Capitulo 313
¿Mierda, esta vieja no se habrá muertol? -Máldijo el hombre
El otro sujeto, que se encontraba a su lado, dijo. En serio? ¿Te pedimos que la banaras un pono ya es como lo hicister
El primer sujeto temblaba de frío. -No sabes lo mal que olía, no lo soportaba. Solo pude lanzarla at mar Gomo iba a saber que no sabia nadar? ¡Qué mala suerte! Al final tuve que meterme a salvarla yo mismo casi me congelo. Llévatela, buscale un médico, no vaya a ser que esta maldita se muera. Yo me voy a cambiar de ropa.
-Está bien, date prisa. Si llega el jefe y no estás, se va a enfadar demasiado.
-Ya lo sé, no te preocupes ya lo sé.
Valentina volvió a abrir los ojos tres horas más tarde.
A medida que recobraba la conciencia, movió los ojos para observar su entorno.
Un espacio oscuro y estrecho, muy parecido a aquel cuarto del barco.
Sintiendo el movimiento, Valentina concluyó que ahora debía de estar en un auto.
Ese lugar tan oscuro debía de ser la caja de un camión de carga.
La ropa que llevaba seguía aún empapada, aunque ahora tenía encima una manta gruesa. Al parecer, aquellos hombres tenían mucho miedo que muriera de frío.
Valentina se envolvió con fuerza en la manta, abrazándose temblorosa a sí misma, y lloró desconsolada.
Este camino había sido tan doloroso.
Ya no tenía el aspecto de una señorita de familia acomodada. Aunque no se hubiera mirado al espejo, podía imaginar que su aspecto era como el de una mendiga callejera.
Lloraba desconsolada entre sollozos, y cuando se cansó de llorar, se recostó contra la pared metálica del camión para descansar.
Aunque estaba cubierta por una sucia manta, la ropa mojada seguía helada hasta los huesos, haciéndola temblar como si estuviera adentro de un pozo helado.
Valentina sospechaba que el camión se dirigía hacia Puerto Bella.
Quizás en unas horas podría ver a Andrés.
Al final, el camión se detuvo
Alguien la bajó a la fuerza.
Alzó la mirada por un instante; reconocía ese lugar: era la base de Andrés.
ve habla estado en ese lugar antes aunque nunes habla entrado
Ese lugar no permitia el acceso sin of permiso de Andrée; ni siquiera don Manuel ara
Esto significaba que al estar en la base de Andrés, por fin podría verlo?
Ese día, al fin, habla llegado.
A Valentina la arrojaron a un sótano.
En ese lugar no había calefacción ni luz del sol; hacia un frío húmedo y penetrante.
Al poco tiempo, Jorge entró.
-Señorita Valentina, ¿ha estado bien últimamente? -Jorge entrecerró los ojos, con voz sombría–Me ha
costado muchisime encontrarla.
Valentina temblaba, y tartamudeaba. -¿Tú… tú qué quieres hacer?
Jorge sonrió con sarcasmo. -¿Qué podría hacer yo? Mi tarea solo era traerla de regreso, y ahora que la he cumplido, qué hacer con usted lo decide el señor Andrés.
-¿Él… él ya vino? -Valentina mordió su labio, y en su rostro pálido apareció una luz de esperanza.
Jorge, al verla así, no pudo evitar reírse. -Señorita Valentina, no me diga que hizo todo esto por el señor Andrés… ¿Acaso le guarda algún sentimiento inconfesable al señor Andrés?
Valentina, incluso en ese momento, se mantuvo algo desafiante. -¿Y eso qué te importa?
-Cierto, eso no me importa. -Jorge se encogió de hombros.–Más bien piense qué va a hacer ahora, porque el señor Andrés no se lo va a perdonar.
-¡No es cierto! ¡Andi no sería tan cruel conmigo! Antes me mimaba muchísimo, no me asustes. ¡Andi era muy bueno conmigo! ¿Cómo iba a tener el corazón para castigarme?
Jorge sonrió algo extraño. -No sé si decir que estás loca o que simplemente eres una tonta. Antes el señor Andrés era bueno contigo porque eras la hija adoptiva de la familia Martínez, su hermana de nombre. ¿Pero ahora? Ayudaste a Daniel, mataste a varias personas, te vòlviste enemiga de la familia Martínez. ¿De verdad crees que el señor Andrés va a seguir siendo igual de condescendiente contigo?