lo 28:
Capítulo 282
De camino al hospital, Luisa volvió a llamar à Fernanda y a Catalina para decirles que no se
preocuparan.
Al llegar al hotel, conversó un rato con Mónica para ponerse al día, y pronto llegó la hora de la
cena.
Luisa miró su reloj y dijo: Vamos a cenar juntas ¿sí?
–Está bien.
-¿Qué te gustaría comer?
Mónica sonrió suavemente.–Lo que sea está bien.
-Entonces vamos a ver qué hay cerca…
Después de cenar, Luisa dijo: -Entonces haz el proceso habitual: envía tu currículum al bufete y acude a la entrevista.
-De acuerdo.
-¿Ya encontraste un lugar donde quedarte?-Le preguntó si ya había visto algún departamento para rentar.
Mónica respondió: —Todavía no.
Luisa asintió.-En un rato le pediré a alguien que te ayude a encontrar uno.
Mónica agitó las manos rápidamente.–Luisa, no hace falta, puedo hacerlo sola.
-No tienes por qué ser tan formal conmigo. En Puerto Bella no conoces a nadie, y me da
miedo que te estafen.
-Entonces…-Mónica dudó un momento.–Te lo agradezco muchísimo.
-No es molestia.–Luisa miró la hora.–Te llevo al hotel. Luego tengo algo que hacer.
-Vale.
Después de dejar a Mónica en el hotel, Luisa se dirigió directamente al Grupo Financiero Rodríguez.
A las cinco y media de la tarde, los empleados del Grupo Rodríguez aún no terminaban su jornada, así que Carlos seguramente seguía en la oficina.
Apenas aparco frente al edificio, recibió una llamada de un número desconocido.
De hecho, al encender su nuevo celular después de comprarlo, Luisa ya había visto varias
Capitulo 282
llamadas de números que no reconocía, pero como no sabía de quiénes eran, no les prestó
atención.
El teléfono sonó varias veces antes de que Luisa contestara. ¿Hola?
-¡Luisita! Por fin contestas… ¿Dónde estás? ¿Estas bien? ¿Daniel te hizo algo?
Era la voz de Carlos.
Luisa apretó los dedos con fuerza, sintiendo cómo una rabia inexplicable se le subía por la
cabeza.
Conteniendo su enojo, respondió con frialdad: Yo? Gracias a ti, casi muero. Justo estoy aquí abajo de tu oficina. Baja, tenemos que hablar.
-¿Estás abajo de mi oficina?-Carlos no lo podía creer y repitió la pregunta.
Luisa contestó con impaciencia: -Deja de decir babosadas y baja ya.
Carlos respondió enseguida: -Sí, espera en el vestíbulo, bajo enseguida. Colgó la llamada y Luisa fue a sentarse en un sofá que se encontraba allí. Carlos aún no había bajado, pero Luisa se topó con alguien más
que conocía.
Carolina vestía un conjunto Chanel color marfil y llevaba un bolso LV blanco con estampado floral en azul claro. Su atuendo era sorprendentemente parecido al de Luisa, incluso tenía el mismo peinado.
Al principio, Luisa no la reconoció; solo notó que la mujer vestía de forma muy similar a ella,
por
lo que
la miró con más detalle.
Y al observarla bien, la reconoció. Era Carolina.
¿Qué significaba eso? ¿Estaba imitando su estilo?
Luisa se extrañó. ¿Carolina la estaba copiando? Se sintió como si algo sucio la estuviera acechando.
Al notar su mirada, Carolina giró la cabeza hacia ella, detuvo sus pasos y le dio una mala cara.