Capítulo 141
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Verdaderamente habían tenido relaciones sexuales.
Esta revelación dejó a Carlos al borde del colapso.
En su corazón, era como si alguien hubiera arrancado un trozo de carne a la fuerza, sangrante y dolorosamente asfixiante.
-Luisa, la voz de Carlos era ronca, con un claro tono de llanto, -te ruego, por favor no seas tan cruel conmigo. ¿Cómo pudiste…?
¿Cómo pudiste hacer el amor con otro hombre?
Esta frase era demasiado cruel para él; solo pensar en ello le causaba un dolor insoportable en el corazón, no podía decirlo en voz alta.
En ese momento, Carlos finalmente comprendió cuán profunda era su obsesión por Luisa y cuán fuerte era su deseo de posesión.
Durante los últimos veinte años, nunca había estado tan devastado y desesperado como ahora.
Una lágrima se deslizó de sus ojos, Carlos estaba tan angustiado que parecía que iba a
desmoronarse.
El viento invernal llevaba un frío que calaba hasta los huesos.
Carlos estaba parado en el frío viento, mirando a Luisa con ojos llenos de tristeza, como si fuera a desaparecer con el viento en el próximo segundo.
Luisa tenía la mandíbula tensa, su rostro era frío y la ira en sus ojos era claramente visible. Carlos, consideremos esto una separación amistosa; te he dejado con dignidad. Si sigues hostigándome de esta manera, no me culpes por no mostrarte piedad. —
–
–
Los ojos de Carlos destellaron con lágrimas, el lugar donde Andrés lo había golpeado estaba enrojecido.
-No-, la voz de Carlos era ronca, -Luisa, realmente me equivoqué, por favor vuelve, ¡te lo ruego… por favor!, Luisa…
El hombre estaba humillado hasta el fondo.
Ya no le importaba su dignidad, en este momento suplicaba humildemente a Luisa, llorando
como un niño.
Al verlo así, Luisa suspiró con resignación.
Se frotó las sienes, cansada. –Carlos, ¿qué sentido tiene esto? Estoy realmente cansada, ¡
Capitulo 141
déjame en paz!
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Los ojos de Carlos estaban rojos e hinchados, su voz era ahogada. -Lo siento, Luisa, no puedo
hacerlo.
Luisa frunció él ceño ligeramente, no dijo más, solo lanzó una mirada fría y se preparó para cerrar la puerta.
Carlos entró en pánico, de repente extendió la mano para detenerla.
Su mano quedó atrapada en la rendija de la puerta.
Luisa no reaccionó a tiempo y cerró la puerta con un poco de fuerza; la mano de Carlos quedó atrapada, lo que le hizo aspirar aire frío por el dolor.
Un destello de sorpresa pasó por los ojos de Luisa, pero pronto volvió a ser indiferente. Carlos, ¡vete!
Dicho esto, Luisa intentó cerrar la puerta nuevamente.
Andrés extendió la mano para empujar a Carlos lejos, evitando que volviera a bloquear la
puerta con su mano.
La puerta se cerró.
El pasillo volvió a quedar en silencio.
Afuera.
Carlos cerró los ojos con dolor.
Las lágrimas caían silenciosamente.
Esa noche, para él, fue una terrible pesadilla.
Desde entonces, esa noche se convirtió en su pesadilla, dejándolo sin paz para siempre.
Carlos se quedó parado solo en el mismo lugar durante mucho tiempo.
Tanto tiempo que las luces de la casa se apagaron.
Tanto tiempo que esta noche ruidosa se volvió tan silenciosa que ya no se podía escuchar ningún sonido.
–
Carlos, con el cuerpo entumecido, caminaba paso a paso hacia el ascensor, como si no tuviera alma.
Presionó el botón.
Bajó.
Capítulo 141
déjame en paz!
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Los ojos de Carlos estaban rojos e hinchados, su voz era ahogada. -Lo siento, Luisa, no puedo hacerlo.
Luisa frunció él ceño ligeramente, no dijo más, solo lanzó una mirada fría y se preparó para cerrar la puerta.
Carlos entró en pánico, de repente extendió la mano para detenerla.
Su mano quedó atrapada en la rendija de la puerta.
Luisa no reaccionó a tiempo y cerró la puerta con un poco de fuerza; la mano de Carlos quedó atrapada, lo que le hizo aspirar aire frío por el dolor.
Un destello de sorpresa pasó por los ojos de Luisa, pero pronto volvió a ser indiferente. – Carlos, ¡vete!
Dicho esto, Luisa intentó cerrar la puerta nuevamente.
Andrés extendió la mano para empujar a Carlos lejos, evitando que volviera a bloquear la puerta con su mano.
La puerta se cerró.
El pasillo volvió a quedar en silencio.
Afuera.
Carlos cerró los ojos con dolor.
Las lágrimas caían silenciosamente.
Esa noche, para él, fue una terrible pesadilla.
Desde entonces, esa noche se convirtió en su pesadilla, dejándolo sin paz para siempre.
Carlos se quedó parado solo en el mismo lugar durante mucho tiempo.
Tanto tiempo que las luces de la casa se apagaron.
Tanto tiempo que esta noche ruidosa se volvió tan silenciosa que ya no se podía escuchar ningún sonido.
Carlos, con el cuerpo entumecido, caminaba paso a paso hacia el ascensor, como si no tuviera alma.
Presionó el botón.
Bajó.
Capitulo 141
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Esta noche era una noche fría.
El viento y la nieve se mezclaban afuera.
Como había calefacción en la casa, Carlos solo llevaba puesta una camisa ligera.
Avanzaba solo, con la cabeza gacha y en silencio bajo la nieve y el viento, sin rumbo ni destino.
Parecía como si hubiera un gran agujero en su corazón, donde el frío viento soplaba con fuerza.
El frío cortante del exterior no era nada comparado con la frialdad en su corazón, ni siquiera
una milésima parte.
Carlos sintió que, en esa noche, toda la nieve del mundo caía en su corazón.