Capítulo 32 Solo me
amarás a mí
De repente, Brian apretó más fuerte alrededor de la barbilla de Rachel y hundió los dedos lo suficiente para mantenerla inmóvil.
“Rachel, si no hubiera aparecido, ¿habrías dejado que ese pasante te llevara a casa? ¿Lo habrías dejado quedarse contigo?“.
Rachel sintió que la furia la consumía. ¿Cómo podía reducirla a esto? ¿Menospreciarla como si no significara nada?
Su pecho se oprimió, pero aun así forzó una risa amarga. “¿Te das cuenta de lo cruel que eres?“, preguntó.
Él siempre había sido gentil y considerado cuando se trataba de Tracy.
Pero con ella lo único que hacía era señalarle defectos, como si no pudiera soportar su
existencia.
Dejó escapar un suspiro lento y su voz sonó vacía al decir: “Trey tenía razón. Si un hombre no ama a una mujer, siempre la verá como una carga“.
El rostro de Brian se oscureció, y su ira nubló cualquier vestigio de razón.
“Parece que ahora eres bastante cercana a él“, dijo con un tono peligrosamente agudo. “Se suponía que estarías en el hospital con Jeffrey. Ni siquiera pensabas venir esta noche. ¿Qué pasó? ¿Cambiaste tus planes solo por ese hombre?“.
La joven lo miró fijamente y alzó la barbilla en un gesto desafiante. “¿Y si lo hice?“.
Un repentino sonido de su vestido rasgándose rompió la tensión del aire.
“Estaciona el auto y sal“, ordenó Brian, furioso.
Sin dudarlo, Ronald detuvo el auto, salió y desapareció en la noche.
El pulso de Rachel latía con fuerza cuando se encontró con la mirada inyectada en sangre de Brian. Estaba desquiciado.
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Capítulo 32 Solo me amarás a mí
Un nudo de temor se formó en su estómago, obligándola a retroceder instintivamente.
Mientras forcejeaban, algunos mechones de su cabello cayeron sobre su rostro en desorden.
El leve rubor en su piel, provocado por el alcohol, la hacía lucir aún más atractiva.
Brian la sujetó con más fuerza por la cintura y la atrajo firmemente hacia su regazo.
Con una mano le inmovilizó las muñecas tras la espalda y con la otra la acercó más, hastal que sus narices casi se rozaron.
En el estrecho espacio entre ambos, sus respiraciones se mezclaban, cálidas y entrecortadas.
Sus labios, rojos y tentadores como bayas maduras, eran un peligroso anzuelo.
Su garganta se contrajo. Sin dudarlo, Brian bajó la cabeza y capturó su boca en un beso
abrasador.
Rachel lo mordió con fuerza en un intento de resistirse, pero él no cedió. Su boca la dominó con fiereza, y sus manos se deslizaron bajo su vestido, arrancándolo con una determinación inquebrantable.
La joven desvió la mirada hacia la ventana. Afuera, la oscuridad se extendía hasta donde
alcanzaba la vista.
Solo entonces el miedo se apoderó de ella por completo.
“Brian, ¡detente! ¡Te dije que pares!“.
Pero él no escuchó.
Hasta el final, Rachel sollozó temblando, mientras su voz se quebraba en una súplica: “¡Lo siento! No lo volveré a hacer. Solo… No aquí. No en el auto, por favor, ¿de acuerdo?“.
Ronald seguía afuera. La humillación era insoportable.
Solo entonces Brian liberó sus muñecas y deslizó la nariz por su cuello. “¿Lo sientes?“, susurró en voz baja, peligrosa. “¿Exactamente qué crees que hiciste mal?“.
Rachel se aferró a él, con la voz temblorosa entre sollozos. “Yo… no debí decir esas cosas para provocarte y… y no debí cantar una canción de amor con Trey“.
“¿Y qué más?“.
¿Qué más?
¡Nada!
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<Capítulo 32 Solo me amarás a mí
¡No había nada más!
Los labios de Brian rozaron su hombro antes de hundirse en su piel. “Mírame a los ojos y dime que me amas. Di que solo me amarás a mí, ¡para siempre!“.
“Yo… Te amo. Solo a ti“.
No era justo. Brian no la amaba, pero la obligaba a ella a decirle que lo amaba. ¿Cuándo se había vuelto tan posesivo, tan controlador?
Unos minutos después, Ronald regresó al auto.
El vestido de Rachel estaba casi destrozado por completo.
Ella se acurrucó, enterrándose en la chaqueta del traje de Brian, luciendo indefensa y frágil.
