Capítulo 223
Sentado en un rincón, Andrés tenía los labios finos apretados, y sus profundos ojos oscuros parecían un abismo sin fin.
La voz de Luisa temblaba con una tristeza desesperada. Andrés, cobarde, si viniste, ¿por qué no te atreviste a verme?
En un rincón ignorado, alguien levantó su celular para capturar en secreto aquella escena.
Catalina, al ver a Luisa en ese estado, sintió una profunda pena por ella.
-Luisita, estás borracha. Te llevaré a casa a descansar. Pórtate bien, ¿eh? Catalina la ayudaba a abrirse paso entre la multitud hacia la salida.
Detrás de ellas seguían dos guardaespaldas de la familia Gómez.
Cuando Jaime recibió el video, Daniel estaba coqueteando con una nueva amante.
El ambiente en el reservado era cargado, con una mezcla de olor a alcohol, humo de cigarrillo y
una insinuación apenas perceptible en el aire.
Daniel rodeaba la cintura de la mujer con su brazo y la besaba; los jadeos de ella se hacían cada
vez más intensos.
Jaime permanecía inmóvil en un rincón, intentando hacerse invisible, cumpliendo el papel de
mero fondo silencioso.
Daniel siempre buscaba disfrutar al máximo.
Después de dos horas, todo había terminado.
La mujer yacía desaliñada y jadeante en el sofá.
Daniel, en cambio, estaba perfectamente vestido.
Se recostaba perezosamente en el sofá y sacaba un cigarrillo de la cajetilla. Al encenderlo, el humo se elevaba en volutas que velaban sus finos rasgos, dándole un aire de disipación y
salvajismo.
Cuando Daniel terminó, Jaime finalmente se acercó para informar.
La mujer, con discreción, recogía su ropa del suelo y salía del reservado.
-Señor Daniel, ya conseguimos con éxito el cargamento de California de Solévia.
El hombre respondió distraídamente con un hmm. -¿Y qué hay de Luzandra?
-Hubo un problema con Teodoro. Se encontraron con la policía durante el trato con Valentín.
Capitulo 223
La operación se interrumpió y la mercancía fue inspeccionada, pero ellos no sufrieron consecuencias graves,
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Una sombra de ira cruzó el rostro de Daniel. Unos inútiles. Perdieron la mercancía y aun así
se atreven a volver.
Jaime guardó silencio.
-¿Cómo está el proyecto con el Grupo Lumen de Solévia ahora?
Jaime tragó saliva, visiblemente nervioso al responder. Después de que el proyecto terminó, tanto nosotros como el Grupo Lumen sufrimos grandes pérdidas. El Grupo Martínez aprovechó la oportunidad para adquirir el Grupo Lumen, y ahora están tramitando la fusión.
Se escuchó un estruendo.
Daniel pateó la mesa frente a él, haciéndola volcar al suelo.
-¡Andrés, algún día pagarás el doble por esto!
Jaime permanecía en silencio al lado, observando hasta que Daniel pareció haber liberado su ira. Entonces se atrevió a hablar de nuevo: -Señor Daniel, hay noticias recientes sobre Luisa.
Daniel suavizó su expresión. -¿Qué pasa?
Jaime encendió un video en su celular y se lo mostró. -Nuestros hombres siguieron a Luisa a un bar y grabaron esta escena. Parece que realmente rompió con Andrés.
Daniel tomó el celular y lo observó, mientras una chispa de desprecio y desdén brillaba en sus
ojos.
El hombre soltó una risita sarcástica. —¡Ja, una mujer tonta que cree en el amor!
-Entonces, sobre ella…
-No hace falta seguirla más. No es más que una prenda desechada por Andrés, un juguete del que ya se aburrió. Ahora necesito a la gente, no tengo tiempo para preocuparme por ella.
-Entendido, señor Daniel.
-Ah, señor Daniel, Carlos llamó diciendo que quiere verlo.
-¿Quién?
Jaime respondió: -El exnovio de Luisa.
Daniel esbozó una sonrisa despectiva. -No lo conozco.
Jaime explicó: Anteriormente, Valentina intercambiaba información sobre los movimientos de Andrés y datos internos de la familia Martínez a cambio de nuestra inversión, la cual luego fue transferida al Grupo Rodríguez. Ahora el Grupo Rodríguez está bien desarrollado y se ha convertido en una gran empresa reconocida en el país. Aún podría sernos útil.
*Capitylo 223
Una chispa de burla cruzó la mirada de Daniel. Y qué utilidad puede tener alguien encontrado por esa tonta de Valentina? Seguramente sea otro idiota.
-Entonces, señor Daniel, ¿desea recibirlo?
-Si viene a lamerme los zapatos, tal vez lo reciba… si estoy de buen humor.
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