Capítulo 150
Lucía se sintió amarga por dentro.
-No te preocupes, Leticia, la abogada Luisa es muy buena persona, no le importaban esas cosas, puedes relajarte un poco.
Lucía extendió su mano, intentando acariciar la cabeza de Leticia.
Debido a la quimioterapia, Leticia había perdido todo su cabello y siempre salía con un gorro de peluche rosa que sabía que Evaristo le había comprado y que Leticia atesoraba como un preciado regalo.
Con sentimientos encontrados y los ojos acuosos, Lucía detuvo su mano en el aire por un momento antes de finalmente dejarla caer lentamente y acariciar suavemente el gorro de
Leticia.
-Tranquila, Leticia. ¡La abogada Luisa definitivamente ayudará con el caso de Evaristo!
-Sí, sí.
El rostro de Leticia se relajó de la tensión y mostró una sonrisa mientras decía, Gracias, Lucía y abogada Luisa.
Luisa, escuchando la conversación desde el asiento trasero, suspiró profundamente en su
interior.
Es tan doloroso.
¿Por qué la mala suerte siempre encuentra a los pobres?
Luisa, que tiene una gran empatía y es muy sensible, se sentía profundamente afectada por estas situaciones, hasta el punto de que se le humedecían los ojos.
Ella se recomponía, ajustaba su estado de ánimo y luego se giraba hacia las personas en el asiento trasero diciendo: -Lucía, abrócha el cinturón de seguridad a Leticia.
-Vale.
–
Evaristo y Leticia se hospedaban en el mismo hospital.
Un hospital público ordinario, con una habitación estrecha que albergaba cuatro camas.
A principios de invierno, con el frío viento soplando afuera y las temperaturas bajando, las ventanas de la habitación estaban herméticamente cerradas.
Tan pronto como Luisa entró, detectó el olor ácido y desagradable del hombre en la cama cerca de la puerta, como si no se hubiera bañado en días, casi provocando que vomitara.
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Ella frunció el ceño y, conteniendo su incomodidad, siguió a Leticia hacia adentro.
Evaristo yacía en la cama más alejada.
El hombre se apoyaba en la almohada, mirando hacia la ventana y observando caer las hojas secas, absorto en sus pensamientos.
-Evaristo.- Leticia llamó.
–
Evaristo inmediatamente giró su cabeza, Leticia, has venido, ¿ya comiste?
Leticia asintió con una sonrisa en respuesta: -Sí, sí Acabo de comer.
Ella mintió.
Había salido a escondidas del hospital esa mañana para buscar ayuda de Lucía y aún no había
tenido tiempo para comer.
Para no preocupar a Evaristo, tuvo que mentirle.,
-Lucía, tú también viniste.- Evaristo saludó con una sonrisa a Lucía.
Después del saludo, la mirada de Evaristo se dirigió hacia Luisa, y con vacilación preguntó: -¿
Y ella es…?
Lucía respondió: -Ella es una abogada de nuestro despacho, puedes llamarla abogada Luisa.
Luisa asintió con un saludo, -Hola, ya escuché sobre su situación por Lucía,
¿ podemos hablar más sobre ello? Puedo ayudarle a solicitar una compensación de su antiguo
empleo.
Evaristo mostró una expresión complicada y dijo con pausas: -Yo… lo siento, abogada Luisa, no tengo dinero para pagar los honorarios de un abogado…
El hombre sonrió con torpeza, -Como puede ver, ahora mismo casi no puedo pagar ni los gastos médicos, realmente no tengo dinero para contratar a un abogado… lo siento por hacerle
venir en vano.
Luisa habló seriamente: —No se preocupe, señor Evaristo, puede pagar los honorarios del abogado después de recibir la compensación del otro lado, le ofrezco una representación a riesgo completo.
Evaristo, confundido, preguntó: -¿Qué es una representación a riesgo completo?
Luisa explicó: -Significa que, si perdemos el caso, no tiene que pagar nada.
Al escuchar esto, Evaristo cambió su mirada, -¿De verdad puede ser así?
-Por supuesto, afirmó Luisa seriamente.
–
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Evaristo dijo: -Entonces… está bien.
-Perfecto, asintió Luisa, -Ahora necesito preguntarle algunos detalles específicos sobre el
caso.
–
Lucía dijo: Abogada Luisa, ustedes hablen, yo llevaré a Leticia de vuelta a su habitación.
—
Después de que Luisa entendiera la situación, Evaristo sacó su celular.
-Abogada Luisa, eso es básicamente todo lo que hay, si tiene más preguntas, pregúnteme en cualquier momento, ¿qué tal si nos añadimos a WhatsApp para facilitar la comunicación?
-Está bien,– Luisa sacó su celular y abrió WhatsApp, -Yo le agrego.
Es común para los abogados añadir a sus clientes en WhatsApp.
Una vez añadidos como contactos, Evaristo abrió una aplicación de entrega de comida.
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