Capítulo 16 Rachel se ha
mudado
“Nada“, replicó Rachel con frialdad.
Tracy, rechazada por segunda vez, comenzaba a perder la tranquila. Intentó ocultar su imitación tras una sonrisa que se tomó rígida cuando se inclinó hacia ella.
“Rachel, me da la sensación de que Brian no ha pasado mucho tiempo en casa últimamente,
¿me equivoco?“.
El corazón de Rachel se encogió por un instante, pero su expresión no se alteró.
“Ese es un asunto que no te concierne“, respondió sin titubear.
Sin darle oportunidad de continuar la conversación, se metió en el ascensor y presionó rápidamente el botón para cerrar las puertas, dejando a Tracy sola en el pasillo.
mantener la
Afuera, Tracy hervía de rabia. Se esforzaba por mantener la la impotencia
compostura, pero de no poder contraatacar la consumía..
Cuando Rachel llegó a su oficina, su fachada de indiferencia comenzó a resquebrajarse.
Cada vez le resultaba más evidente que Brian estaba perdiendo la paciencia. Apenas se fue ella, él se había mudado con Tracy. Sus acciones fueron más desesperadas de lo que ella había anticipado.
De lo contrario, ¿cómo explicaba que Tracy supiera que Brian no dormía en casa desde hacía cinco días?
Rachel repasó los hechos una y otra vez hasta que una conclusión inevitable se impuso en su
mente.
“Señorita Marsh, aquí tiene su café“, anunció Samira al entrar con una taza humeante.
Al tomarla, Rachel se derramó accidentalmente el café caliente encima.
El ardor fue inmediato.
Su ayudante reaccionó al instante, sujetándola del brazo, “Rápido, pongamos su mano bajo
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el agua“.
Aturdida, Rachel la siguió hasta el baño y puso la mano bajo el grifo, sintiendo cómo el agua
fría calmaba la quemazón.
Su mente divagaba, imaginando a Brian con Tracy.
Cuanto más pensaba en ello, más le oprimía el pecho.
Sabía que la única forma de sofocar ese dolor era sumergirse de lleno en el trabajo.
Esa noche, Brian tenía que asistir a una gala benéfica.
Antes, Rachel siempre elegía su atuendo para estos eventos, pero ahora la comunicación entre ellos era prácticamente nula.
Por eso, Ronald se encargó de la tarea.
Sin embargo, a pesar de haberle mostrado varias opciones, ninguna parecía satisfacer los exigentes estándares de Brian.
Las encontraba demasiado oscuras, pasadas de moda o con corbatas que no combinaban.
Siempre tenía una objeción.
Tras ver cómo rechazaba el sexto conjunto, Ronald suspiró con resignación y se dispuso a salir de la oficina. En ese momento, apareció Tracy.
Al notar la frustración en el rostro de Ronald, preguntó con curiosidad: “¿Qué pasa? Pareces molesto. ¿Tiene algo que ver con Brian?“.
A Ronald no le agradaba particularmente ni le desagradaba Tracy, pero, tras dudar un instante, terminó contándole la situación.
Ella sonrió con confianza. “Ah, pensé que era algo serio. No te preocupes, yo me encargo“.
Sin titubear, escogió varias combinaciones y las dejó sobre el escritorio de Brian.
Él levantó la vista y, con frialdad, preguntó: “¿Qué haces aquí?“.
Tal vez notando que su tono había sido demasiado cortante, añadió con un poco más de suavidad: “¿Te sientes mejor?“.
La mujer curvó los labios en una sonrisa juguetona. “Mucho mejor. De hecho, ya volví al trabajo. Mira, seleccioné algunos conjuntos para ti. ¿Qué te parecen?“.
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El rostro de Brian se endureció al instante.
“Ronald“, llamó con firmeza.
Su asistente apareció de inmediato, con una sonrisa profesional. “Sí, señor“.
Sin molestarse en ocultar su disgusto, Brian esparció las fotos por el suelo. “Parece que eres muy bueno delegando responsabilidades. Te pedí algo sencillo y, en lugar de hacerlo, decides pasárselo a ella. Apenas está recuperándose, ¿y ya la sobrecargas con esto?“.
