Capítulo 828
Anaís regresó a su pequeño refugio justo cuando el cielo se soltó en una lluvia intensa. Había una piedra grande y saliente que servía de techo improvisado, así que se metió más al fondo para cubrirse. Traía encima el olor húmedo de la selva, y afuera las gotas rebotaban en las hojas con un -pim, pam, pum- constante.
No había pasado mucho desde que Anaís y Efraín se acomodaron cuando aquel grupo de gente llegó siguiéndolos.
Viviana llegó haciéndose notar, exagerada como siempre.
-¡Vaya, pero qué lluvia! Se soltó de repente. ¡Rápido, prendan fuego aquí! Necesito secar mi
ropa.
El espacio era suficientemente grande. Anaís ya tenía su fogata justo en el centro.
Sin ningún reparo, Viviana empezó a ordenar a los demás que encendieran otra fogata a un lado. Liam, que no parecía tener mucha paciencia, le soltó:
-Hazte tantito para allá.
Viviana echó una mirada rápida a Efraín, se le notó un aire nervioso, como si de pronto le diera
pena.
-No, yo quiero estar aquí -se aferró, cruzada de brazos.
Anaís, en ese instante, se arrepintió de haber ido a curiosear. Ahora tenía encima a un montón de gente indeseada.
Así que, sin más, se acomodó recostándose sobre las piernas de Efraín, cerró los ojos y decidió ignorar a todos.
La fogata de Viviana ya ardía, a apenas dos metros de la suya. Al ver lo cerca y acaramelados que estaban Anaís y Efraín, no pudo evitar soltar el veneno:
-¿No que eres el prometido de Nerea? ¿Y aquí andas muy a gusto, abrazado de otra? Eso no se ve bien, ¿eh? Nerea es bien celosa, aguas, no vaya a ser que te metan en problemas.
Viviana sabía que Efraín tenía cierta reputación, pero también que la familia Marín le daba todo a Nerea. Si alguien la hacía enojar, se las vería negras con ellos.
Anaís escuchó el comentario, pero en vez de molestarse, se giró y usó la pierna de Efraín como almohada. Con una sonrisa traviesa, le pellizcó la quijada.
Efraín apenas le dedicó una mirada, y luego volvió a observar el fuego, como si nada pasara.
Anaís curvó los labios, divertida.
-¿Y esa Nerea quién es? No la conocemos.
Viviana se puso colorada de coraje, sintiéndose burlada.
10.52
Capítulo 828
-¡Por favor! Efraín tiene fama en Estados Unidos, hasta le hicieron una entrevista exclusiva en la tele, todos lo sabemos. No creas que nos engañas.
Anaís recordó los dos años que él estuvo en el extranjero recuperándose. Escuchó que allá también se la pasaba trabajando sin descanso.
Bajo la mirada, soltó suavemente la quijada de Efraín y habló con calma, casi en susurro.
-Sí, es Efraín. Pero no es el prometido de nadie. Es mi esposo, ya estamos casados, con papeles y todo.
Y dicho eso, volvió a cerrar los ojos.
Viviana sintió como si un rayo le partiera la cabeza. ¡No podía ser!
¿Cómo podía Efraín haberse casado con otra? Si apenas hacía unos días Nerea andaba presumiendo que en menos de un mes Efraín se iría a Estados Unidos a casarse con ella.
Respiró hondo, incrédula, y mirando directo a Efraín preguntó:
-¿Es cierto lo que dice?
Efraín, que casi nunca gastaba palabras con extraños, esta vez respondió, sin emoción:
-Sí.
Viviana frunció el ceño, decepcionada, y soltó un suspiro.
-Entonces parece que Nerea me mintió. Igual y sí anda tras de ti… Ten cuidado, porque aunque seas muy bueno, si la familia Marín decide armar escándalo, la que va a salir perdiendo es la que tienes en brazos.
Anaís, mientras tanto, se dio cuenta de que Viviana, aunque medio tonta y de carácter fuerte, no parecía mala persona.
La que sí le daba mala espina era Mónica. Durante el lío de hace rato, fue la primera en mencionar a Nerea apenas se sintió amenazada. Y apenas lo hizo, los otros hombres del grupo -que venían de familias estadounidenses- de inmediato pusieron mala cara respecto a Nerea.
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