Capítulo 192
Luisa, siguiendo fielmente las indicaciones de Andrés, no salió de casa en los últimos días y se dedicó a trabajar desde su hogar.
Muy pronto, Andrés descubrió quién estaba detrás de Leonardo.
Se trataba de un hombre llamado Mateo, un personaje de doble cara en Puerto Bella, considerado una figura de peso en la región. Este individuo contaba con conexiones muy sólidas en todos los niveles y, además, tenía respaldo de altos mandos.
Mateo controlaba en realidad decenas de empresas, cuyos representantes legales eran personas sin ningún vinculo familiar ni personal con él, simples testaferros para cargar con la responsabilidad. Esas empresas, aunque aparentemente legitimas, se dedicaban en el fondo a actividades ilegales y delictivas.
Andrés, colgando su abrigo en el perchero, comentó: -Mis hombres descubrieron que Mateo se reunió con Daniel pocos días después de que este regresara al pais
Todo indica que Mateo pretende apoyarse en Daniel.
-Daniel tiene un poder enorme en Solévia, posee múltiples negocios a su nombre. Mateo busca apoyarse en él para abrirse al comercio internacional. Daniel, por su parte, tiene una base débil en nuestro país y necesita un socio. Comparten intereses similares y por eso conectaron de inmediato. Me temo que ya deben estar planeando cómo enfrentarme.
Luisa frunció el ceño: ¿Y qué piensas hacer?
-No te preocupes, Luisita. Ya tengo preparada uma estrategia. Daniel no podrá mover ficha en nuestro territorio.
-Mmm… -Luisa, aunque tranquila en apariencia, seguía preocupada por la situación de
Andrés.
-¿Ha venido alguien extraño últimamente?-preguntó Andrés.
Había designado varios guardaespaldas para vigilar día y noche la villa y proteger a Luisa. Cualquier movimiento sospechoso habría sido reportado de inmediato. Aun así, quería preguntárselo directamente.
Luisa negó con la cabeza: -No.
Bien. No confies en ningún desconocido.
-Lo sé.
En una suite de hotel con una iluminación tenue y cargada de insinuación.
Un hombre, con los ojos cerrados, jadeaba con pasión: ¡Luisa, Luisa….!
-Carlos.
De repente, Carlos levantó la mano y abofeteó a Carolina.
-¡Callate! ¡Te dije que en la cama no hables!
Mientras Carolina guardara silencio, Carlos podía imaginar que era Luisa.
Con los ojos llenos de lágrimas, mordiendo sus labios, Carolina soportaba la humillación.
La cama de la suite temática para parejas estaba cubierta de pétalos de rosa, y la luz rosada creaba un ambiente extremadamente intimo.
Con la luz tenue, el rostro de Carolina apenas se distinguía, lo que le permitía a Carlos fantasear que estaba con Luisa.
Últimamente, Carolina habia comenzado a imitar de forma obsesiva a Luisa.
Su figura y su rostro no eran muy diferentes, e incluso guardaban cierto parecido.
Carlos había dicho en su momento que, cuando se fijó por primera vez en Luisa, fue porque le recordaba a Carolina.
La primera vez que Carolina conoció a Luisa, también había comentado lo mucho que se parecian.
En aquel entonces, Carolina lo dijo solo para herirla, para que supiera que no era más que una sustituta.
La rueda del destino gira.
Ahora, Carolina, resignada, ha comenzado a fingir como doble de Luisa. Imita su atuendo, su maquillaje y su peinado, además de usar el perfume que a ella le gusta.
Parece que el amor de Carlos por Luisa no era tan sólido; o, dicho de otro modo, los hombres. pueden diferenciar el deseo físico del amor.
Él siempre decía que no podía vivir sin Luisa, sin embargo, tras las insinuaciones de Carolina, cedió y se sumió en el exceso.
Aunque en sus labios pronunciaba el nombre de otra mujer, a Carolina ya no le importaba.
Mientras pueda permanecer junto a Carlos, ¿qué significa un poco de humillación?
En Residencial Las Palmas.
Lucia llamó con entusiasmo: Abogada Luisa, Leticia será dada de alta mañana. Voy a ir al hospital a recogerla, ¿quieres venir conmigo?
-No, últimamente no me conviene salir.
-¿Ocurrió algo?
Capitulo 192
Luisa, de pie en el jardin, jugaba distraída con las hojas de una planta perenne: -Hubo un problema en casa, y por eso no puedo salir estos días.
Lucía, comprendiendo que se trataba de un asunto privado, no insistió más: -Está bien. Entonces iré sola. ¿Quieres que le diga algo de tu parte a Leticia?
Con voz suave, Luisa respondió: -Dile que me alegra que le den el alta, que le deseo mucha felicidad. Cómprale un regalo de mi parte, en un rato te transfiero algo de dinero.
Lucia se apresuró a rechazar: -No hace falta, todavía me queda mucho del dinero que me diste la última vez.