Capítulo 793
Efraín se quedó sin palabras por un momento. Se limitó a tomar una prenda y se dirigió al baño sin decir nada más.
Anaís, por su parte, siempre había sido algo lenta en estos temas, así que se quedó sentada esperando.
Cuando Efraín salió, comenzó a buscar un par de pantalones en el armario. Notó que Anaís seguía sin apartar la mirada, así que regresó de nuevo al baño.
Una vez que estuvo completamente vestido, abrió la puerta con la intención de irse.
-¿A dónde vas? ¿Vas a volver a cenar?
Efraín se detuvo en seco. Tras unos segundos de reflexión, respondió:
-No volveré.
Tenía varias reuniones con socios que atender y, después de eso, probablemente se iría a la casa de campo.
-Si vuelves a la familia Lobos, ¿qué harás si el viejo intenta algo más contigo? Tal vez la próxima vez que regreses, el poco afecto que tienes por mí habrá desaparecido por completo. No me siento tranquila con el viejo, tú no sabes nada en este momento y…
Anaís estaba genuinamente preocupada. Después de todo, el viejo era el padre de Efraín y manipular a Efraín en su estado actual sería demasiado fácil.
Si volvía, y era distante con ella, ¿qué haría? Ella y Efraín no pertenecían al mismo mundo, y si él la rechazaba en todos los sentidos, realmente no habría oportunidad de volver a verse.
El viejo, después de aprender de esta experiencia, probablemente aprovecharía cualquier momento para deshacerse de ella.
Efraín, con una mano en el picaporte, dudó unos segundos. Finalmente, se volvió y deslizó un anillo en el pulgar de Anaís.
-Cuídalo bien.
Anaís mordió ligeramente su labio inferior, levantando la vista para mirarlo.
Efraín, tras pensarlo, tomó su rostro entre las manos y la besó suavemente en los labios.
La familiaridad de su aroma era embriagadora, pero él se contuvo y la soltó rápidamente.
-Si llega ese día, llévalo contigo a Estados Unidos y búscame.
Anaís, poniéndose de puntillas, lo empujó contra la pared, rodeando su cuello con los brazos y comenzó a besarlo.
Besó sus labios, su mentón, su cuello, su clavícula.
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Capítulo 793
Efraín se quedó inmóvil por unos segundos, pero luego respondió a su pasión.
Después de unos largos minutos, Efraín la apartó suavemente, su voz ronca:
-Tengo que irme.
-¿Y qué haré si Anselmo intenta matarme? No soy rival para
él.
Las pestañas de Efraín temblaron mientras bajaba la mirada a las mejillas sonrojadas de Anaís.
Anaís le sonrió.
-Si muero, nunca más podrás verme, y si llegas a olvidarme por completo, cuando te pida ayuda, seguro que no me la darás. Cuando eres indiferente, realmente eres muy, muy distante.
Efraín la escuchó y luego abrió la puerta, dirigiéndose al hombre de negro que estaba al lado.
-De ahora en adelante, él estará contigo.
El hombre de negro era Liam, al menos así lo llamaba Anaís, y siempre estaba en Bahía de las Palmeras.
Anaís frunció los labios.
-¿Sólo él? ¿No será poco confiable? El viejo es muy astuto, tal vez lo elimine en un dos por
tres.
Aunque no podía ver la expresión de Liam, Efraín sintió que el comentario de Anaís lo había molestado.
Efraín sintió que Anaís parecía estar pidiendo mucho. Tanto que casi parecía estar cruzando algún límite.
Bajó la mirada.
-Liam estará contigo, y toda la Bahía de las Palmeras estará bajo su mando.
Anaís se sintió satisfecha. Resulta que Liam tenía una posición alta, lo que explicaba por qué siempre estaba en Bahía de las Palmeras.
Eso significaba que, incluso si Efraín la olvidaba por completo, aún podría ir y venir de Bahía de las Palmeras cuando quisiera,
-Así que, de ahora en adelante, Liam sigue mis órdenes, ¿cierto? Muy bien, ahora estoy tranquila.
Efraín asintió, pero no se fue de inmediato, como si esperara saber si Anaís quería algo más,
Quizás, pensó, no sería imposible dárselo.
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