Capitulo 333
Andrés sonrio Oh? ¿De verdad? Yo no lo veo así. A una persona que ya to rechazó una vez
a rechazar una segunda. Si no hay sentimientos, no los hay y punto. Del mismo modo, a quien an amado una vez, se le puede volver a amar, porque el amor es amor, y la falta de amor es simplemen eso: la falta de amor y nada más.
La linea de los labios de Francisco se tenso demasiado, en el fondo de sus pupilas se extendia una oscuridad abismal, como un pozo sin fm.
-¿Tan seguro está jefe Andrés? -Respondió Francisco con tono aterrador ¿Cómo se cura un corazón que ha sido herido una vez? Amar a alguien con todo el corazón y ser brutalmente herido por esa misma persona… ¿Quién sería tan ingenuo como para darle otra oportunidad y volver de nuevo a hacerse daño?
La sonrisa en los labios de Andrés se desvaneció al instante. Ya no dijo nada.
De repente, el ascensor llegó al estacionamiento del sótano.
La puerta se abrió.
Andrés fue el primero en salir.
Francisco salió lentamente, con el rostro sombrío.
Andrés, ya lo veremos.
Después del trabajo el viernes, Luisa salió de la oficina tras haber recogido sus cosas, y se encontró precisamente con Francisco.
Francisco parecía estar tranquilo y dijo: – Abogada Luisa, hay algo que necesito aclarar contigo. Si no lo hago, me va a seguir taladrando.
-¿De qué se trata? -preguntó Luisa.
-Aquí no es el mejor lugar para hablar. -Respondió Francisco.- ¿Quieres tal vez ir a caminar un rato por el parque cercano? Podemos hablar mientras caminamos.
Luisa vio la expresión seria de Francisco, como si realmente tuviera algo importante que decirle. Dudó por un momento y luego aceptó. -Está bien.
En abril ya oscurecía más tarde.
Pasadas las seis de la tarde, los últimos rayos del sol comenzaban a desvanecerse ligeramente.
El aire ya tenía un dejo de calor
Luísa llevaba un traje gris claro, delgado, con el cabello largo recogido en la nuca. Algunas mechas sueltas se agitaban junto a sus orejas, elevadas por la brisa vespertina, desordenadas pero llenas de belleza y esplendor.
Francisco contuvo la respiración al verla.
Caminaban uno al lado del otro. Luisa miraba hacia adelante, sin notar el amor en los ojos de Francisco que caminaba feliz a su lado.
-Abogado Francisco, ¿qué era eso que querías decirme? -preguntó Luisa con tono natural.
-Lo que mencioné la otra vez, que mi tía Berta quería emparejarnos.
Luisa se detuvo brevemente.
-La verdad, yo tampoco tengo ese interés. La tía Berta se entrometió sin pensar, y temí haber sido inoportuno contigo. -Dijo Francisco con un dejo de disculpa.- Te considero una socia en los negocios, pero también una excelente amiga en lo personal. No quiero que por culpa de eso nuestra relación se vuelva distante. Lo he pensado mucho, y sentí que debía mejor hablarlo contigo con toda claridad.
Luisa soltó un suspiro apenas perceptible. -Si tú también lo ves así, me quedo tranquila. Yo estaba preocupada de que…
-¿Preocupada de qué?
ww
-Nada. -la voz de Luisa sonaba bastante relajada.- Piensas igual que yo: socios en los negocios,
buenos amigos en la vida.
Francisco habló con un tono suave y calmado: -Si la tía Berta vuelve a intentar emparejarnos o te invita a safír, puedes rechazarla.
-Sí, de acuerdo lo haré.
-Abogada Luisa, ¿tienes una hermana que tenga más o menos la misma edad que Aída?
Luisa preguntó: -¿Cuántos años tiene Aída ahora?
-Cumplirá siete dentro de poco más de un més.
-Entonces es un año menor que mi hermana.
-Si casi tienen la misma edad. -dijo Francisco.- ¿Qué te parece si las presentamos? A los niños les viene bien tener más compañeros de juego. Al final, nosotros ya somos adultos y siempre hay una brecha generacional. Así nos llevemos bien con ellos, nunca podremos sustituir a un amigo de su misma edad.
Luisa estuvo de acuerdo con eso.
Violeta todavía seguía en tratamiento psicológico. ¿Tener más amigos le haría bien a su estado?
-Lo consultaré cuando llegue a casa. -dijo Luisa.- Mi hermana ha pasado por grandes difi últimamente. Primero tengo que asegurarme de que no esté reacia a hacer nuevos amigos antes de darte una respuesta.
des
-De acuerdo.