Apenas se dijeron esas palabras, todos los presentes quedaron atónitos.
Víctor se puso serio.–Aquí solo estamos los nuestros, Andrés, ¿qué estás insinuando? ¿Acaso crees que alguien de esta familia filtró información a extraños para poder hacerte daño?
Doña Ximena también intervino: -Eso mismo, Andrés. Antes de irte nos pediste expresamente que no llamáramos a la poljefa. Por muy vieja y olvidadiza que esté, no he llegado al punto de obviar algo tan importante. Nosotros no fuimos quienes llamamos a la policía. Esto comprometía tu vida, jamás habríamos revelado nada a nadie.
Miguel añadió: -Te lo aseguro, ni tu tía Carla ni yo filtramos nada. Luisita todavía está en manos de ellos. Si se hubiera filtrado información, tanto tú como ella estarían muertos. Carla y yo jamás habríamos corrido ese riesgo. Incluso cuando, poco después de que te fuiste, Violeta desapareció, seguimos recordando bien tu advertencia de no contactar a la policía
Patricia también manifestó su desacuerdo: -Aqui tiene que haber un malentendido.
Valentina dijo: -Claro, hermano, seguro es un malentendido. ¿Y si fue algún amigo o colega de Luisa quien, sin querer, dejó escapar algo y alguien con malas intenciones lo escuchó y llamó a la policía para hacerte daño?
Andrés aún no había dicho nada, cuando de repente Luisa sonrió.
Apenas curvó los labios, y sus ojos brillaban como si contuvieran hielo.–Valentina, el que llamó a la policía fue Carlos. ¿Fuiste tú quien le contó lo que estaba pasando?
Valentina se puso blanca como una hoja.—¿Luisa? ¿De qué estás hablando? Yo jamás…
¡Paf!
Un sonido nítido y seco.
Antes de que Valentina terminara de hablar, Luisa ya le había soltado tremenda bofetada.
Fue rápida y brutal. Miguel y los miembros de la familia Martínez se quedaron paralizados, visiblemente sorprendidos.
Valentina, con la mano en la mejilla y los ojos llenos de lágrimas, dijo con voz dolida: —Luisa,
que nunca te he caído bien, pero no puedes acusarme sin pruebas, mucho menos en un
momento como este…
sé
Mientras hablaba, se volvió hacia doña Ximena, cubriéndose el rostro: -Abuelita, por favor, tú tienes que defenderme…
El rostro de doña Ximena se nubló de inmediato–Luisa, ¿te atreves a abofetear a Valentina delante de todos? ¡Qué falta de modales! ¿Así te educaron tus padres? ¡A la mínima provocación te vas a los golpes! ¿Y aún te haces llamar dama de sociedad, culta y bien criada? ¡
Pareces una cualquiera!
La expresión de Víctor tampoco era buena. Después de todo, Valentina era su hija adoptiva,
parte de la familia Martínez. Que Luisa le pegara frente a todos era, en esencia, una agresión a
toda la familia.
Serio y bastante molesto, Víctor le dijo: Luisita, te excediste. Si tienes algo que decir, dilo con palabras. ¿Por qué recurrir a la violencia?
-Luisita, cálmate, por favor…-dijo Patricia.
A diferencia del resto de los Martínez, la reacción inmediata de Andrés fue avanzar un paso y colocarse frente a Luisa, protegiéndola como si temiera que Valentina pudiera contraatacar.
Claro que, con sus habilidades, Valentina no era para nada rival posible de Luisa.
Aun así, Andrés no lo dudó ni un instante y se interpuso entre ellas para proteger a Luisa.
Ese gesto fue como una puñalada directa al corazon de Valentina, que palideció aún más.
Miguel, que al principio no reaccionó, al oír cómo doña Ximena insultaba a su hija, perdió toda contención. Dejó a un lado el respeto por la edad y la formalidad, y fue directo al ataque.
-doña Ximena, siempre la he tratado con respeto por ser la matriarca de la familia Martínez, pero ¿cómo se atreve a llamar “cualquiera” a mi hija delante de todos? ¿Y qué cree que es su Valentina entonces? En aquella fiesta, ella calumnió a Luisita y usted, sin indagar nada, la apoyó para humillar a mi hija. Luisita revisó las cámaras de seguridad y ustedes no se atrevieron a mirarlas. ¿Ya lo olvidó? ¿Así educa usted a su nieta? Por todo lo que ha hecho Valentina, esa bofetada está más que justificada.
Miguel, completamente fuera de sí, alzó la voz: Y esta vez, Luisita fue secuestrada por culpa de su relación con la familia Martínez. Violeta está ahora en manos del bastardo de su familia, llevada a Solévia, sin saber si sigue viva o no. Si resulta que fue su hija adoptiva quién filtró la información… ¡Esa bofetada es poco! ¡Yo mismo ensuciaría mis manos de vísceras!
—¡Tú… Miguel, tú…!—doña Ximena, temblando de la ira, lo señalaba con un dedo que vibraba. -¡Has perdido la razón! ¿Cómo puedes decir a plena luz del día que quieres matar a Valentina? ¿Ya no existe la ley? ¡¿No crees que puedo llamar a la policía ahora mismo para que te arresten?!
-¿La policía?-Miguel soltó una carcajada amarga.—¡Llámala! Que investiguen bien cómo fue que secuestraron a Luisita.
-¡Tú…!–doña Ximena se quedó lívida. Apenas podía respirar. Parecía que el aire le escapaba a los pulmones
Capitulo 279