Capítulo 6 ¿A quién elegiría
Debby soltó una risa aguda y sarcástica mientras sacudía la cabeza como si acabara de oír la
cosa más absurda del mundo.
“No te convencerás hasta que la realidad te golpee en la cara, ¿verdad?“.
“¡Tal vez!“, respondió la joven, encogiéndose de hombros.
Aun así, si alguna vez llegara el día en que Brian le pidiera que se fuera y le dijera que se quedaría con Tracy porque la amaba de verdad, no le rogaría.
Se alejaría sin mirar atrás, y desaparecería de su mundo por completo.
Sin embargo, ese día aún no había llegado y, en ese momento, no tenía la intención de
separarse de él.
Los días siguientes se sintieron como un abismo de silencio entre Rachel y Brian.
Ninguno cedió; su orgullo y su dolor formaban una barrera invisible.
Preocupada de que la abuela de Brian pudiera percibir su tristeza, Rachel inventó una excusa para regresar a casa al día siguiente.
Había planeado volver al trabajo el lunes siguiente, pero el destino tenía otros planes…
La madrugada del viernes, una llamada urgente de su asistenta la despertó. “¡Señorita Marsh, Titan Innovations rechazó repentinamente nuestro diseño! Ahora, la firma del contrato con ellos está en peligro“.
“¡No puede ser!“. Los instintos profesionales de Rachel entraron en acción. “Voy para allá de
inmediato“.
Sin perder ni un minuto, corrió a la empresa. Siempre iba impecable, pero ese día lucía un
poco desaliñada por la prisa.
En cuanto se abrieron las puertas del ascensor con un suave sonido, entró sin siquiera dirigirle la vista a los ocupantes.
Su corazón dio un vuelco cuando vio que Brian estaba allí con Tracy a su lado.
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El orgullo la mantuvo anclada en el lugar; no había hecho nada malo que justificara su retirada.
Se dio la vuelta y les dio la espalda, mientras el silencio descendía como una cortina pesada.
El persistente olor a tabaco la envolvió, lo que indicaba que Brian acababa de fumar un cigarrillo.
La voz dulzona de Tracy rompió el silencio: “Brian, sé que eres un fumador social, pero aun así es perjudicial para tu salud. Por favor, trata de fumar lo menos posible“.
“Está bien, lo haré“, contestó él de inmediato y con un asentimiento.
Ese simple intercambio se retorció como un cuchillo en el corazón de Rachel.
¿Cuántas veces le había hecho la misma petición, solo para ser rechazada con una respuesta
fría?
“Rachel, a los hombres no les agrada que las mujeres los controlen. ¡Conozco mis propios
límites!“.
Ese contraste le dejó un sabor amargo en la boca.
Rachel obligó a su mirada a permanecer en los números de la pantalla del ascensor. Unos
cuantos pisos más. Solo un poquito más.
En ese momento, la voz de Tracy destrozó su concentración. “Rachel“.
La aludida permaneció en silencio, fingiendo sordera.
Ante eso, la otra se volvió hacia Brian y le preguntó con preocupación: “¿Se pelearon tú Rachel? Si yo fui el motivo, debo disculparme. No arriesgues tu relación“.
y
“No, no fue por ti. No te culpes“. La voz suave del hombre fue como otra traición para Rachel, ¡lo que la llevó a su límite!
Decidió que no permanecería en ese espacio confinado ni un segundo más de lo necesario.
Justo cuando las puertas estaban a punto de abrirse, las luces parpadearon y el ascensor se
quedó en absoluta oscuridad. Una fracción de segundo después, ¡el ascensor se sacudió
violentamente y comenzó a caer en picado!
Ante eso, el corazón de Rachel dio un vuelco. El pánico la invadió y, sin pensar, extendió la
mano en la oscuridad, buscando a su prometido.
Sin embargo, sus dedos se perdieron en el vacío,
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“¡Brian!“, exclamó con voz temblorosa.
La única respuesta que obtuvo fueron los sollozos frenéticos de Tracy. “¡Brian, ¿qué está sucediendo? ¡¿Vamos a morir?! ¡Tengo mucho miedo! ¡Abrázame, Brian!“.
Rachel también estaba aterrorizada. El vacío negro que la rodeaba hizo que sintiera una opresión en el pecho y que un sudor frío empapara su columna. Siempre le había tenido
miedo a la oscuridad.
