Capítulo 112
Andrés respondió con tono monótono: -Estuvo bien.
Después de aquel incidente, el ambiente íntimo se desvaneció sin dejar rastro.
El corazón de Luisa, que latía descontroladamente, retornó a la normalidad, y el rubor en su rostro se disipó. Ella tosió tácticamente un par de veces y dijo con una calma fingida: -Oye, tengo un poco de hambre, ¿por qué no pedimos algo para desayunar?
Los ojos de Andrés brillaron con una sonrisa, —¿No dijiste que querías ver si tenía algún problema en ese aspecto?
Luisa sacudió la cabeza como un tamborileo, suplicando rápidamente: —¡Me equivoqué, realmente me equivoqué, Andi, estaba hablando sin pensar, seguro que no tienes ningún problema!
La voz de Andrés era suavemente ronca y tentadora, -¿Cómo sabrás eso si no lo intentamos?
La chica mordió su labio, mirando hacia abajo a la punta de sus pies, con un aire de admitir su
error, -De todos modos, sé que me equivoqué…
Andrés sonrió.
Su Luisita era tímida, mejor no molestarla más.
Andrés no la incomodó más y pidió el desayuno.
Después del desayuno, Andrés le habló a Luisa sobre ir a Cerro de la Luna para ver la lluvia de
meteoritos al día siguiente.
Como él esperaba, a Luisa se le iluminó la cara al oír sobre la lluvia de meteoritos y dijo entusiasmada: -¡Nunca he visto una lluvia de meteoritos antes! ¡Vamos! Claro que sí,
también invitaré a Fernanda y Catalina.
Andrés asintió sonriendo.
En realidad, solo quería pasar tiempo a solas con ella.
Pero no había manera, a Luisita le gustaba la compañía y pensó inmediatamente en sus dos mejores amigas para ver la lluvia de meteoros.
Recordando una experiencia desagradable que Luisa tuvo con Valentina en el hipódromo, Andrés sintió que era necesario informar a Luisa de que Valentina también asistiría esta vez.
Después de todo, Valentina era su hermana y, cuando Luisa se casara con él, también sería su hermana política, no podían dejar que un incidente desagradable impidiera que Luisa y
Valentina volvieran a relacionarse.
Capítulo 112
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-Luisita, mañana cuando subamos a la montaña, mi hermana también irá, ¿te importa?
Luisa se detuvo, -¿Valentina?
Andrés asintió suavemente, —Sí.
Recordando lo que ocurrió la última vez en el hipódromo, Luisa bajó la mirada, su ánimo cayó de repente, y su voz no era tan entusiasta como antes, -Oh, está bien, no me importa.
Andrés acarició la cabeza de Luisa, -Bien.
Sabía que su Luisita no era de las que guardan rencor.
Durante toda la mañana, los dos estuvieron en el sofá.
Luisa se encargaba de buscar guías en el celular, mientras Andrés se dedicaba a molestarla: un rato quería besos; otro, abrazos, y de vez en cuando soplaba aire caliente detrás de la oreja de Luisa para tentarla.
Luisa giró la cabeza fingiendo estar enojada, -Andrés, ¿puedes comportarte?
Andrés bajó la cabeza, sus cálidos y finos labios besaron el cuello de Luisa.
-Deja de molestar,– Luisa se movió hacia atrás, al mismo tiempo puso una mano en el pecho de Andrés, -Estoy buscando guías, si esto interfiere con ver la lluvia de meteoritos mañana,
te odiaré.
Los hombros de Andrés temblaron ligeramente, y soltó una risa baja, -Vaya, eso suena serio.
-Con lo raro que es ver una lluvia de meteoritos, definitivamente sí quiero ir a verla.
Andrés retiró la mano de Luisa de su pecho y se acercó nuevamente para besar el pálido cuello de ella, su cálido aliento se esparció en la base de su cuello, causándole cosquillas.
Luisa se encogió, riendo mientras intentaba empujar su rostro con la mano, que Andrés atrapó, besando la palma de Luisa, -Deja los planes y compras a mi asistente, no todos los días es fin de semana y puedes pasar tiempo conmigo.
La voz del hombre no era tan fría y distante como de costumbre, sino suave y melodiosa, casi
coqueta.
Luisa lo miró sorprendida, como descubriendo algo nuevo, -¿Acabas de hacer un berrinche?
Andrés no respondió, sino que se acercó para seguir besándola.
Sus delicados besos cayeron en el cuello de Luisa, provocándole un cosquilleo delicioso.