Ronald sintió que la acusación era injusta.
Antes de que pudiera defenderse, Tracy intervino: “Brian, es un malentendido. Yo me ofrecí a ayudar. Pensé que sería divertido elegir algo bonito para ti. Además, quizá necesites compañía para el evento. Si quieres, puedo acompañarte…“.
Él la interrumpió antes de que terminara la frase.
Luego, se dirigió a su asistente. “No más rodeos. Me pondré el traje azul cielo que Rachel compró. Está en mi casa. Ve a buscarlo“.
Ronald, intentando evitar otra reprimenda, preguntó con cautela: “¿Quiere que le traiga alguna corbata en particular?“.
“Deja que Rachel la elija. Ella sabe cuál combina. Tráeme la que ella escoja“.
“Voy enseguida“, respondió su asistente con alivio. Exhaló profundamente y salió de la oficina sin perder tiempo.
Ahora, Brian y Tracy estaban solos.
El rostro de ella se ensombreció. Se mordió el labio, frustrada y decepcionada.
“Brian, ¿me estás evitando?“, preguntó.
“Le estás dando demasiadas vueltas“, replicó Brian, con el humor agrio de los últimos días.
Para ser exactos, desde su discusión con Rachel, no había estado de buen humor.
Y, para su sorpresa, ella se estaba mostrando mucho más terca de lo que esperaba. No se
había puesto en contacto con él en cinco días.
Antes, no podía pasar ni cinco horas sin buscar la manera de reconciliarse, ya fuera con una disculpa o con un pequeño detalle.
Pero ahora, lo ignoraba por completo.
Capitulo 16 Rachel se ha mudado
“Sobre tu cita de esta noche…“. Tracy intentó abordar el tema una vez más.
“Aún estás recuperandote. No deberías salir. Quédate en casa y descansa unos días más. No
te preocupes por nada más“. Brian volvió a rechazar su sugerencia.
El rostro de ella se ensombreció por la incredulidad.
No esperaba un rechazo tan directo.
Después de haberle salvado la vida, estaba convencida de que Brian se quedaría a su lado, cuidandola con esmero y atendiéndola por completo.
Pero en cuanto pudo, él volvió con Rachel.
A pesar de todos sus esfuerzos, no pudo retenerlo.
Y luego, él se había marchado de viaje de negocios.
Apenas había regresado esa mañana.
El resentimiento de Tracy creció aún más. Creyó que esta era su gran oportunidad para apartar a Rachel de la vida de Brian, pero todo estaba saliendo al revés.
Nada iba como lo había planeado.
“¿Algo más?“, preguntó Brian.
“¡No, nada!“, exclamó ella.
“Entonces puedes irte“.
Mientras tanto, Ronald llegó a la casa de Brian.
Se detuvo frente a la puerta y llamó varias veces a Rachel, pero no obtuvo respuesta.
Sin otra opción, usó la clave de acceso y entró.
Pensó que encontraría el traje sin dificultad.
Pero, por más que buscó, no había rastro de ese conjunto.
Al ver que era imposible localizarlo, decidió regresar y dar parte a su jefe.
Cuando Brian escuchó la noticia, su expresión se volvió sombría.
“¿Me estás diciendo que no lo encontraste? ¿Dónde está Rachel? ¿Por qué no le pediste a ella que lo diera?“.
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Su asistente tragó saliva antes de responder: “La llamé varias veces, pero no contesta“.
“Insiste. No pares hasta que lo haga“.
Roland contestó: “Ya lo hice ocho veces. Pues, hay algo más… Parece que se ha mudado“.
“¿Qué dices?“, replicó su jefe, conteniendo a duras penas su ira.
“Por lo que vi, ya empacó y se fue. Solo queda su ropa en el armario; las cosas de la señorita Marsh ya no están“.
Brian se quedó en silencio.
Cuando finalmente habló, su voz era gélida y amenazante: “Repite lo que acabas de decir. ¿
A dónde se ha ido?“.
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