Capítulo 12 ¿Me estás
amenazando
Rachel quería hablar, pero estaba tan roja que parecía que iba a estallar. Apenas podía
respirar.
La voz de Maddox retumbó en el aire, llena de furia. “¡Maldita sea! A todos les das una segunda oportunidad, pero a mí quieres destruirme. Te di la opción y la desperdiciaste. Bien, entonces no me culpes por lo que venga después. Esto te lo has buscado tú sola”.
La vista de Rachel se nubló. Sus pulmones ardían en busca de oxígeno, y su cuerpo se volvía
cada vez más liviano. Sentía cómo la conciencia se le escapaba de las manos.
Pero en medio de esa desesperación, sus ojos se posaron en su celular.
La llamada con Brian seguía activa.
Con lo último de su fuerza, estiró una mano temblorosa y logró susurrar con un hilo de
voz: “Brian… ayúdame…“.
Al otro lado de la línea se escucharon voces.
Tracy habló con ligereza. “Brian, sonó tu celular. Lo tomé por ti, espero que no te moleste“.
“¿Quién era?“, preguntó él, sin mucho interés.
“Rachel. Seguramente algo del trabajo“.
Brian suspiró, fastidiado. Últimamente, todas sus conversaciones con ella giraban en torno al trabajo y no tenía ganas de lidiar con eso.
“Lo colgué sin querer. Tal vez deberías devolverle la llamada“, sugirió Tracy con un tono
casual.
Pero la llamada aún seguía en curso.
Rachel entendió que Tracy lo había hecho a propósito. Quería que escuchara esa conversación.
Era un golpe certero, calculado para sembrar discordia.
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Capítulo 12 ¿Me estás amenazando
Y funcionó.
La voz de Brian sonó indiferente. “Olvídalo. Si es importante, volverá a llamar“.
Para él, si solo se trataba de trabajo, Rachel insistiría.
“Bueno“.
Con una sonrisa brillante y dulce, Tracy finalizó la llamada y le devolvió el celular.
Rachel cerró los ojos. Un peso aplastante de desesperanza se asentó en su pecho.
Una lágrima solitaria rodó por su mejilla.
Dejó de resistirse. Maddox no tenía intención de soltarla.
“¡Rachel, que te jodan!“.
Sus manos se cerraron con más fuerza alrededor de su cuello, decidido a acabar con ella.
Pero en ese instante, Samira abrió los ojos de golpe. La sangre aún goteaba por su rostro, pero
no había tiempo para preocuparse por su propio dolor.
“¡Maddox, no seas estúpido!“, gritó. “Podemos arreglar esto. No estás en la ruina, ¿cierto? Seguro encontramos una solución“.
Él soltó una risa fría y burlona. “¿Arreglar? ¿El qué? ¿Tú crees que soy idiota? En esta empresa, los traidores no reciben segundas oportunidades. ¿De verdad crees que recibiré un
trato especial?“.
“Lo sé“, respondió Samira con rapidez, firme a pesar del miedo reflejado en sus ojos. “Pero alguien sí puede darte una. Brian White tiene esa autoridad“.
Esas palabras hicieron que un destello de duda cruzara la mirada oscura de Maddox.
Su rabia seguía ahí, pero vaciló lo suficiente.
Aflojando su agarre sobre Rachel, la miró con frialdad. “Ve y dile que venga. Cinco minutos. Si Brian no aparece, la mataré“.
Rachel aspiró una bocanada de aire con desesperación.
“Maddox, sé que esto es difícil para ti, pero escúchame. Si sigues por este camino, acabarás hundiéndote más. Suéltame antes de que sea demasiado tarde“.
Ella conocía a Brian.
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Capítulo 12 ¿Me estás amenazando
Nada lo enfurecía más que sentirse acorralado, sobre todo cuando se trataba de negocios.
Incluso si Maddox tenía la ventaja ahora, él lo aplastaría después.
“¡Cierra la maldita boca!“.
Sin previo aviso, Maddox sacó un cuchillo.
La hoja fría presionó contra la garganta de Rachel y su filo se hundió levemente en su piel.
Su mirada se oscureció con una determinación feroz. “Si intentas algo, te haré pedazos“.
“¡Está bien, está bien! Cálmate. ¡Voy ahora mismo!“.
Samira no perdió ni un segundo más.
Se dio la vuelta y salió disparada hacia el piso de arriba.
Al llegar, golpeó la puerta con fuerza, sin aliento. Y cuando esta se abrió, se encontró cara a
cara con Tracy.
Ella ya sabía lo que estaba pasando.
Y vio la oportunidad perfecta.
Si Rachel moría en el trabajo sin que nadie pudiera rastrear lo ocurrido, sería ideal.
No había forma de que dejara entrar a Samira.
“¿Es… está el señor White? Necesito verlo ahora mismo“.
“No está“, respondió Tracy sin inmutarse.
“Es urgente. Es cuestión de vida o muerte“.
Samira no era fácil de engañar. Mientras hablaba, inclinó sutilmente la cabeza, intentando ver más allá de la puerta.
La expresión de Tracy se ensombreció de inmediato.
