Capítulo 190
-Andi, creo que la persona que me empujó hoy en la calle es uno de los hombres de Daniel. No se me ocurre nadie más que haría algo así.
Andrés apretó el abrazo alrededor de Luisa, y sus ojos profundos y oscuros destellaron con un frío intenso: -He confirmado que Daniel ha regresado al país.
El cuerpo de Luisa se tensó
-Luisita, intenta salir menos y trabaja desde casa
¿Es Daniel realmente tan peligroso?
Andrés soltó a Luisa y colocó sus manos sobre sus hombros, mirándola fijamente a los ojos:– No quiero arriesgarme, Luisita. Solo el hecho de pensar que hoy casi te hubiera sucedido algo …, hizo que me aterrase hasta el punto de paralizarme el corazón. Te valoro más que a mi propia vida.
Los ojos de Andrés se humedecieron:
Contra Daniel, estoy seguro de que puedo ganar. Puedo
ser más cruel que él en su propio juego. Pero él es un hombre sin emociones, sin debilidades, podríamos decir que sin humanidad. Yo soy diferente, te tengo a ti.
-Luisita, no puedo permitirme arriesgarte.
La luz brillaba intensamente en el comedor, y los deliciosos aromas de la comida llenaban el
aire.
En la sala, el televisor estaba encendido mostrando las noticias de la noche. La voz del presentador se oía de fondo.
Los ojos de Luisa se entrecerraron levemente, sintiendo una sensación ácida, y murmuró en voz baja: -Andi, ¿soy una carga para ti?
Los ojos de Andrés se enrojecieron instantáneamente, llenos de culpa: -¿Qué dices, Luisita? Soy yo quien te ha arrastrado a esto. Si no fuera por mi, Valentina no te habría atacado, Daniel
no te habria notado.
Luisa movió lentamente la cabeza: -No es tu culpa, nunca lo he pensado así.
–Pero yo sí lo pienso, es la realidad. -Andrés suspiró: -¿Qué tal si te quedas en casa los próximos días? Vendré a verte todos los días.
Luisa asintió obedientemente: -Está bien.
-Por cierto, Andi, necesito que investigues a alguien.
-¿A quién?
-A Leonardo.
Los ojos de Andrés brillaron con una luz afilada y fría: ¿El hombre que envió a esos matones para intimidarte hoy?
-Si.asintió Luisa: Tengo la intuición de que tiene respaldo,
No es posible que un pequeño empresario que solo tiene una fábrica tenga el valor de hacer algo así, como un mafioso.
Andrés dijo: -Ya he enviado gente a investigarlo.
-Bien.
-Luisita, vamos a comer ahora antes de que se enfríe la comida. -Andrés tiró de una silla para sentarse al lado de Luisa.
-Está bien, come conmigo.
Daniel estaba sentado en el asiento trasero del carro, y el conductor y guardaespaldas Jaime miró por el espejo retrovisor: –Señor Daniel, ¿iremos esta noche a la villa de la señorita Sandra?
Sandra, que era del país y tenía una buena situación económica, se había convertido en guía de turismo internacional por afición y, desde que estaba con Daniel, no había vuelto a su país en dos años.
Sandra era su amante favorita en Solévia y había regresado al país, con él esta vez.
El hombre en el asiento trasero encendió un cigarrillo, levantando ligeramente el párpado: No, vamos a ver a esa, la que parece tan inocente, ¿cómo se llama?
Daniel amaba divertirse y poseía un rostro increiblemente atractivo. Sus cautivadores ojos miraban a todos con intensa pasión. En Solévia tuvo incontables amantes y, al regresar a su país natal, en solo unos días, numerosas mujeres se lanzaron voluntariamente a sus brazos,
una tras otra.
Para Daniel, cualquier mujer hermosa era bienvenida.
Sus negocios eran peligrosos, y un pequeño error podria significar no ver el sol al dia siguiente, por lo que vivía su vida siguiendo el principio de disfrutar al máximo sin restricciones.
Le gustaban los placeres extremos y usar los excesos para aliviar el estrés.
Para Daniel, el cuerpo de una mujer era solo una herramienta para su alivio; podía tener relaciones sexuales con muchas, podía darles todo lo que quisieran, excepto amor.
Él erà un hombre sin emociones; para él, el amor era la cosa más inútil.
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