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Capítulo 327
-¿El contrato ya está impreso? Revisalo con detenimiento y, si todo está bien, ¿lo firmas ahora?-Luisa le pasó a Andrés un grueso fajo de hojas tamaño A4.
-De acuerdo lo haré.
Andrés tomó el contrato y sacó su celular para hacer una llamada. -Sube ahora.
-Sí, jefe Andrés.
Cinco minutos después, un hombre de mediana edad, con gafas y vestido con traje formal, apareció de pronto en el bufete.
Andrés lo prCapítulo 326
-Claro, por supuesto que sí.–De repente Luisa mostró una sonrisa fingida. -¿Cómo rechazar una oportunidad tan grande como esta de ganar dinero?
Luisa se sentó en un sillón individual junto a Andrés. El asistente muy atento les sirvió café y luego salió en completo silencio, cerrando la puerta al irse.
Luisa curvó ligeramente los labios, levantó la taza y dio un sorbo de café. -¿Cómo podría colaborar el jefe Andrés?
Andrés sacó con toda la tranquilidad dos carpetas de documentos. -Estos son los casos que actualmente necesitan representación.
Enseguida le entregó las carpetas a Luisa.
Luisa las tomó. -Siendo el jefe de una empresa tan grande como el Grupo Martínez, con mil asuntos que atender al día, ¿también se ocupaba de asuntos menores como demandas?
Aquella frase llevaba cierto tono sarcástico.
Pero Andrés no se molestó para nada; sonrió con amabilidad y contestó con buen humor: -Colaborar con la abogada Luisa no es un asunto menor.
Luisa no respondió, abrió la carpeta sin expresión alguna y comenzó a revisar uno a uno los documentos.
En una empresa tan grande como el Grupo Martínez, un solo contrato de compraventa podía implicar cientos de miles o incluso millones. La evidencia impresa podía ocupar desde miles de páginas hasta varias cajas, así que Andrés, por supuesto, no podía traer toda esa documentación consigo.
Dentro de las carpetas había material compilado sobre los casos: un resumen de los litigios Martínez quería encargar, junto con parte de las pruebas relevantes.
el Grupo
Luisa echó un vistazo general a estos documentos.
El Grupo Martínez poseía múltiples industrias, incluyendo alta tecnología, hostelería y restauración, así como todo lo referente a moda y joyería.
Los documentos describían brevemente el tipo de caso, la demanda presentada y las pruebas principales. De un solo vistazo, todo estaba claro y bien organizado, se evidenciaba de que se había clasificado previamente.
Las pruebas de cada caso estaban completas: contratos, transferencias bancarias desde cuentas
corporativas, registros de conversación entre empleados de ambas partes y toda clase de recibos, en fin todo perfectamente conservado y muy bien organizado.
Casos con pruebas tan completas como estas presentaban bajo riesgo de litigio y alta probabilidad de éxito; a los abogados les encantaba representar este tipo de demandas.
Al terminar de revisar uno a uno los documentos, Luisa sonrió con una expresión difícil de interpretar
Gracias, jefe Andrés.
Andrés posó su mirada en Luisa, con una leve sonrisa en los ojos. -De nada, abogada Luisa.
Luisa aceptó. -Voy a pedirle a mi asistente que imprima el contrato de representación, Espéreme aquí
un momento.
-De acuerdo lo haré,
Luisa se levantó y salió del despacho.
Después de atravesar la puerta, vio que todos estaban reunidos alrededor de la mesa del vestíbulo.
Mónica la vio y dijo enseguida con entusiasmo: -¡Abogada Luisa, hoy el abogado Francisco invitó a todos en el bufete a tomar café! ¡Qué generoso es, incluso pidió Starbucks!
Luisa sonrió y dijo medio en broma: -Este socio sí que fue una buena elección. ¿No crees?
Lucía se acercó y le susurró a Luisa: -Luisa, creo que acabo de ver al jefe Andrés. ¿No me habré equivocado, verdad? ¿Es él quien está en la sala de reuniones?
Lucía había quedado muy impresionada la primera vez que vio a Andrés. Después de presenciar en el bar una escena de dulce interacción entre Andrés y Luisa, se convirtió por completo en una ferviente defensora de su relación. Más adelante, cuando Andrés ayudó a encontrar un donante de médula compatible que salvó la vida de Leticia, Lucía le estuvo profundamente agradecida.
En resumen, era una firme partidaria de la bonita pareja conformada por Andrés y Luísa.
Luisa contestó con un ‘mm‘.
Lucía estiró el cuello para mirar hacia la sala de reuniones detrás de Luisa.–¿El jefe Andrés ha venido para reconciliarse contigo?