“Oye, ¿cómo te atreves?“, espetó con desdén. “Te dije que no está aquí. ¿Acaso eres sorda?“.
Su tono rebosaba irritación, pero Samira no retrocedió.
Salvar a Rachel era lo único que importaba.
Y por la reacción de Tracy, estaba claro que Brian sí estaba dentro.
“Disculpe, fue grosero de mi parte. Me voy“, dijo con un tono más suave, fingiendo
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<Capítulo 12 ¿Me estás amenazando arrepentimiento.
Tracy bajó la guardia, satisfecha.
Pero en el segundo siguiente, la otra se abalanzó sobre ella, empujándola a un lado y corriendo dentro de la oficina. “¡Señor White! ¡Soy la asistente de Rachel Marsh! ¡Debo hablar
con usted ahora!“.
Tracy reaccionó de inmediato, tomándola del brazo e intentando arrastrarla de vuelta a la
salida.
Pero Samira se resistió y su voz retumbó en el pasillo: “¡Rachel está en peligro! ¡La tienen a punta de cuchillo! ¡Por favor, tiene que salvarla!“.
Justo cuando estaba a punto de ser expulsada, Brian finalizó la teleconferencia.
La puerta se abrió de golpe y su figura imponente se alzó, cubriendo a Samira con su sombra.
Su voz, fría como el acero, rompió la tensión. “Repítelo. ¿Qué le pasó a Rachel?“.
Samira, aún sin aliento, tartamudeó: “Maddox… tiene un cuchillo en su cuello… Dice que quiere verlo“.
“Llévame con él. Ahora“.
“Yo voy también“, dijo Tracy, avanzando con determinación.
Justo cuando estaban por entrar al ascensor, este se quedó atascado.
Samira contuvo la respiración, el pánico apoderándose de ella.
“¿Qué hacemos? Maddox dijo que solo esperaría cinco minutos y…“.
“Quisiera verlo intentarlo“, gruñó Brian con puños apretados.
A la débil luz de emergencia, una sutil sonrisa se dibujó en el rostro de Tracy.
Esta se giró hacia él con voz suave y tranquilizadora.
“Brian, mantenga la calma. Rachel sigue en sus manos. Si entramos en pánico, ella será quien pague el precio“.
Brian no dudó ni un segundo. “Vayamos por las escaleras“.
Y sin más, avanzó con pasos firmes e implacables.
Mientras bajaban apresurados, Samira le explicó lo sucedido en detalle.
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< Capítulo 12 ¿Me estás amenazando
La voz de Brian se volvió tan fría que parecía letal: “Maddox Clarkson acaba de firmar su
sentencia“.
¿Cómo se atrevía ese desgraciado a ponerle una mano encima a su mujer?
Dentro de la oficina de Rachel, Maddox miró el reloj. “Cuatro minutos y cuarenta segundos“.
Sonrió con burla. “Diez segundos más. Nueve… ocho… tres…“.
Su agarre en el cuchillo se tensó. “Parece que este es tu final“.
Justo cuando estaba a punto de actuar, la puerta se abrió de golpe con un estruendo.
Brian apareció en el umbral, con una mirada gélida y una furia asesina en los ojos.
Sus puños estaban listos para destruir. “Te doy tres segundos. Suéltala. O juro que no vivirás
para arrepentirte“.
Maddox se tensó, sorprendido por la intensidad de la furia de Brian.
Pero la impresión le duró apenas un instante antes de recomponerse. Alzó la barbilla con aire
desafiante.
“Un millón. Ese es el precio. Sin dinero, no hay trato“.
Brian apretó la mandíbula, su voz salió entre dientes como una advertencia contenida. “¿Me
estás amenazando?“.
El empleado sonrió con confianza.
“Vamos, señor White. El Grupo White puede ser intocable, pero ¿qué pasaría si un empleado muere bajo tu supervisión y la prensa se entera? Solo la caída en bolsa le costaría mucho más de un millón. Piénsalo bien, es un trato bastante razonable“.
Los nudillos de Brian crujieron al cerrarse en puños. La presión era tanta que parecía que su piel iba a ceder.
Rachel tenía razón. No había nada que detestara más que una amenaza.
Y Tracy, siempre oportunista, lo sabía también.
Dio un paso al frente con una expresión serena y una voz suave.
“Maddox Clarkson, ¿verdad? Si lo único que necesitas es una moneda de cambio, está bien. Suéltala y yo ocuparé su lugar“.
Los labios de Rachel se curvaron en una suave sonrisa. Qué mujer tan retorcida.
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Capítulo 12 ¿Me estás amenazando
Salvarla era solo una excusa. El verdadero juego aquí era demostrar su valía ante Brian.
Para ser sincera, Rachel también sentía curiosidad.
Entonces, se volvió hacia Brian y dijo con una nota de intriga en la voz: “La señora Haynes es
increíblemente desinteresada. Debería estar agradecida. En ese caso, ¿por qué no dejar que me reemplace? ¿Qué opinas, señor White?“.
Su mirada se ancló en la de él. En ese momento, quería conocer la respuesta tanto como cualquiera en la habitación.
Con ambas mujeres en peligro, ¿a quién elegiría Brian?
¿A ella o a Tracy?