Capítulo 257
Pero el problema fue que cuando Luisa miró a través del espejo retrovisor y vio ese coche negro, algo cruzó rápidamente por su mente.
Ese coche, le pareció haberlo visto cuando se detuvo en un semáforo en la ciudad.
En ese momento, el auto estaba justo detrás de ella, en un ángulo diagonal.
Es decir, desde la ciudad hasta las afueras, ese coche la había estado persiguiendo.
De repente, Luisa sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, un hormigueo en la espina dorsal.
Luisa notó que cuando ella reducía la velocidad, el otro hacía lo propio, sin mostrar intención alguna de adelantarla.
Cuando ella aceleraba, el otro también.
Esto reforzó su sospecha.
Ese coche la estaba buscando.
Luisa tomó su celular, preparándose para hacer una llamada.
Al mismo tiempo.
El coche de atrás.
El hombre que conducía hizo una mueca y le dijo al hombre en el asiento trasero: -Señor, parece que se dio cuenta.
-Actúa.
-Sí.
– Sí.
Luisa acababa de agarrar el celular y aún no había tenido tiempo de marcar.
De repente.
Un fuerte “bam“.
El coche negro de atrás aceleró bruscamente y se estrelló contra ellos a gran velocidad.
La enorme fuerza del impacto hizo que el auto de Luisa perdiera el control al instante; el Rolls- Royce blanco se estrelló contra la barandilla de la carretera, el frente del vehículo se hundió profundamente y los airbags se desplegaron.
El celular de Luisa salió volando debido al impacto.
Ella también fue golpeada con tal fuerza que quedó aturdida.
Luisa se recuperó un poco y, con dificultad, se inclinó para buscar su celular.
Capitulo 257
Necesitaba llamar a la policía para pedir ayuda de inmediato.
Sin embargo, justo cuando tocó el celular, el vidrio de la ventana del coche fue violentamente destrozado desde el exterior.
El atacante, claramente preparado, había traído un martillo especial para la situación.
Después de romper el cristal, extendió la mano para abrir la puerta del coche y agarró a Luisa bruscamente, arrastrándola hacia afuera.
-¿Quién eres?– Luisa fue arrastrada fuera del coche y, al recobrarse, preguntó instintivamente.
El otro no respondió, pero continuó llevándola hacia el borde de la carretera.
Dentro del reducido espacio del auto, Luisa no había tenido libertad para desplegar sus habilidades marciales, pero una vez afuera, comenzó a resistirse de inmediato, se liberó rápidamente del control del hombre y lo golpeó en repetidas ocasiones.
El hombre, claramente sorprendido por la capacidad de lucha de Luisa, quien aparentaba ser una mujer frágil, recibió varios golpes desprevenido y maldijo furiosamente mientras intentaba devolverlos con fiereza.
Sin embargo, no podía superarla.
Con un fuerte puñetazo, Luisa le golpeó el puente de la nariz, haciendo que la sangre brotara al
instante,
Luisa usó manos y pies, y rápidamente derribó al hombre.
En ese tramo de carretera, sin cámaras ni alumbrado público, la luz deslumbrante de los faros iluminaba el penoso estado del hombre.
El sujeto yacía desparramado en el suelo, la sangre roja de su nariz manchaba su barbilla, mientras seguía profiriendo insultos vulgares.
-¿Cómo es que ni siquiera puedes con una mujer?– dijo otro hombre que descendió del auto negro, con una actitud condescendiente.
–
-Señor, esta mujer ha practicado artes marciales, respondió el hombre tendido en el suelo, entre dientes.
Mientras los dos hombres discutían, Luisa se deslizó sigilosamente hacia el coche, intentando recuperar su celular para hacer una llamada.
Justo cuando lo agarró, el hombre detrás de ella se lanzó hacia adelante y se lo arrebató.
Acto seguido, el sujeto sacó la tarjeta SIM del celular de Luisa, arrojó el dispositivo al suelo con violencia, rompiendo la pantalla, y partió la tarjeta SIM por la mitad antes de tirarla despreocupadamente a un arbusto al lado del camino.
Ven con nosotros, dijo el hombre fríamente)