Luisa le lanzó una mirada y le dio un leve golpecito en la frente con el dedo. -¿Qué estás Sabes el jefe Andrés vino a hablar solo de negócios.
ginando?
-¿Y qué tipo de negocio requería que el jefe Andrés viniera en persona? ¿Desde cuándo nuestro bufete tenía tanto prestigio como paraque venga? -Lucía le sonrió con málicia.-Los que saben, saben.
-Mejor tómate tu café.–Replicó Luisa, fingiendo reprenderla, y pasó caminando junto a ella.
Después de imprimir el contrato y regresar a la sala de reuniones, Luisa vio que había un vaso de Starbucks justo frente a Andrés.
Parecía ser uno de los cafés que Francisco había ofrecido a todos.
Andrés notó que ella miraba el café y, con una sonrisa entre divertida e algo irónica, dijo: -Uno de sus colegas del bufete me lo trajo hace un momento. Al parecer, el abogado Francisco invitó a todos a tomar café.
Andrés miró a Luisa con una sonrisa llena de picardía en los labios. Y yo también recibí el mío. El abogado Francisco es bastante generoso.
-Seguro que el jefe Andrés no había probado este tipo de café antes. -Comentó Luisa al azar.- Si no le gusta, no lo tome. Déselo a alguien que lo necesite. No lo desperdicie.
Capitulo 326
Andrés sonrió con picardía, sin decir nada.
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esentó: -Él es el representante legal, Esteban.
Luisa sonrió y saludó con cortesía: -Hola, jefe Esteban.
-Hola, abogada Luisa.
Esteban se sentó y sacó de su maletín un sello oficial y un bolígrafo, comenzando a firmar los contratos con gran destreza.
En el bufete, cuando se encargaba un caso, había que firmar dos copias del contrato, una para cada parte. Andrés había encargado varios casos, así que el solo hecho de firmar ya era un trabajo agotador.
Luisa torció ligeramente los labios.
Vaya, resulta que Andrés incluso trajo a alguien solo para firmar contratos.
Esteban ni siquiera miraba los contratos antes de firmarlos; su bolígrafo se deslizaba velcente sobre el papel.
Luisa preguntó con cierta curiosidad: -Jefe Esteban, ¿no va a revisar antes de firmar?
-Nuestro jefe Andrés ya lo revisó, seguro que está bien. -respondió Esteban sin levantar la cabeza, estaba firmando como un robot.
-…-Luisa guardó silencio por un momento.–Ustedes, jefe Andrés tampoco lo revisó.
Esteban se quedó de pronto congelado, levantó la cabeza y miró fijamente a Andrés, con el rostro paralizado. -Jefe Andrés, esto…
-No pasa nada. -Sonrió radiante/Andrés.–Es nuestro propio bufete, firma como quieras.
Luisa:
–
¿Nuestro? ¿Desde cuándo soy/parte de tu familia?
La expresión rígida de Esteban se relajó de pronto, sonrió con gran servilismo y retomó su trabajo: -Está
bien, está bien.
Después de firmar y sellar todos los contratos, Esteban se.los pasó de nuevo a Andrés. -Jefe Andrés, ya
Capitulo 32
está todo firmado, por favor reviselos.
-Dáselos a la abogada Luisa. -ordenó Andrés con tono calmado.
-De acuerdo.
Luisa revisó los documentos. -Todo en orden. Firmaré y les daré enseguida una copia.
Andrés le pasó esa taza de Starbucks a Esteban, sonriendo con un leve gesto. -Buen trabajo chico,
tómate un café.
Esteban, halagado, la tomó rápidamente y agradeció sin cesar: -Gracias, jefe Andrés, muchas gracias, jefe Andrés.
Andrés parecía estar de muy buen humor, levantando ligeramente la ceja. -De nada,
Luisa:
Qué generoso eres con lo que no es tuyo. ¿No es así?
Luisa selló y firmó los contratos, los guardó en un sobre de papel kraft y se los pasó de inmediato a Esteban. Esteban extendió la mano para recibirlos, pero Andrés se los arrebató.
Andrés sonrió y dijo: -Es un placer trabajar contigo, abogada Luisa.
Luisa, con expresión impasible, le respondió: -ES un placer.
Al salir del bufete y entrar en el ascensor, Esteban se acercó cauteloso a Andrés y dijo: -Jefe Andrés, déjeme llevarme el contrato.
Los bonitos ojos rasgados de Andrés destilaban una amplia sonrisa, claramente de buen humor: -Ese contrato lleva la firma de mi novia, ¿para qué querrías llevártelo tú? 1
Esteban:-…
Entonces el payaso resulté ser yo.
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