Capítulo 341
Los demás en la sala también empezaron a levantar sus paletas para hacer ofertas.
Un millón trescientos mil dólares.
-Un millón cuatrocientos mil dólares.
-Un millón quinientos mil dólares.
Muy pronto, la pulsera alcanzó los dos millones de dólares.
Luisa pensaba que resultaba muy agotador estar pujando constantemente, así que decidió esperar a que nadie más hiciera ofertas para entonces lanzar la suya.
Pero en ese momento, Francisco alzó la voz repentinamente: -Tres millones de dólares.
Francisco se había dado cuenta de que a Luisa le gustaba esa pulsera. Como los pendientes fueron arrebatados por Andrés, quería que al menos esa pulsera de diamantes fuera su regalo para ella.
Justo cuando terminó de hablar, la voz de Andrés resonó con frialdad: -Cuatro millones de
dólares.
El subastador también se sorprendió bastante: jalguien había subido un millón de golpe!
Casi no podía contener la sonrisa de alegría en su cara, y dijo con entusiasmo: -Ahora el precio es de cuatro millones de dólares. ¿Alguien ofrece más?
Los ojos de Francisco se oscurecieron.–Cinco millones de dólares.
Andrés no dudó ni un segundo.–Seis millones de dólares.
Varias personas voltearon a mirarlos. Andrés mantenía su expresión habitual, con ese aire frío y distante.
Francisco también conservaba la calma.–Siete millones de dólares.
Andrés curvó los labios con una sonrisa gélida. Ocho millones de dólares.
Luisa ya empezaba a sentirse irritada.
¿Estaban locos o qué?
¿Por qué coños cada vez que a ella le gustaba algo ellos empezaban a competir co desquiciados?
unos
Aunque el dinero no fuera un problema para ellos, ¿acaso eso justificaba semejante derroche?
Francisco siguió rivalizando con Andrés: -Nueve millones de dólares.
Capitulo 341
213
Andrés levantó la paleta con absoluta serenidad. Diez millones de dólares.
Francisco pensó: “Muy bien, como quiera. Lo que le abunda en dinero, le falta en inteligencia, quédate con la pulsera. Además, ese color es algo anticuado, no le va a Luisa.”
Y así, la pulsera de diamantes fue finalmente adjudicada a Andrés por diez millones de dólares.
Luisa estaba ya al borde de explotar.
Los tres lotes siguientes no le interesaron demasiado.
Hasta que comenzó fa subasta del collar que más le gustaba.
Luisa sacó su celular y llamó a Andrés.
Cuando Andrés vio la llamada entrante, se alegro en el fondo. Hacía mucho que Luisita no lo llamaba por iniciativa propia.
Curvó los labios, y en su mirada se notaba claramente la alegría.
Sin embargo, en cuanto contestó la llamada, al otro lado del celular le cayó una andanada de reproches.
La sonrisa en sus labios se congeló al instante.
Vaya, lo había arruinado por querer pasarse de listo.
Todo eso lo había hecho para agradar a Luisita, pero al final solo consiguió enfurecerla.
Andrés sintió de pronto una punzada de agravio.
Bajó el tono de voz y trató de calmarla con dulzura: -Fue mi culpa, cariño. Ya no volveré a hacer ofertas a lo loco.
-Cállate. -replicó Luisa con rabia.- ¿Quién es tu cariño?
-Quien más si no tu.
Apenas Andrés dijo eso, la voz al otro lado del celular se cortó de golpe.
Luisa colgó directamente.
Esta vez, Andrés obedeció y no volvió a pujar.
Francisco notó algo extraño en Andrés y giró la cabeza para mirar a Luisa.
Estaba sentado en diagonal frente a ella, no muy lejos, y podía ver con claridad su expresión.
Parecía realmente enojada.
¿Acaso se había molestado porque sus pujas alteraron el orden de la subasta?
Lo cierto era que las ofertas de Andrés no seguían ninguna lógica.
Capitulo 341
Pensando en ello, Francisco, con su habitual agudeza, guardó la paleta y dejó de participar.
Luisa logró adjudicarse finalmente aquel collar que tanto le gustaba.
Al finalizar la subasta, Luisa se levantó y salió directamente.
Andrés fue tras ella a paso rápido.
-Luisita, espera un poco.
Luisa no se detuvo y salió del recinto, llegando al estacionamiento al aire libre.
Cuando Francisco la alcanzó, Luisa ya estaba discutiendo con Andrés.
-¿Desde cuándo te volviste tan infantil, Andrés–dijo Luisa, con una ligera rabia en los ojos. -¿En serio tienes que estar compitiendo con Francisco? ¡Él ya dejó bien claro que no está interesado en mí de esa manera!
Francisco, al escuchar esas palabras, se detuvo a unos pasos de ellos.
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