Cuando salieron del auto, Brian la cargó en sus brazos. El viento helado azotó sus piernas desnudas, haciéndola estremecer violentamente.
“¿Tienes frío?“, preguntó él, rozando su mejilla con la de ella.
“Sí…“.
Tan pronto como esas palabras salieron de su boca, una cálida sensación empezó a envolver sus tobillos.
Antes de que pudiera reaccionar, él tomó sus pies con delicadeza, y el calor se extendió desde sus manos hasta su piel.
Rachel lo miró con incredulidad. “Tú…“.
“¿Qué?“.
“¡Mis pies!“.
“No solo tus pies, Rachel. Eres mía, completamente“.
De regreso a casa, Brian la llevó directo al baño.
Tras días sin intimidad, su deseo ardía incontrolablemente. Rachel apenas podía seguirle el
ritmo.
Desde la ducha hasta la cama y viceversa, se aferró a él con fuerza, mientras sus uñas
dejaban finas marcas en su ancha y esculpida espalda.
Solo cuando ella perdió el conocimiento por el agotamiento, él la dejó descansar por fin.
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<Capítulo 32 Solo me amarás a mí
Cuando despertó, la luz del sol inundaba la habitación. Brian ya se había ido.
El vibrar de su celular la sacó de su ensueño. Era un mensaje de él: “Me voy a trabajar“.
Mientras se preparaba para salir, su celular sonó de nuevo. Era Eric. Su voz llegó a través de la línea, diciendo que había avances en el caso de custodia de Jeffrey.
“Muy bien, dime dónde nos vemos. Iré en cuanto pueda“.
“El mismo lugar que la última vez“.
“Está bien“.
Cuando llegaron al punto de encuentro, ella notó que la expresión del abogado estaba
marcada por la incertidumbre.
Rachel no perdió el tiempo. “Eric, dilo sin rodeos. Sea lo que sea, puedo manejarlo“.
“Como tu abogado, hablé con tu padre. Han puesto una condición“.
“¿Cuál?“.
La exigencia era tan desorbitada que incluso Eric, a pesar de su experiencia con incontables
casos, vaciló antes de decirla en voz alta.
“Asegura que la oferta de la familia White es demasiado baja, considerando que estás a
punto de casarte con el señor White. Quiere cien millones de dólares, dos casas y diez autos
de lujo. Además, exige acciones del Grupo White“.
Rachel tomó un sorbo de café, tranquila.
A diferencia de él, que parecía completamente atónito, ella no mostró la menor sorpresa.
“¿No te sorprende?“.
“No hay nada sorprendente en eso“, respondió con frialdad. “Me crió, sí, pero siempre me vio como una fuente de dinero, algo que podía exprimir a su conveniencia. Ahora que me casaré con Brian, esta es su gran oportunidad para sacar provecho. Por supuesto que pediría una
cantidad absurda“,
Sabía que su padre impondría condiciones.
Por eso nunca había vuelto a casa a hablar de la boda.
Pero la avaricia de Moira y Thorpe había superado incluso sus peores expectativas.
Ni hablar de la familia White; ella misma jamás aceptaría semejante chantaje.
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Capítulo 32 Solo me amarás a mí
“¿Hay alguna alternativa aparte de negociar?“, preguntó ella, con voz firme.
“Sí. Puedes emprender acciones legales. Pero si sigues ese camino, tu padre y tú acabarán enfrentándose en los tribunales, y cualquier lazo familiar que quede podría romperse definitivamente. ¿Has pensado en eso?“.
“No hay nada que pensar. Procede con la demanda“.
Sin importar el costo, debía lograr la custodia de Jeffrey.
“Está bien, seguiremos adelante con esa estrategia. Pero incluso si el juicio se desarrolla a tu favor, es probable que tu padre inicie otra demanda para reclamar los gastos médicos que cubrió para tu hermano. Según mis cálculos, suman aproximadamente dos millones“.
Rachel asintió con calma y declaró: “Lo resolveré. Buscaré la manera de conseguir el dinero.
Gracias, Eric“.
“De nada“.
Más tarde, Rachel fue a la oficina de Brian.
Al entrar, vio que no había nadie excepto Brian. Dudó por un instante antes de levantar la
voz: “¡Señor White!“.
Brian alzó la mirada y, al ver que estaban solos, le hizo un gesto para que se acercara.
La joven avanzó sin protestar y permitió que él la sentara sobre su regazo.
“¿Te duele? ¿Te has hecho daño en alguna parte?“, preguntó él en voz baja.
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