Capítulo 152
Luisa salió del hospital y de inmediato se dirigió a la oficina de abogados para trabajar horas extra organizando los materiales del caso de Evaristo, con la intención de llevarlos a la oficina de seguro social tan pronto como los empleados regresaran el lunes para realizar la evaluación de su accidente laboral.
Después de haber estado ocupada toda la tarde, se le había olvidado que había acordado encontrarse con Andrés esa noche.
Cuando Andrés llamó, Luisa todavía estaba revisando los materiales del caso.
-Luisita, ¿dónde estás? Voy a buscarte.
-¿Ah?– Luisa, como si despertara de un sueño, respondió: -Oh, olvidé decirte, estoy trabajando horas extra en la oficina de abogados.
-¿Trabajando horas extra?— preguntó Andrés, confundido. -¿No ibas a ir de compras con Catalina y las demás?
Luisa, inclinando la cabeza y sujetando el celular entre el hombro y la mejilla mientras tecleaba, respondió: -No, recibí un caso urgente y tuve que regresar a trabajar.
-¿Ya comiste?– preguntó Andrés.
-Aún no.
-Voy a buscarte para comer. Dejemos el trabajo para mañana, ya es muy tarde.
Luisa miró la hora en la esquina inferior derecha de su computadora. -Está bien, estoy en la oficina de abogados, ven directamente aquí.
Andrés dijo: -Está bien, espérame, serán unos veinte minutos.
-Mmm.
**
Después de colgar, Luisa se recostó en su silla de oficina, contemplando los materiales del caso en la pantalla de la computadora.
El caso de Evaristo no era complicado, y las probabilidades de ganarlo eran altas.
Pero, dada la naturaleza del lugar donde trabajaba, seguramente no estarían dispuestos a pagar la compensación.
Sú caso era una disputa laboral, y el primer paso consistía en acudir al arbitraje laboral.
Si la antigua empresa no aceptaba el resultado del arbitraje, podrían llevar el caso a juicio.
El procedimiento judicial era complicado y el proceso podría alargarse; aunque el resultado probablemente les favoreciese, Evaristo no podría esperar tanto.
Capitulo 152
Necesitaba ese dinero para su tratamiento, y Leticia también lo necesitaba.
Ella había pagado el tratamiento ese día, pero aún no era suficiente.
Dada la situación actual de Evaristo y Leticia, incluso el día a día representaba un problema.
Se frotó el entrecejo y llamó al responsable de la fundación benéfica.
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Donó un millón quinientos mil dólares a la fundación para que priorizara la ayuda a Evaristo y
Leticia.
Luego transfirió dinero a Lucía para que contratara a una cocinera a tiempo completo, encargada de preparar tres comidas diarias para Evaristo y Leticia.
Lucía, emocionada, le devolvió la llamada.
—¡Treinta mil dólares! ¡Eso son treinta mil dólares, abogada Luisa! No son trescientos dólares, ni tres mil, ¡son treinta mil dólares! – exclamó Lucía, impactada. -¿Para qué necesitamos tanto dinero para contratar a una cocinera?
Luisa respondió con tono sereno: El dinero es para cubrir sus tres comidas diarias y el salario de la cocinera. Yo ya me encargué de los gastos médicos, y con el dinero restante puedes comprarles ropa, zapatos y artículos de uso diario. En fin, te agradezco por ocuparte de
esto.
Lucía, al borde de las lágrimas de emoción, exclamó: -¡Abogada Luisa, realmente es usted muy bondadosa! Les agradezco en nombre de ellos, de verdad, ¡debe de ser un ángel!
Luisa, con un sentimiento agridulce, suspiró: -Esto es todo lo que puedo hacer.
Lucía se apresuró a decir: -Es más que suficiente, abogada Luisa, ¡ya ha hecho muchísimo!
-Espero que realmente les ayude…
Mientras tanto, Andrés…
Había conducido hacia la oficina de abogados y en menos de cinco minutos cuando recibió una llamada del encargado de la base.
-¡Señor Andrés, hay problemas, Alma tuvo un accidente!
Andrés frunció el ceño y su tono se volvió frío.
Qué sucedió?
Luisa terminó de organizar los materiales del caso, apagó la computadora y bajó las escaleras; ya eran las ocho y media de la noche.
Se quedó esperando un rato en la entrada del edificio cuando sonó el teléfono de Andrés.
Capitulo 152
Luisa contestó la llamada.
-¿Dónde estás?
-Lo siento, Luisita, no puedo ir a buscarte esta noche. Tendrás que volver sola, tengo una
emergencia que atender aquí.
Luisa preguntó: -¿Qué pasó?