Su cuerpo temblaba violentamente, su respiración era superficial y su corazón latía tan fuerte que apenas podía oír algo más.
Entonces, a través del caos, la voz firme de Brian se abrió paso: “No tengas miedo. Dame tu
mano“.
Al oír eso, Rachel sintió que su respiración se entrecortaba. Sin dudarlo, extendió la mano, esperando que ese calor familiar la anclara.
Pero, se equivocó, porque su mano no agarró nada.
Mientras el ascensor seguía cayendo en picado, Rachel se encogió, acercando las rodillas al pecho, presa de un miedo abrumador.
Se aferraba a su ropa con los dedos, mientras se mordía el labio inferior para protegerse del
pánico.
El tiempo se prolongó interminablemente, hasta que las luces del ascensor volvieron a
encenderse.
Cuando levantó la cabeza, el duro resplandor fluorescente reveló una escena que le atravesó el corazón: Tracy estaba acurrucada en el abrazo protector de Brian, mientras este le secaba las lágrimas con suma delicadeza.
El hombre no hizo ningún movimiento para distanciarse de la frágil figura de Tracy.
Incapaz de soportar más esa escena, Rachel se marchó a toda prisa.
Tal vez debido a su desesperada huida o por alguna lesión sufrida durante la caída del ascensor, un dolor abrasador le atravesó el tobillo cuando llegó a su oficina.
Sin embargo, el tormento emocional que abrumaba su corazón era insoportable en comparación con la agonía física.
Samira Bates, su asistenta, entró justo cuando Rachel estaba quitándose el zapato, dejando al descubierto una hinchazón enorme en todo su tobillo.
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El rostro de la asistenta se llenó de preocupación mientras corría hacia su jefa. “¡Oh, Dios mío! ¡Su tobillo luce terrible! ¡Iré a buscar un poco de ungüento!“.
“La situación de Titan Innovations tiene prioridad“, declaró Rachel, dejando de lado su dolor. “Cuéntame qué está pasando“, instó.
Samira le entregó una pila de documentos con expresión seria, al mismo tiempo que informaba: “Hemos descubierto algo inquietante. Una pequeña empresa ha presentado un diseño casi idéntico al nuestro, pero a un precio significativamente más bajo, lo que ha
llevado a Titan Innovations a reconsiderar la colaboración con nosotros. Aquí está su
propuesta“.
Las manos de Rachel temblaban incontrolablemente mientras examinaba los diseños.
Eso no fue mera inspiración, ¡sino un plagio flagrante!
“¿Tienes la dirección de esa compañía?“.
“Sí“, contestó Samira.
A pesar del dolor punzante, Rachel se puso el zapato y se levantó. “Vayamos a verlos“.
“¿No cree que deberíamos reconsiderarlo? Como se ha lesionado, debería guardar reposo. Esto puede esperar un par de días“, sugirió Samira.
Tenía toda la razón.
A pesar de que su sugerencia era bien intencionada, solo sirvió para fortalecer la
determinación de Rachel.
A diferencia de Tracy, que encontró apoyo inmediato a su regreso al país, Rachel había alcanzado su cargo de gerente gracias a su gran determinación.
No podía darse el lujo de descansar, ni siquiera por un momento.
En la oficina del CEO, la voz de Tracy denotaba preocupación cuando comentó: “Brian, respecto al incidente del ascensor, tal vez debería hablar con Rachel. Se veía muy molesta. Odiaría que
tuvieran algún malentendido por mi culpa“.
La expresión del hombre permaneció impasible mientras levantaba la mirada. “Ya puedes irte. Yo me encargaré de eso“.
Después de la partida de la chica, Brian intentó comunicarse con Rachel, pero ninguna de sus llamadas obtuvo respuesta.
Al final, decidió llamar a Samira.
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“¿Hola? ¿Quién habla?“, respondió la asistenta en tono profesional.
“Soy Brian White“.
¿Brian White?
La pobre mujer casi sufrió un infarto. No podía creer que fuera el CEO de la empresa. Pero ¿ por qué llamó a su celular?
Su voz tembló de incredulidad cuando le preguntó: “Señor White, ¿cómo puedo ayudarlo?“.
“Tu gerente, Rachel Marsh, no responde su celular. Necesito hablar con ella“, respondió el
hombre directamente.
Temblando de nerviosismo, Samira corrió hasta Rachel y, bajando la voz, informó educadamente: “El señor White quiere hablar con usted“.