Capítulo 306
Luisa desvió la mirada con cierta incomodidad, fingiendo no haber escuchado nada.
Francisco se frotó la cabeza resignado. -Tía Berta, ya deja de preocuparte por mí.
-¿Cómo no voy a preocuparme? ¿Sabes que hace unos años, cuando no mostrabas interés alguno por las mujeres, tu madre y yo pensamos que quizás te gustaban los chicos? ¡ Estábamos desesperadas, pero no nos atrevíamos a preguntarte al respecto…!
Berta no alcanzó a terminar la frase, pues Francisco le tapó la boca de inmediato con una mano. Cada vez dices cosas más absurdas.
Luisa no pudo contener su carcajada.
Berta se detuvo. -No se preocupe, abogada Luisa, la orientación sexual de Francisco es normal. Tengo que irme por un asunto; ustedes coman tranquilos.
Luisa respondió con mucha cortesía: -Está bien, hasta luego.
-¡Hasta luego, mujer de mi sobrino! -dijo Berta con una sonrisa de oreja a oreja. 1
Luisa:
Después de que Berta se fue, Francisco se disculpó con el rostro lleno de tristeza. – Perdón, abogada Luisa, la tía Berta tiene esa costumbre de hablar sin ningún filtro. No le hagas caso.
-No pasa nada. —Luisa sonrió.- No pensé que el abogado Francisco también estuviera bajo presión para casarse. Creí que alguien tan brillante como tú ya tendría novia o prometida.
Después de escuchar estas palabras, Francisco levantó su mirada hacia Luisa, pero enseguida
apartó sus ojos. -Estoy esperando a alguien.
-¿Qué? -Luisa no entendió al principio. Preguntó por instinto, pero pronto cayó en cuenta.
-Ah, ya veo.
-Ya es tarde, te llevo a casa. -Francisco se levantó y tomó su abrigo.
-No hace falta.–Luisa también se puso de pie.- Traje mi auto.
-Pero has bebido demasiado. –Le recordó Francisco con amabilidad.
-Ah, cierto. -Dijo Luisa. No te preocupes, llamaré a un conductor para que me recoja.
Esa misma noche, de hecho, tenía pensado ir a la mansión de la familia González a ver a
Violeta.
-Está bien. -Francisco no insistió más sobre este tema.
Capitulo 306
2/3
En una hacienda lejana a las afueras de la ciudad.
Carlos gritó furioso: -¿Querías usarme para deshacerte de Luisa? ¡Sabías muy bien que Daniel había amenazado con matarla si llamábamos a la policía y aun así me pediste que te avisara!
Valentina soltó una sarcástica carcajada. -¿Y qué pasa? ¡Siempre he deseado que Luisa muera!
-¡Valentina! -Carlos rugió con una vena palpitándole cada vez más en la frente.–Al principio solo dijiste que querías separar a Luisa de Andrés, ¡nunca mencionaste que querías matarla!
-Eso era antes. Los ojos de Valentina estaban llenos de sarcasmo; sonrió y dijo: – Ahora solo quiero verla muerta. Solo si ella muere, Andrés podrá estar conmigo.
-¡Estás loca! -Carlos respiraba con violencia, fuera de sí, e intentó lanzarse sobre ella, pero fue detenido por los guardaespaldas de Valentina.
-Carlos, mírate, tan débil, ¿para qué sirves? No es de extrañar que Luisa no te quiera.—Dijo Valentina con el rostro lleno de desprecio.–Luisa ni siquiera te ha mirado de frente desde que terminaron. Por lo tanto ya no me sirves para nada. Nuestra colaboración termina aquí.
Carlos la miró furioso. -¿No tienes miedo de que le cuente todo a Andrés?
—Jajajajajaja…—Valentina se echó a reír de repente, como si hubiera escuchado el chiste más gracioso del mundo.
-¿No he escuchado mal, verdad? –Valentina divertida miró a Carlos.- ¿Me estás amenazando?
-No olvides quién está detrás de mí.–Dijo Valentina con arrogancia, abusando de su poder.- Para Daniel, yo valgo más que tú. ¿Y si tú me llegaras a delatar, y la familia Martínez me expulsara de la casa, y perdiera mi valor? Adivina, ¿crees que Daniel te dejaría vivir?
Después de escuchar el nombre de Daniel, un destello de miedo cruzó por los ojos de Carlos.
¡Ese loco que se atrevió a usar un rifle de asalto a plena luz del día para intentar matar a Andrés!
Andrés sobrevivió al ataque de Daniel, pero, Carlos, no tenía posibilidad alguna,
No era más que un simple hijo de un rico, un joven desocupado que solo sabía disfrutar de la vida y divertirse a su antojo.
Aunque últimamente se había esforzado en dirigir su empresa y ya no desperdiciaba el tiempo como antes, seguía siendo una persona común y corriente. No tenía poder propio, ni contaba con mercenarios entrenados a su disposición.
Los guardaespaldas que había contratado no eran rivales para los hombres de Daniel. En
cualquier momento podrían ser aniquilados.
Si Daniel se volvía contra él, no habría manera alguna de que sobreviviera.
Después de pensar en ello, Carlos apretó los dientes y no tuvo más opción que aguantarse.
La colaboración entre Valentina y Carlos había llegado a su fin.
Ninguno de los dos notó la cámara oculta entre las ramas afuera de la hacienda