían referirse a su esposa con ese título. Bajó la mirada, dejó el documento a un lado y se levantó para dirigirse hacia la puerta.
-¿Presidente? -preguntó Lucas, un poco confundido.
Sin detenerse, Efraín entró directamente al ascensor. Lucas, en voz baja, le comentó a Anaís:
e
-Señora, adelante, vaya usted primero. No creo que el presidente pueda negarse a usted.
Anaís se sintió aliviada al escuchar esto y, al ver que el carro se dirigía al centro de San Fernando del Sol, decidió establecer el destino en el GPS: Bahía de las Palmeras.
El hombre que conducía tenía una actitud relajada y, al ver que ella misma había configurado el GPS, soltó una risita.
-¿No crees que estás siendo un poco descarada? -dijo con humor.
Anaís, sin inmutarse, se recostó en el asiento.
-El señor Fausto va a San Fernando del Sol, ¿no es cierto que va a encontrarse con Santiago? Así que llevarme no le queda fuera de camino.
Fausto arqueó una ceja, sorprendido de que ella lo conociera. Intentó recordar si en alguna de sus visitas anteriores a San Fernando del Sol había tenido algún encuentro con una mujer como ella. Pero aunque buscó en su memoria, no logró recordar nada, así que preguntó
directamente:
-¿Nos hemos visto antes?
-He visto tu perfil en línea. En persona, no eres muy diferente de tus fotos.
Fausto golpeó el volante con los dedos, curioso.
-¿Por qué buscaste mi información?
¿Será que esta mujer tenía algún interés en él?
Anaís notó su suspicacia y sonrió para sí misma. La fama de Fausto, el segundo de la familia Marín, era la de un mujeriego empedernido considerado el más irresponsable del clan. Sin embargo, solía pensar que mientras más información dejaba ver alguien, más ocultaba su verdadero yo.
Fausto, al ver que ella no respondía de inmediato, pensó en detenerse, pero ella lo interrumpió:
15:44
Capítulo 787
-¿Viste los helicópteros en el cielo hace un momento? Todos están buscándome. He tenido problemas con Anselmo. Hoy se suponía que era mi final, pero gracias a ti, señor Fausto, estoy a salvo. Si me dejas aquí, la gente pensará que intentas ayudarme y te involucrarán en mis problemas. He oído que la familia Marín está considerando un enlace matrimonial con la familia Lobos del extranjero, ¿no es así?
La sonrisa de Fausto se desvaneció un poco. El asunto del matrimonio era un secreto bien guardado. Ni siquiera en el reciente cumpleaños de Anselmo, cuando su hermano mayor visitó a la familia Lobos, se filtró esta intención a la prensa. ¿De qué familia era esta mujer?
Sin disminuir la marcha, Fausto presionó el acelerador a fondo.
-Pensé que era mi día de suerte, pero resulta que ya tenías un plan para atraerme a tu juego. Bahía de las Palmeras es el territorio de Efraín. Si Anselmo está detrás de ti, ¿qué le hiciste a Efraín para involucrarlo?
-Sí, él está enamorado de mí. No quiere el matrimonio arreglado y se enfrentó a su abuelo por eso. El abuelo decidió sacrificarme para obligarlo a aceptar.
Fausto, sorprendido por la confesión, no supo qué responder de inmediato. Después de un rato de silencio, preguntó:
-¿Efraín está enamorado de ti?
Anaís asintió con una confianza que Fausto encontraba desconcertante. El carro continuó su camino durante diez minutos más antes de que Fausto rompiera el silencio nuevamente:
-¿Te refieres al presidente del Grupo Lobos, Efraín? -preguntó, todavía incrédulo.
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