“En Solévia.
El actual primer ministro, Samuel, ya se había confabulado con Daniel antes de asumir el cargo, en una relación de mutuo beneficio. Su elección como primer ministro fue completamente gracias al asistente de Daniel.
El mandato de Samuel ya había llegado a su fin.
Según lo establecido por la legislación de Solévia los candidatos a primer ministro debían ser miembros de la cámara de diputados. La nominación la realizaba el presidente de dicha cámara, y debía ser aprobada por ambas cámaras del parlamento antes de que el rey oficializara el nombramiento.
Andrés, por su posición, no podía involucrarse directamente en la elección del primer ministro de Solévia.
-Pero podía intervenir entre bastidores, utilizando a otros como intermediarios.
Antes de que Samuel saliera elegido, tenía una fuerte oponente: Silvia.
Silvia superaba a Samuel tanto en antecedentes familiares como en capacidad. En las elecciones anteriores, estuvo a punto de ser elegida primera ministra.
Se desconocía qué maniobras empleó Samuel en el último momento, pero logró superar a
Silvia en apoyo y votos.
Tras su elección, Samuel aprobó de inmediato una ley llamada Ley de Administración Gubernamental.
Con la aprobación de esta ley, el mayor beneficiado fue Daniel, el líder del grupo criminal más poderoso de Solévia.
Fue entonces cuando Silvia confirmó que Samuel ya había pactado con Daniel desde mucho
antes.
Daniel había financiado generosamente la campaña de Samuel y, una vez que este asumió el poder, se convirtió en su cómplice, permitiéndole seguir expandiendo su imperio criminal.
Precisamente por eso Daniel se atrevió a declarar públicamente la guerra a la familia Martínez en São Vitoriano, e incluso a enviar sicarios para acabar con la vida de Andrés en ese mismo lugar,
Esta vez, Andrés viajó a Solévia con el propósito de respaldar la candidatura de Silvia al cargo de primera ministra.
Silvia y Samuel eran completamente opuestos: Samuel estaba cegado por la codicia,
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obsesionado con el poder y dispuesto a cualquier cosa para obtenerlo, incluso allarse con mafias como la de Daniel.
Silvia, en cambio, era fuitegra y apasionada por el bien común, una candidata ideal para gobernar por y para el pueblo.
Desde hacía ya medio mes, Hugo se había presentado en nombre de Andrés para apoyar a Silvia en su campaña.
Mañana sería el día de las elecciones.
Andrés había traído a su equipo a Solévia con la intención de capturar a Daniel.
El cuartel general de Daniel ya estaba completamente rodeado por sus hombres: no podría escapar ni una sola mosca.
En cuanto se confirmarà que Silvia había ganado, sus hombres actuarían de inmediato.
Luisa salió del trabajo y volvió a Casa González para cenar.
En el televisor del salón pasaban noticias internacionales.
La niñera Ana colocaba los platos en la mesa uno a uno.
Carla bajó las escaleras de la mano de Violeta. -Ya volviste, Luisita.
-Si.
Luisa dejó el bolso sobre el sofá, fue al baño a lavarse las manos y, al salir, vio justo en la televisión una noticia sobre las elecciones del primer ministro de Solévia.
-La candidata Silvia ha obtenido hoy el apoyo de más de la mitad de los diputados de la cámara baja, siendo elegida como la nueva primera ministra de Solévia…
Luisa se acercó al televisor y se quedó mirando fijamente la pantalla.
¿La ida de Andrés a Solévia tenía algo que ver con esto?
Él había mencionado antes que el respaldo de Daniel estaba a punto de caer. ¿Podría ser que el respaldo de Daniel en Solévia fuera el ex primer ministro Samuel?
Entonces ahora Andrés…
En ese momento, el celular de Luisa sonó.
Su corazón comenzó a latir con fuerza.
Sacó el celular: era ese número familiar.
-¿Bueno?-contestó Luisa con un leve nerviosismo.
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